Hannah Gadsby, Barbie y el humor identitario
ESTO NO ME HACE GRACIA: UN VIAJE POR NUESTROS HUMORES
Usan la comedia para concienciar(se), culpabilizar(se), victimizar(se) y redimir(se), siempre en el plano personal
Dani Mateo y el humor sobre los símbolos

¿Qué pasa en las universidades de EE.UU. con el humor?
Lean un reportaje de la periodista Caitlin Flanagan titulado '¡Eso no es gracioso! Los estudiantes universitarios no aguantan un chiste', publicado en 'The Atlantic' en 2015. En él, Flanagan destacaba que en los campus estadounidenses se produce un proceso de selección para actuar ... allí en el «que los cómicos que tendían hacia la insensibilidad eran descartados y aquellos cuyo pasado racial o étnico contribuía a la diversidad del lugar recibían un trato especial. [...] Mientras escuchaba a los chicos analizar a quién invitar, quedaba claro que para conseguir trabajo el cómico tenía que ser a la vez divertido -divertido de verdad- y también profundamente respetuoso con un sistema de valores particular. Aunque no se limitasen solo a estos, los valores incluían: las mujeres, como grupo, no deberían sentirse incómodas nunca; las personas cuya orientación sexual va más allá de la heterosexualidad debían ser reforzadas en su carácter especial; las injusticias raciales se debían abordar desde la angustia amarga o las llamadas inspiradoras a la acción; los musulmanes son amigos serviciales a los que cuidar; y el hecho de pertenecer a cualquier comunidad potencialmente marginalizada conlleva una hipersensibilidad incapacitante que debe ser siempre respetada».
«Jamás he llorado tan desconsoladamente en un espectáculo de comedia stand-up». Esta frase de la exbecaria de Clinton, Monica Lewinsky, se destacaba en una nota de prensa del monólogo 'Nanette' (Netflix, 2017) de Hannah Gadsby. Lewinsky, recientemente reivindicada y revictimizada por libros y series como 'American crime history', destrozaba la idea del 'stand-up' clásico donde lo que se pedía era insensibilidad, crueldad y mucha risa. En este nuevo 'stand-up' identitario se usa el humor pero no como fin, sino como arma para hacernos conscientes de la realidad: es decir, «despertarnos». De ahí su nombre de batalla: «woke (despertar) comedy». Una vez desperezados ante las injusticias del mundo, y en un estilo platónico-bobalicón, tocaría llorar desconsoladamente como Lewinsky.
Hannah Gadsby y su 'Nanette'
Gadsby utiliza el formato del 'stand-up' de la misma manera que hacían sus antecesores en los sesenta cuando dirigían sus iras hacia la forma en que se estaba gestionando el país -la guerra de Vietnam, con George Carlin a la cabeza- o la religión -con Lenny Bruce comandando-. La diferencia entre estos y el 'stand-up' identitario radica en la perspectiva. Mientras que clásicamente se buscaba una reacción del grupo o se certificaba su fracaso endémico -«Creo en la igualdad entre los seres humanos. Todos damos asco», dejó dicho el genio Bill Hicks-, la perspectiva de los cómicos identitarios siempre es la de superación y esperanza personal. Si yo puedo, vosotros podéis.
OTROS VIAJES POR NUESTROS HUMORES
Esta actitud es completamente espuria, casi de autoayuda, pero muy emocionante por el tipo de relato redentorio que maneja. No se señala al presidente, al Estado, a las clases sociales o a los diversos poderes como responsables y/o motores del cambio sino que se aplaude el sufrimiento -aderezado con humor negro y culpabilización del público/sociedad indiferente, del patriarcado, de la opresión diaria de los medios- como condición necesaria para que las personas «cambien» y no marginen a minorías o LGTBI+; no usen estereotipos ofensivos; o, en el caso de Gadsby, no hagan sentir mal a los que como ella sufren autismo.
Se trata, en suma, de un 'stand-up' centrado en lenguaje terapéutico y no en lenguaje político -años sesenta- o en el lenguaje narrativo de lo cotidiano -años ochenta-. Se trata de hacer reír -y lo consiguen porque en algunos casos su habilidad como cómicos es sobresaliente- aunque sobre todo de concienciar(se), culpabilizar(se), victimizar(se) y redimir(se), siempre en el plano personal.
El stand-up identitario
El 'stand-up' identitario podría considerarse un híbrido entre el 'stand-up' y las charlas TED -charlas breves sobre diversos temas-. En este contexto, el humor -ya sea en forma de chiste, gag, monólogo- se convierte en un poderoso artefacto literal que infecta de maldad las cabezas de niños y mayores. Toda la labor de estos humoristas identitarios va dirigida al cambio, a la evolución (sic), al paternalismo con los que «no distinguen».
«De abajo a arriba»
En este sentido se pide al cómico -quizá el más maltratado y el más sujeto a maltrato de todos los artistas- que haga «humor de abajo a arriba». Esta exigencia elimina la intención universal de la comedia, que deforma todo lo humano y, de alguna forma, discrimina de nuevo a los pobres y los desfavorecidos. Ya cuatro burgueses les han arrebatado otro derecho humano: que nadie, como sea, en cualquier contexto, se ría con y de ellos.
Barbie
Quizá la perfección de la película humorística identitaria sea 'Barbie' (Greta Gerwig, 2023). Armada por la multinacional Mattel para actualizar -en suma, hacernos olvidar- el arquetipo machistoide de la muñeca clásica, sus ingeniosísimas armas cabalgan la ironía, el humor bobo, el slapstick, la metareferencia o el chiste musical. Sus cientos de baches narrativos no han importado a los millones de espectadores que la han convertido en una de las películas más importantes de este año. Su mensaje replica al del stand-up identitario y refiere a lo terapéutico: individualismo, emociones, traumas infantiles y esa gran compañía juguetera que, aunque mala en la superficie, se descubre al final como generosa y «humana». Dan ganas de llorar tan desconsoladamente…
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