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Los terremotos de Granada: cómo funciona el sistema de alerta de los temblores

Un estudio del CSIC concluye que, antes de que se genere un temblor intenso, se produce una inyección de sulfatos de las aguas termales próximas a las fallas

Los resultados representan «un gran paso» en la búsqueda de precursores sísmicos y el ion sulfato, en el caso de Granada, se presenta como el principal «delator»

Santa Fe vivió terremotos de gran intensidad a principios de 2021

Guillermo Ortega

Granada

Granada es una zona sísmica, eso es algo que se sabe de siempre. Los geólogos calculan que en la provincia se producen unos dos mil movimientos de tierra al año, por fortuna insignificantes en la inmensa mayoría de los casos.

Aunque hay excepciones, claro. En Alhama de Granada hubo uno terrible en 1884. En 1956 hubo otro en las proximidades de Albolote y Atarfe, cerca de la capital, que se cobró trece víctimas mortales. Y todo el mundo recuerda el enjambre sísmico que sacudió a principios de 2021 la zona de Sierra Elvira -Atarfe y Santa Fe sobre todo- y que llegó a generar terremotos de 4,4 grados de intensidad.

No son evitables. La placa tectónica africana y la europea chocan en ese punto del mapa -es una forma de hablar, los terremotos son subterráneos- y esos choques, cada cierto tiempo, desembocan en movimientos sísmicos. Es lo que hay. Sin embargo, hay medios para alertar de su inminencia, algunos tan naturales como las aguas termales. Y de eso también va bien servida Granada.

Investigadores del Instituto Geológico y Minero de España, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, han publicado un estudio que muestra la relación entre las variaciones de parámetros químicos de las aguas termales y los terremotos.

El estudio ha sido publicado en la revista científica Journal of Hydrology y se ha desarrollado en la cuenca de Granada, donde hay fallas activas que atraviesan la Vega. Estas fallas, subraya el estudio, son a su vez las responsables de la presencia de manantiales termales en el entorno de Granada, como los históricos baños de Sierra Elvira, ya que «permiten el ascenso a la superficie de aguas procedentes de acuíferos profundos, y por lo tanto calientes».

Esta dualidad ha impulsado a los investigadores a muestrear un par de sondeos termales durante la crisis sísmica que se vivió en Granada entre finales de 2020 y principios de 2021, que tuvieron en el mencionado enjambre de enero su peor episodio.

A la búsqueda de los precursores

Juan Antonio Luque y Rosa María Mateos, responsables del estudio, supieron aprovechar «la oportunidad única que les ofrecía la secuencia de terremotos para buscar ese indicio precursor que abriera una nueva línea de investigación», han detallado desde el CSIC.

La secuencia sísmica estuvo relacionada principalmente con el movimiento de la falla de Santa Fe y contabilizó 3.110 terremotos, seis de ellos de magnitud superior a 4.1 Mw (magnitud momento). El mayor (4.5 Mw) tuvo lugar el 12 de agosto de 2021 y dio por finalizada la serie. Los hipocentros de los terremotos fueron muy superficiales, de ahí que gran parte de ellos (353 terremotos) se sintieran por la población, generando una alarma social.

Los dos sondeos termales, muy cercanos a la falla de Santa Fe, se muestrearon en 19 ocasiones, cubriendo muy bien el periodo de mayor concentración de terremotos y de mayor magnitud, que tuvo lugar en enero y febrero de 2021. En cada ocasión, se analizaron más de 45 parámetros químicos, así como la temperatura, la conductividad y el pH del agua termal 'in situ'.

Los resultados de este estudio pionero son esperanzadores, ya que ponen de manifiesto variaciones hidroquímicas relevantes según la frecuencia y la magnitud de los terremotos, especialmente de parámetros como la sílice (SiO2), el ión cloruro (Cl), el hierro (Fe) y el calcio (Ca).

Destaca claramente el ion sulfato (SO4), cuyos picos preceden a los terremotos de mayor magnitud. «Esto indica que, previamente al terremoto, hay una rápida entrada de agua del acuífero profundo, muy rico en sulfatos, ligado a la dilatación de la falla. En un argot menos científico podría decirse que se produce una inyección de sulfatos antes del terremoto de gran magnitud«, ha afirmado Rosa María Mateos.

La investigación representa así un paso en la búsqueda de precursores sísmicos. En el caso de Granada, el ión sulfato puede ser el delator de terremotos inminentes. «Este estudio abre un nuevo panorama que requiere de una monitorización continua de la composición química del agua procedente de acuíferos termales que aprovechan las fallas sismogénicas para aflorar», ha concluido Juan Antonio Luque.

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