Regeneración en la Federación más allá de los nombres

El Gobierno anunció la creación de un nuevo órgano de tutela, pero no culminó la advertencia de que iba a suspender al imputado Pedro Rocha y al resto de la Comisión Gestora. No se quiere crear un vacío de poder, aunque se reunirá el martes y a lo mejor le suspende entonces. Mientras tanto se fragua un pacto entre caballeros, impulsado por Alejandro Blanco. El berenjenal federativo acumulará otro episodio a su leyenda antes de terminar esta semana. El calendario federativo establece que Rocha podría ser nombrado hoy mismo presidente de la RFEF (aunque lo sería casi en términos honoríficos, bajo vigilancia). Pero ni siquiera eso es seguro. Hay un nuevo recurso de Miguel Galán que volverá a detener probablemente la maquinaria: insiste en que 42 miembros de la Asamblea General han perdido su condición y deben ser sustituidos antes de elegir presidente.

Cambian algunos términos, pero los mensajes en la política deportiva española siempre llevan frases subordinadas. Estancado en un meandro político-administrativo colosal, el fútbol anuncia regeneración para terminar siendo controlado con discreción por sus prelados. Todos de la mano: «Regeneración», «estabilidad» e «institucionalidad». La regeneración verdadera consistiría en promulgar alguna vez una regulación efectiva para desmontar el clientelismo: una Ley del Deporte de mayor calidad, según opinión unánime de los juristas, y una Orden Ministerial Electoral que cumpliese con su intención reformista (en lugar de prohibir los avales múltiples, que hubiesen facilitado la libre concurrencia de candidatos, y acabar así de facto con el voto secreto).

Se buscan personas de reconocido prestigio para pilotar la nave estos meses. La extraordinaria reputación de Vicente Del Bosque serviría sin duda para representar a España en la Eurocopa, pero hará falta mucho más para arreglar la nave.