Otra alegría tras el infarto

El partido se activa desde lo emocional. Holanda recibió a los españoles en Róterdam con una imagen gigante de Van Persie lanzándose en plancha, aquel doloroso gol del Mundial 2014, y España devuelve la acción de márketing. El gol de Iniesta en la final de Sudáfrica 2010, un latigazo que celebra la parroquia de Mestalla como si hubiera sido en directo a las 20:45 de la cálida noche en Levante.

De la Fuente ha modificado la alineación con Mingueza (Pedro Porro, flojo en la ida), Huijsen (un descubrimiento) y Oyarzabal por un Morata en horas bajas. Tal vez por estos cambios o por un estímulo extra de haberse visto a merced de los neerlandeses, la selección sale con otra chispa, más entregada a la presión alta, más incisiva en la anticipación.

España tiene ímpetu y sigue con su flor, un balón sin aparente peligro que cae en la bota de Oyarzabal acaba en penalti por exceso de entusiasmo de Van Hecke. El delantero de la Real tira el penalti con contundencia y España empieza a convencerse de que tampoco hoy llegará la derrota.

Países Bajos es un rival magnífico, cuajado, con un plan de juego atractivo, que arrincona al campeón de Europa, lo obliga a retroceder, a juntarse cerca de Unai Simón. Los centrocampistas la mueven con soltura, Van Dijk es un faraón a paso quedo, Gakpo hace daño a Mingueza por el lateral. Le falta, y España lo celebra, un delantero en condiciones. Memphis no puede hacerlo peor en la primera parte, todos los pases al contrario, una calamidad.

España, dominada por su rival, tiene otro paso. Sale como una centella al contragolpe, usa otro registro, se mueve ancha a campo abierto. Nico ejerce de jinete sin correa, iluminado en la carrera, Dani Olmo siempre se orienta hacia el ataque, delicia de jugador, y Lamine es la amenaza permanente aunque no es la luz de otras noches.

Destaca la elocuencia y espontaneidad de Huijsen, un central al galope, decidido a atacar, que maneja buenos pases e impone su altura con otros detalles de bisoñez. Futbolista de enorme interés que ve pasar el peligro que genera Gakpo por la izquierda, aunque los holandeses no rematan, no son buenos los pases y Frimpong no se va de Cucurella.

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Javier Asprón

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Holanda redobla el ritmo en la reanudación. Memphis ha despertado, se acabó la siesta. El ex del Barça y el Atlético se inventa un penalti de la nada, un forcejeo con Le Normand lo convierte en un disparo certero, lo mejor de su repertorio, y supera a Unai. El empate hace mella en la selección, no es solo el gol sino la inercia del juego. Gobierna el balón, el partido, Países Bajos. Selección con autoridad, ritmo alto, y personalidad, que mete a España cerca de su área, alimenta su ambición y genera ocasiones. Es el mundo al revés, España tiene que salir al contragolpe, lo hace de maravilla, pero es una situación contra natura, no es lo suyo. Defiende regular ante el empuje con la pelota de los neerlandeses.

En uno de los viajes, Nico y Oyarzabal se cruzan, los rivales se desconciertan y el balón acaba en la red, el segundo del guipuzcoano. No es definitivo para tumbar al rocoso grupo de Koeman. Holanda no desespera, sigue a la suya. Koeman le tiene una devoción increíble a Memphis, retira a Gakpo. Los tulipanes se comen un par de ráfagas de Nico y Lamine que sonaban a gol, el partido es una ensalada de golpes y ambición, pero es Holanda la que marca. Gran jugada colectiva y zurdazo a la red de Maatsen. Prórroga a la vista.

El infarto del tiempo extra es el escenario de paz para Lamine Yamal, un jugador tocado por la varita divina. Acaba una contra tal como imaginaba la fantasía del aficionado. Golazo que rompe el partido, pero no es suficiente. Holanda se levanta una vez más, Simons de penalti, y el duelo se va a los once metros tras una última clarísima de los tulipanes. Lamine falla, Unai para uno, otro va al larguero y España vuelve a sonreír.