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Feria de Fráncfort

Los escritores reflexionan sobre la palabra y la memoria en la literatura española

«A mí no me interesa tanto la historia como el modo el en que la historia pervive en el presente», ha dicho Javier Cercas

AFP
Rosalía Sánchez

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Fue William Faulker quien dijo que «el pasado no ha muerto, ni siquiera es pasado». Y Javier Cercas se aferra a esa cita para abordar el asunto que plantea la Feria del Libro de Fráncfort a los escritores que pujan por tomar el relevo de los más traducidos al alemán, que hasta ahora han sido Javier Marías y, más recientemente, Fernando Aramburu. La memoria ha sido uno de los temas clave de la escena literaria española de principios de este siglo y la Feria se asoma a ese pozo con ánimo pesquisidor. «A mí no me interesa tanto la historia como el modo el en que la historia pervive en el presente. Escribo a partir de la intuición de que el pasado existe todavía, que es una dimensión del presente sin la que el presente está mutilado. No acepto la dictadura del presente, según la cual el presente es solo el ahora».

Cercas insiste en que «no escribo novela histórica, son mis preguntas las que me llevan al momento histórico. Sí tuve la mala suerte de obsesionarme con el 23F, que el el Dallas de la historia reciente española, donde convergen los demonios... pero como parte de un juego, en el que el autor formula a medida que escribe las reglas que el lector descubre a medida que lee».

A Daniel Gascón, también presente en Fráncfort, la memoria le devuelve a «Enterrar a los muertos» de Martínez Pisón. «Los malentendidos históricos que benefician, no son desmentidos», dijo, y advirtió que «el poder proyecta sobre la historia su intención de controlar la realidad». Gascón propuso el humor como «instrumento para mostrar las incongruencias» e identificó como elemento de la memoria el «patrimonio sensorial» que solo la literatura es capaz de rescatar.

En Fráncfort planea también la cuestión de la memoria del presente, en un momento en que la guerra en Ucrania evidencia las tan diferentes versiones que dos bandos se cuentan a sí mismos sobre lo que está sucediendo en este momento. Un par de pisos más abajo de los laberintos de letras del pabellón español, en los que tenían lugar estas declaraciones, la austriaca Eva Schmidt sugería que la Alemania occidental y la oriental siguen contándose historias diferentes sobre los mismos hechos, que «en Fráncfort no se tiene la misma idea de lo que ocurre que en Brandembrugo». Y la alemana Manja Präkels denunciaba que «Occidente prefiere no ser consciente de las estructuras que la extrema derecha va construyendo en el este».

El poeta de Dresde Durs Grünbein, que presenta en Fráncfort su volumen «Equidistancia», habló de un «fascismo moderado en el horizonte», en referencia a corrientes políticas que parecen tomar forma en el presente europeo, en una reflexión en la que «el presente se caracteriza por convertirse inmediatamente en pasado», según Patricio Pron, que acudía a Santo Tomás de Aquino para fijar los términos de la discusión coral planteada por la Feria: «si no me preguntan lo que es el tiempo sí se lo que es...». También entraba al trapo Sara Mesa, para añadir su reflexión sobre «el peso de la familia en el tiempo en nosotros, que nos configura y es central en quiénes somos». E Isaac Rosa, que presentaba a su personaje, el vendedor de búnkeres Segismundo, como el vendedor de un miedo que da forma a nuestro tiempo.

La confluencia de todas estas reflexiones, que envuelven la expectativa de ventas que supone la Feria del Libro de Fráncfort, es «una riqueza y un trampolín», según Marifé Boix García, que se ocupa de España y América Latina en la Feria. De acuerdo a su experiencia, todos los invitados de honor subestiman cuánto trabajo significa una aparición en Fráncfort. Insiste en que es importante poder presentar tantos títulos como sea posible en traducción al alemán. «España sufrió mucho por el hecho de que los editores alemanes no pudieran viajar a España», dice, y comenta varios cambios en el Ministerio de Cultura de Madrid desde la firma del contrato de país invitado en 2018. «El tiempo importa», alecciona, «no es suficiente con cinco días de Feria, los otros 360 también es necesario estar en contacto, estar disponible, y que los expositores que han venido a esta edición repitan en las posteriores, para poder crear un mercado de traducciones estable».

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