Los pueblos rurales de Granada más bonitos según la revista Traveler

Guillermo Ortega

Granada

21/09/2023 a las 19:55h.

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De acuerdo, la Alhambra lo eclipsa todo, es una de las cosas más bonitas que se pueden ver en España, es un monumento que fascina y embruja... Todo eso está muy bien y es rigurosamente cierto, pero la provincia de Granada reúne un sinfín de encantos que el visitante no sólo puede sino que debe conocer. La revista Traveler, probablemente la más influyente en su campo, ha destacado siete de esos encantos. Será cuestión de desvelarlos:

En la comarca de la Alpujarra -se puede también usar el plural, Alpujarras, si nos referimos a la parte que pertenece a la provincia de Granada y la que está en Almería- hay muchísimos puntos de interés. Pero una visita ineludible es el Valle del Poqueira, un paisaje encantador dibujado sobre el río que lleva el mismo nombre. En la ladera de una montaña se ubican tres pueblos preciosos que, vistos desde lejos, parecen colocados ahí de manera premeditada, en línea ascendente.

El primero de ellos, o el que está más abajo, es Pampaneira. El nombre puede parecer poco granadino y poco andaluz. Y ciertamente así es. Es un nombre de origen latino que procede de la palabra pámpano y se lo pusieron los mozárabes que vivían allí durante la época de dominación árabe. Por entonces muchos lugares estaban despoblados y la promesa de tierras de cultivo gratis atrajo a gente de toda la península. Es más que probable que los de Pampaneira vinieran de Galicia.

Es un pueblo precioso, en cualquier caso. Está catalogado como conjunto histórico-artístico, ha recibido numerosos galardones por su buen estado de conservación y varias guías lo incluyen sistemáticamente entre los sitios más bonitos de España.

Con una población de poco más de 300 habitantes, situado a 1.058 metros de altura, es un pueblo que conserva algunas de sus antiguas tradiciones. Por lo pronto los tinaos, casas blancas que tienen como particularidad el que tiene vigas al descubierto, al modo de los cobertizos, para unir los dos lados de la calle y también, antiguamente, para delimitar el espacio superior del inmueble, donde vivían las personas, y el inferior, donde se guardaban el trigo, el cereal y los animales. Los tinaos tienen además unas peculiares chimeneas que son seña de identidad del paisaje alpujarreño.

Allí se pueden hacer bastantes cosas. Por lo pronto pasear por sus bien cuidadas calles, pero también comprar alfombras, colchas o mantas hechas con jarapa, un tejido hecho con telas de distintos colores que ya es muy difícil de ver. Por lo menos las jarapas que se elaboran de manera tradicional, de las que aún queda algún telar en la zona.

Pampaneira es inicio y final de rutas senderistas que se adentran en el Barranco del Poqueira y las hay para todos los gustos: si uno se lo quiere tomar en plan tranquilo, las hay fáciles. Si le gustan las cuestas, está en el sitio adecuado. Y si quiere escalar, también le será posible.

Por supuesto es interesante su gastronomía, dominada por el contundente Plato Alpujarreño: huevos con patatas a lo pobre, chorizo, jamón y morcilla. Así de entrada parece demasiado, pero después de un par de horas de caminata subiendo y bajando, es posible que sea el bocado más apetecible.

En el citado Valle del Poqueira hay tres pueblos. En orden ascendente son Pampaneira, Bubión y Capileira. Este último está a 1.436 metros de altitud, así que las noches, incluso en verano, son frescas, hasta el punto de que a menudo se agradece el jersey.

También hay tinaos, jarapas, plato alpujarreño y diversos productos de artesanía, pero, al estar más alto, lo que distingue a Capileira de Pampaneira y Bubión es que sus vistas son aún más impresionantes. Desde allí se divisa la parte posterior del Veleta, el reverso de la que se ve desde Granada capital.

Es una auténtica delicia dar un paseo matutino por el pueblo, de 558 habitantes, y aprovechar para beber de algunas de las fuentes que hay en las calles, de las que brota un agua pura, fresca y riquísima. Los aficionados al senderismo también tienen a su disposición una amplia red de caminos.

De hecho, otro aliciente de Capileira está aún más arriba. La carretera parece terminarse una vez sobrepasado el pueblo pero en realidad continúa y entra en el Parque Nacional de Sierra Nevada hasta que una caseta con guardia y una barrera indica que hasta aquí hemos llegado... o no. Porque desde ese punto, si se dispone de permiso, se pueden emprender excursiones para llegar hasta las cumbres más altas de la sierra, con paradas opcionales en los albergues diseminados por el camino.

Si no se dispone de permiso, siempre se puede ir un poco más arriba, andando, y, si el día está claro, echar un vistazo atrás y contemplar un panorama único: el mar, con la costa granadina en primer término, y más allá, África. Sí, es posible divisar el otro continente si las condiciones lo permiten. Unos prismáticos no están de más, también es verdad.

Dominado por los restos de un castillo erigido en el siglo XIV, cuando todavía los musulmanes dominaban España, Montefrío es un pueblo precioso ubicado en la comarca de Loja, cerca de los Montes Orientales. Vive de la agricultura y la ganadería, aunque obviamente en los últimos tiempos también lo hace del turismo. Y no sólo del nacional. Desde que a una pareja de japoneses se le ocurrió casarse allí y una revista lo publicó, abundan los visitantes llegados desde el país nipón.

Tiene una población de casi 5.500 habitantes y bastantes sitios de interés. En el centro destaca la Iglesia de la Encarnación, peculiar por no tener la planta habitual en forma de cruz sino por ser redonda, lo que la hace única en España. Se levantó en el siglo XVI sobre los restos de la antigua mezquita.

También es muy recomendable ver el Convento de San Antonio, el Hospital San Juan de los Reyes y por supuesto el castillo, que tiene una muy buena imagen desde abajo pero que ofrece vistas aún más impresionantes desde lo alto.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982, es ideal para disfrutarlo y también para iniciar desde allí rutas que lo conectan con otros pueblos del interior de Andalucía como Priego de Córdoba o Alcalá la Real.

El remojón de San Marcos o el ajoblanco son dos de las muchas propuestas culinarias para quien desee comer allí. Es una zona donde se hace un aceite de oliva extraordinario, menos conocido pero de calidad similar a los de Jaén o Córdoba.

Por decirlo de la manera más gráfica posible: Trevélez huele a jamón. Por su altitud -el pueblo está dividido en tres barrios y el de arriba se sitúa en los 1.700 meteros- y por su disposición, es un lugar ideal para salar y conservar los jamones. Es un proceso que allí se hace a la manera tradicional, utilizando sólo la sal y el aire seco y fresco de la montaña para que el producto madure.

Naturalmente, el jamón es la base de la economía de este municipio de algo más de 700 habitantes donde la naturaleza se disfruta en todo su esplendor. Es un regalo para los sentidos -ya se ha dicho que el del olfato cuenta aquí mucho- pasear por sus estrechas y blancas calles, donde en verano no se pasa el calor que sí hace en la capital pero en invierno, por su orientación al sur, tampoco hace demasiado frío.

Está en la falda del Mulhacén, el pico más alto de la península ibérica, y por tanto Trevélez es punto de encuentro y de inicio de excursiones para quienes disfrutan del senderismo. No es un paseo corto, pero quienes quieran tomárselo con calma pueden hacer paradas en la red de albergues dispuestos en el camino. En un camino en el que gozarán del silencio y la paz que tanto se echa de menos en las ciudades.

Guadix es pura historia y pura belleza. Esta cabecera de comarca, donde viven más de 18.000 personas y que está a unos 50 kilómetros de la capital, conserva restos que datan incluso de la época de los íberos. De ahí en adelante, quienes han habitado en ella han dejado su rastro. Los árabes dejaron la alcazaba, por ejemplo, y los cristianos la catedral. Porque sí, ese rango tiene la Iglesia de la Encarnación, iniciada en el siglo XVI, concluida en el XVIII y con elementos del gótico tardío y el renacimiento.

De su etapa de mayor esplendor, que se prolongó hasta principios del siglo XX, con el auge de la industria azucarera, quedan como muestra bastantes casas señoriales y palacios diseminadas por el imponente casco urbano, donde destaca la Plaza de la Constitución, también llamada de las Palomas, porticada y muy cercana a la catedral. Una parada para tomar algo allí no es en absoluto una mala idea.

Guadix sirve también de punto de partida para conocer el Geoparque, un vasto espacio con un paisaje caprichoso que se asemeja, salvando las distancias, al del famoso Cañón del Colorado. También para visitar o incluso para pasar la noche en las numerosas casas-cueva de las proximidades. Algunas llevan horadadas en la roca desde hace siglos y otras son más recientes y se utilizan como reclamo turístico.

Situada al norte de la provincia de Granada y a más de dos horas en coche de la capital, Castril es naturaleza en estado puro. Su río, del mismo nombre, es probablemente su principal atractivo, hasta el punto de que es ineludible, si se pasa por allí, hacer una excursión por el sendero que pasa a su lado, con pasarela colgante incluida. No es un camino peligroso sino todo lo contrario, es apto para todos los públicos.

Lo mejor de Castril es sin duda su aislamiento. Al estar lejos de núcleos muy poblados y no tener unos accesos demasiado buenos -no hay autovías ni nada que se le parezca, sino carretera de montaña, aunque en buen estado- no ha sido todavía colonizado, si se permite la expresión, aunque es obvio que el turismo ya es una importante fuente de ingresos para esta localidad, de algo más de 2.000 habitantes.

El cercano embalse de El Portillo, impresionante, sirve también de puerta de entrada para visitar el Parque Natural de Castril, donde es más que conveniente disfrutar del silencio que aporta. Un fin de semana o un puente en Castril garantiza esa dosis de paz que todos necesitamos para escapar del estrés.

Precioso pueblo asomado a un tajo que cobró fama por un episodio luctuoso: el terrible terremoto que sufrió en 1848. Ese suceso tan lamentable, sin embargo, sirvió para volver a poner en el mapa un lugar que tuvo una época de esplendor durante la dominación árabe. Cuando el Rey Alfonso XII lo visitó y vio el alcance de la tragedia, ordenó unas obras de reconstrucción y, de camino, haciendo bueno el refrán de que no hay mal que por bien no venga, impulsó su crecimiento económico.

Aparte de recrearse con joyas de su patrimonio, como la Iglesia de la Encarnación, el pósito o, en general, un casco urbano declarado Conjunto Histórico-Artístico, Alhama de Granada es ideal para iniciar excursiones siguiendo el curso del río Alhama.

Es además un punto estratégico para hacer una ruta en coche entre Granada y Málaga, estupenda si no se tienen prisas. En lugar de la más que transitada autovía, el viajero puede desviarse hacia Alhama de Granada, por supuesto detenerse allí, y una vez contemplado el excelente panorama, seguir bajando, cruzar el impresionante boquete de Zafarraya y seguir cuesta abajo, con el mar cada vez más cerca, hasta llegar a Vélez-Málaga.

Alhama de Granada tiene otro atractivo innegable, que es su balneario. Está en las afueras del pueblo, en un lugar muy tranquilo, fresco y silencioso, y sus usuarios, en su mayoría gente mayor, disfrutan de sus aguas termales y de la calma que rodea un entorno privilegiado.

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