PRIMERA VUELTA AL MUNDO
Lo verdaderamente difícil era volver
un viaje extraordinario
La historia que vino luego de la arribada de la expedición de Magallanes
Elcano -y tres de sus hermanos- murió en la desastrosa aventura de García Jofre de Loaysa
500 años de la primera vuelta al mundo

La gesta de Juan Sebastián Elcano es una proeza náutica que todavía hoy sorprende. Sobre todo, a los que han navegado entre los 40 rugientes y los 50 aullantes. Son las coordenadas en grados de latitud en los mares del Sur por los ... que se adentró Elcano huyendo de la persecución de los portugueses. Se llaman así por el sonido que las rachas de viento arrancan de obenques, jarcias y la cabuyería. A los vientos huracanados le suelen acompañar tormentas y mar arbolada o montañosa (olas de entre 6 y 14 metros) que dificultan en extremo la navegación… si no se es un marino avezado como lo era el vasco.
Su ruta de vuelta, siempre al Oeste, entrañaba riesgos altísimos y no podía explotarse además porque atravesaba zonas de dominio portugués conforme a la delimitación que había impuesto el Tratado de Tordesillas con que ambos reinos peninsulares se habían dividido la exploración del hemisferio occidental.
Pero ese riesgo no disuadió a otros marinos de seguir la ruta descubridora que Magallanes había desvelado atravesando el estrecho que lleva su nombre (o doblando el cabo de Hornos) para alcanzar, por el Oeste, las islas de la Especiería, que era el gran tesoro comercial que impulsaba todas las expediciones.
España estaba deseosa de entrar en el comercio de las especias que los portugueses se habían reservado alcanzando las Molucas desde el Este empujando la ruta hacia la India que Vasco da Gama había abierto en 1498 con el cruce del cabo de Buena Esperanza en África y la ruta a través del océano Índico.
La primera consecuencia de la llegada de Elcano fue la creación de la Casa de Contratación de las Especias en La Coruña, con el que el emperador Carlos quería replicar el modelo monopolista de Sevilla reclamando un control regio mucho más efectivo. En ese modelo ideal, la Casa de la Especiería centralizaba la organización de flotas y expediciones a Asia como la Casa de Sevilla hacía con los viajes a América.
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Para su implantación en La Coruña pesaban poderosas razones geográficas y comerciales. Entre las primeras, su cercanía a los puertos de Flandes para reexpedir las especias que llegaran, pero a la vez la suficiente distancia con los puertos rivales portugueses y el abrigo marítimo de La Coruña frente a la vulnerabilidad de Vigo, acosado por piratas desde las islas Cíes. Además, La Coruña contaba con Real Audiencia, gobernador y ceca, lo que inclinaba del todo la balanza en su favor. España estaba deseosa de allegar fondos a la Hacienda real para asegurar su preeminencia en el continente europeo y el comercio de las especias podía reportar una buena fuente de ingresos.

Así se puso en marcha la primera expedición tres años después de la llegada de la nao 'Victoria'. Se le dio el mando a García Jofre de Loaysa sobre una escuadra de siete embarcaciones que zarpó del puerto de La Coruña el 24 de julio de 1525. Juan Sebastián Elcano era el piloto de la nave 'Sancti Spíritus' en cuyo rol figuraban tres de sus hermanos y algunos familiares más.
Fracaso y calamidades
La expedición fue un rotundo fracaso. Cuando los barcos alcanzaron el Pacífico, a finales de mayo de 1526, los vientos los dispersaron y sólo la 'Santa María de la Victoria' puso proa a las Molucas. A bordo viajaban Loaysa, Elcano y un joven de diecisiete años que le hacía de criado, un vasco de Ordicia (entonces Villafranca de Oria) llamado Andrés de Urdaneta, entonces desconocido pero cuyo nombre iba a pasar a los anales de la historia náutica mundial.
El barco alcanzó la isla de Tidore en enero de 1527, aunque sufrió calamidades sin número. Loaysa murió en julio de 1527 y al mes siguiente falleció también Elcano, el héroe de la primera circunnavegación. Urdaneta sobrevivió en las Molucas hasta 1535 en que pasa a Malaca y de ahí a Cochín (en la costa malabar de la India, hoy estado de Kerala) para llegar a Lisboa en 1536, donde los portugueses le confiscan las notas y libros de su aventura moluqueña. De alguna manera, Urdaneta y el resto de apresados por los portugueses habían completado la vuelta al mundo.
Tras la guerra hispanoportuguesa por las Molucas de 1524, los soberanos Carlos I y Juan III acordaron por el Tratado de Zaragoza la venta de los derechos sobre las Molucas a cambio de 350.000 ducados de oro
Para entonces, España había dado fin a su aventura comercial en el Maluco. Tras la guerra hispanoportuguesa por las Molucas de 1524, los soberanos Carlos I y Juan III (primos y cuñados entre sí tras la boda en el Alcázar de Sevilla del emperador e Isabel de Portugal) acordaron por el Tratado de Zaragoza del 22 de abril de 1529 la venta de los derechos sobre las Molucas a cambio de 350.000 ducados de oro. Portugal se quedaba con manos libres para el comercio de las especias, pero España empezaba a intuir el potencial que se abría en el Pacífico.
El problema era el regreso a las costas de Nueva España desde donde se habían organizado expediciones como las de Saavedra, Hernando de Grijalva o Ruy López de Villalobos, todas infructuosas a la hora de encontrar en mar abierto el camino de vuelta aunque con interesantes hallazgos geográficos.
Urdaneta descubrió la manera de viajar de este a oeste que evitaba atravesar las aguas de jurisdicción portuguesa y anudando los lazos comerciales entre América y Asia con el galeón de Manila
Hasta la expedición de Miguel López de Legazpi, fletada desde el puerto de la Navidad (Jalisco) en el Pacífico mexicano el 19 de noviembre de 1564. En la nao capitana, la 'San Pedro', iba el propio Legazpi y un fraile agustino experto en cosmografía. Se llamaba Andrés de Urdaneta, quien había vivido una conversión religiosa que le había hecho alejarse de su aventurera y disipada vida anterior y tomar los hábitos.
La expedición avistó las islas de los Ladrones, las Carolinas, Palaos y el islote Parece Vela, que no es otro que la isla de Okinotorishima, la más meridional de Japón en disputa por las aguas territoriales con China. Finalmente, tocó Cebú, en el archipiélago que Magallanes había bautizado como de San Lázaro, luego renombrado como Filipinas.
El éxito más colosal no fue ese, ni siquiera la fundación de Manila en 1571. Sino el tornaviaje que en 1565 llevó a la 'San Pedro' al mando de Felipe de Salcedo (nieto de Legazpi) con Urdaneta de piloto.
El buque se dirigió lo más al norte que pudo, hasta superar la isla de Formosa (actual Taiwan) y alcanzar el paralelo de la isla de Hokaido, la más septentrional de Japón, para esquivar los alisios que soplan en dirección contraria y le impedían navegar hacia el oeste. Allí aprovechó la corriente Kuro Shivo que empujaba la nave hacia California, cuya costa avistó el 26 de septiembre de 1565.
Cinco días más tarde, el primero de octubre, caboteando, la 'San Pedro' arribaba en el puerto de la Navidad con lo que inauguraba la ruta comercial marina más perdurable de la historia: la que enlazaba Manila y Acapulco.
Urdaneta -y unos meses antes que él, el sublevado Alonso de Arellano, de manera fortuita- había descubierto la manera de viajar de este a oeste que evitaba atravesar las aguas de jurisdicción portuguesa y anudando los lazos comerciales entre América y Asia con el galeón de Manila (también llamado la nao de la China) atravesando el que se dio en conocer Lago Español, el inmenso océano Pacífico por el que las flotas hispanas se movían con seguridad en aquellos tiempos deI siglo XVI.

Porque bien pronto las potencias europeas rivales, como Inglaterra u Holanda, amenazaron la navegación en aquellas latitudes que habían estado blindadas a los enemigos de España medio siglo al menos.
La más famosa de estas correrías con patente de corso es la que llevó a cabo el marino británico Francis Drake, tenido por héroe en el Reino Unido y por pirata en España. Drake aparejó cinco buques que partieron del puerto inglés de Plymouth en diciembre de 1577, esto es, 55 años después de que Elcano hubiera completado la primera vuelta al mundo.
En Cabo Verde sumó a su escuadra un sexto navío, pilotado por Nunho da Silva, experto conocedor de las costas de Brasil que le ayudó en la travesía del Atlántico Sur hasta alcanzar el estrecho de Magallanes y cruzarlo. Después, costeó atacando Valparaíso en Chile, el Callao en Perú y apresando el galeón Nuestra Señora de Concepción, en ruta a Acapulco, donde debía entregar su carga para unirla a la que traía el galeón de Manila.
A bordo del 'Pelican', rebautizado como 'Golden Hind', Drake siguió al norte, recalando en California, de la que tomó posesión nominal en favor de la reina Isabel I de Inglaterra, y luego puso rumbo al Pacífico tocando Ternate y Tidore, en las Molucas, y atravesando el Índico hasta doblar el cabo de Buena Esperanza. Finalmente, arribó de vuelta a Plymouth el 26 de septiembre de 1580.
La fama de Drake, nombrado caballero por la Reina Isabel a bordo de su propio barco, se expandió como la pólvora que usaba para asaltar las colonias españolas. El libro 'Sir Francis Drake's famous voyage round the world, 1580', escrito por Francis Pretty, uno de sus marineros, disparó la popularidad del navegante que había navegado por los siete mares dando la vuelta al mundo. El propio Drake tampoco rehusó honores ni halagos y se hizo incluir en su escudo el lema que Carlos V le había concedido a Elcano: 'Primus circumdedisti me', contribuyendo así al equívoco que todavía hoy puede rastrearse en los países de habla inglesa sobre el primer viaje alrededor del planeta. Hasta hoy incluso.
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