primera vuelta al mundo
Portugueses, burgaleses y vizcaínos con Sevilla al fondo
un viaje extraordinario
Cada grupo de naturales hizo presión en favor de sus intereses
Magallanes encontró en la ciudad el apoyo de la colonia portuguesa
Los castellanos de Burgos convinieron en el flete de la expedición
500 años de la primera vuelta al mundo

A comienzos del siglo XVI, tras los descubrimientos oceánicos de América (Cristóbal Colón, 1492) y la ruta a la India (Vasco de Gama, 1498), la península Ibérica concentraba lo que hoy llamaríamos 'know how' marítimo a uno y otro lado de ... la Raya fronteriza. Las lealtades nacionales -expresada en el sometimiento a los reyes- eran variables en intensidad e intermitentes en el tiempo: los mismos actores podían trabajar para una u otra corona. Era cuestión de tiempo y, por supuesto, de satisfacción de los intereses propios.
Más que a una nación, los individuos respondían ante su propio grupo identitario, reforzado por la afinidad de intereses para la consecución de los fines pretendidos. Luis de Camoes, gloria nacional lusa, señala de Magallanes en su monumental 'Os luisiadas': «En efecto, con verdad portugués; sin embargo, no en la lealtad».
Lisboa, pero sobre todo, Sevilla eran, en ese sentido, el rompeolas donde chocaban todas las olas de quienes perseguían ganancias fabulosas en negocios de altísimo riesgo como eran las rutas de exploración oceánicas. Las colonias nacionales tejían redes de socorro mutuo y sus integrantes se ayudaban recíprocamente para ascender en la escala social, medrar en la corte o aumentar su ganancia.
Fernando de Magallanes sabía a quién tenía que dirigirse en Sevilla cuando abandonó Portugal en octubre de 1517. Los inmigrantes portugueses estaban bien situados en la ciudad, reunidos en torno a Jorge de Portugal, alcaide del Alcázar y camarero mayor de Carlos V, que lo premió por sus servicios en Bruselas con el título de conde de Gelves. Con su esposa Filipa de Melo había fundado en 1502 el convento de clarisas de Santa María de Jesús en la calle Águilas. Jorge de Portugal tenía acceso al emperador y su ascendiente ganó todavía más peso con la boda de Carlos V con Isabel de Portugal en el Alcázar en 1526.
MÁS INFORMACIÓN
Un mes y medio después que Magallanes llegó a Sevilla Rui Faleiro, cosmógrafo reputadísimo convencido de la ruta a las Molucas por Occidente que aportó el soporte intelectual y científico a la expedición de la Especiería. La relación entre ambos personajes pasará también por altibajos a cuenta de las maniobras de cada uno para ganarse el favor de la corona y asegurarse un retorno económico acorde con la apuesta que hacían. Finalmente, Faleiro no embarcó en las cinco naves que zarparon de Sevilla en agosto de 1519.
Las tres vertientes de la expedición
Para ello era clave otro personaje que había servido para el rey de Portugal y que, a raíz del giro impuesto por Manuel I tras alcanzar Malaca desde Calcuta, había cruzado también la frontera: Cristóbal de Haro, armador de buques y fletador de expediciones para comerciar con azúcar de Madeira y madera del Brasil. Haro mantenía tratos con Jacobo Fugger, de la poderosa familia de banqueros alemanes conocidos en Castilla como los Fúcares.
Disgustados con la actitud del monarca luso, Cristóbal de Haro, Magallanes y Faleiro coinciden en ofrecerse a España. El fletador, el cosmógrafo y el almirante representan, cada uno de ellos, las tres vertientes que había que reunir para poner en marcha una expedición de tal envergadura.
Faltaba, sin embargo, entrar con buen pie en la corte para que el Rey Carlos diera su beneplácito. De ello se iba a encargar Juan de Aranda, factor de la Casa de la Contratación un año antes, en noviembre de 1516. Como se puede deducir de su apellido, Juan de Aranda era burgalés, bien conectado con la colonia castellana residente en Sevilla. Tras un primer contacto, Aranda pidió referencias de Magallanes en Lisboa a dos mercaderes burgaleses como él: un tal Covarrubias y Diego de Haro, a la sazón hermano de Cristóbal de Haro y tío de la mujer de Maximiliano Transilvano, secretario del monarca. El círculo se iba cerrando.
En Valladolid, donde residía la corte, Magallanes y Faleiro se hospedaron con el factor Aranda en casa de otro mercader burgalés, Diego López de Castro. Allí redactaron las capitulaciones que habían de entregar al rey y comenzó un tira y afloja a cuenta de los porcentajes que cada parte iba a recibir. Aranda pugnaba para sacar no un décimo de las ganancias sino un ochavo (12,5%) del beneficio.
Había que aclarar también el porcentaje reservado para el rey. A tal fin, Magallanes y Faleiro negociaron con el gran canciller Jean Sauvage, el cardenal Adriano de Utrecht y el obispo Fonseca las condiciones: los títulos, posesiones y premios que obtendrían por descubrir las nuevas tierras que hallaren dentro de la demarcación española que limitaba el Tratado de Tordesillas. El pliego de capitulaciones se firmó el 22 de marzo de 1518: la expedición estaba en marcha.
La intervención de Aranda, que se ganó una pesquisa por lo que hoy llamaríamos prevaricación, resultó a la postre decisiva para apremiar la formación de la flota y la participación de la Corona puesto que Cristóbal de Haro, ávido de apuestas que le hicieran ganar mucho dinero, estaba dispuesto a correr el solo con los gastos de armar los buques.
¿Y los vizcaínos dónde quedaban? En Sevilla había también una notable colonia de vascos, vizcaínos como entonces se les llamaba. Llegaron a tener capilla propia en el convento Casa Grande de San Francisco, en la actual Plaza Nueva, muy cerca de la actual capilla de San Onofre y del que sólo nos queda como testigo mudo el retablo de la Piedad de la parroquia del Sagrario de la Catedral tallado por Pedro Roldán a costa de la hermandad de los vizcaínos.
La intervención de Aranda, que se ganó una pesquisa por lo que hoy llamaríamos prevaricación, resultó a la postre decisiva para apremiar la formación de la flota y la participación de la Corona
Juan Sebastián Elcano era un piloto experimentado que había navegado por el Mediterráneo y arrastraba una acusación de haber vendido su propia embarcación -tras un golpe adverso de la fortuna después de haber puesto el barco como garantía de un préstamo- a extranjeros en tiempos de guerra, lo cual prohibía el soberano. Pero se valió de su círculo de amigos vascos para buscar el perdón real que le permitiera enrolarse en la armada del Maluco como contramaestre de la 'Concepción'.
El marino vasco de mayor rango en la Sevilla de la época era Juan López de Recalde, guipuzcoano de Azcoitia, que ejercía de contador de la Casa de la Contratación. Ochoa de Isasaga, de Ordicia, había sido factor precediendo en el cargo al burgalés Juan de Aranda.
En total, 31 vascos tomaron parte en el rol de la expedición a las islas de la Especiería: 22 vizcaínos y nueve guipuzcoanos. Era el contigente más numeroso tras los 73 andaluces embarcados. Todos ellos gente con oficio y avezados en la mar: los maestres Elcano y Juan de Elorriaga (cargos de mando tras el capitán y el piloto); el contramaestre Juan de Acurio; el carpintero Domingo de Yarza, los calafates Antón de Basozábal y Pedro de Bilbao y el marinero Sebastián de Olarte habían tomado parte en los preparativos y el aparejo de los barcos.
Red de contactos
Elcano se incorporó a la organización del viaje el 8 de enero de 1519, siete meses antes de la partida. Se sabe porque en esa fecha cobra su primer sueldo de un ducado por una semana de trabajo devengada. Había llegado a Sevilla en 1518, fecha en que entabla relación con Magallanes. Sin duda, la colonia vasca en la ciudad le ayudó a resolver la requisitoria que pesaba contra él y a salir con bien del apuro.
En cierto sentido, los grupos identitarios en función del nacimiento (nacionales o regionales) actuaban en competencia unos con otros para asegurarse los mejores puestos para sus miembros. Todo valía en el juego de poderes y contrapoderes que se seguía en aquella Sevilla donde la actividad era febril y se despachaban expediciones muy seguidas. De alguna manera, propiciaban una transferencia de conocimiento y una red de contactos entre sus integrantes que los empujaba en la escala social de manera análoga a lo que sucede en grupos muy cohesionados de inmigrantes cuando se establecen en una sociedad que los recibe.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete