en observación
Sanidad pública e higiene democrática
El Sistema Nacional de Salud podrá ser cualquier cosa, menos gratuito
El 22 de noviembre de 1941 apareció en el BOE la ley que facultaba a la Caja Postal de Ahorros a expedir gratuitamente una libreta, por valor de una peseta, a todos los nacidos en territorio nacional y sean inscritos como españoles en el Registro ... Civil. «El nuevo Estado, siempre atento a todo cuanto signifique protección, no puede permanecer alejado en las cuestiones de economía y previsión», arrancaba la exposición de motivos de una norma en la que asomaban la patita un entonces denominado «régimen igualatorio» y la «maternal tutela» del Estado. La matria. Los derechos sociales. El estado de bienestar. El populismo, con sufijo de franquismo.
Aquella peseta que el régimen igualatorio del 41 repartía entre todos los nacidos en territorio nacional e inscritos en el Registro Civil ha generado tantos intereses que cada españolito que viene al mundo –te guarde Dios– recibe ahora una cartilla en la que va pegando con saliva los sellos de los distintos bonos, incluso culturales, del sector de las videoconsolas, que oportunamente engomados se van desprendiendo de la maternal tutela del Estado. La teta. La matria. Ahora sin lactosa. De entrada te regalan un seguro médico –sanidad pública, según el prospecto– y una cuenta para ver los programas de RTVE. Frente al barrido de Netflix, los fregados de Televisión Española.
El pasado domingo recordó Pedro Sánchez «cuán importante es tener una sanidad gratuita», declaración refundacional de un Estado –«siempre atento a todo cuanto signifique protección» (1941)– que desarrolla la tesis formulada por Carmen Calvo en 2004, cuando aseguró que el dinero público no era de nadie. No hay más que sumar las partidas presupuestarias que las comunidades autónomas dedican al sistema de salud, añadir los fondos propios del Ministerio de Sanidad y dividir la cifra resultante entre el número de españoles para comprender qué significa la gratuidad que proclama el presidente del Gobierno y quién paga la póliza de este seguro privado, tan obligatorio como la cuenta de RTVE.
Aparece aquí la emisora estatal –con un presupuesto de 1.193,9 millones de euros, también a repartir– por la paradoja que la noche del pasado sábado representó que los profesionales del cine utilizaran la gala de los Goya para arremeter implícitamente contra Isabel Díaz Ayuso y su plan de gestión privada de la sanidad pública desde una emisora –igualmente pública– que fiel a su costumbre encargó a una productora privada la realización de ese mismo programa, como el grueso de su oferta de entretenimiento. Convertir un homenaje a Carlos Saura en un tributo a Jeanette y un señor de Cuenca –José Luis Perales, autor de 'Porque te vas'– no deja de ser un desliz, una trampa de la sinestesia y la memoria. La soflama gremial de nuestro cuadro de actores en defensa de la sanidad pública, en cambio, tiene el valor añadido que proporciona la hipocresía de quienes de forma sistemática se benefician por lo contractual y lo salarial de la privatización parcial de la parrilla de TVE y confirman que el dinero público no es de casi de nadie.
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