Fútbol
Un milagro llamado Mirandés
Segunda División
El equipo castellano sueña con subir a Primera esta temporada pese a carecer de plantilla propia y tener uno de los presupuesto más bajos de su categoría
Segunda División: resultados y clasificación

Pocos días antes de comenzar la Liga, el Mirandés apenas podía reunir once jugadores para saltar al campo. Hoy recibe en Anduva al Racing de Santander, uno de los equipos con los que se disputa el ascenso a Primera División. Un sueño que empieza a ... estar al alcance del club castellano.
Nadie había previsto que el conjunto rojillo pudiera estar muy cerca de la cabeza de la tabla tras disputar 31 partidos. Pero el Mirandés se ha convertido en el milagro del fútbol profesional español, siendo la viva demostración de que todo no se consigue con dinero en este deporte. El equipo tiene esta temporada un presupuesto de nueve millones de euros, una cifra que contrasta con los 45 millones del Almería. Es el tercer equipo de Segunda División que menos gasta. Las dos terceras partes de sus ingresos provienen de los derechos de televisión.
El Mirandés tiene 3.500 socios, un verdadero récord en una ciudad de 36.000 habitantes. No hay ningún club en España con ese porcentaje de adhesión. En la temporada que comenzó en 2012, tuvo que convertirse en sociedad anónima. Sólo pudo cumplir su requisito porque Alfredo de Miguel, su actual presidente, y un grupo de empresarios cubrieron el capital que nadie quería suscribir.
Las finanzas del club son tan modestas que carece de plantilla propia. Cada año recurre a las cesiones de equipos grandes para vestir su camiseta. En junio, todos vuelven a sus orígenes. El Athletic y la Real Sociedad son los equipos que más cedidos aportan al Mirandés. Cada temporada los ojeadores tienen que buscar jóvenes valores para incorporar a la plantilla, que se va renovando en su totalidad. Por Anduva han pasado Vivian, Galarreta, Juanlu, Riquelme, Camello y otros muchos jugadores que hoy militan en Primera.
El Mirandés debe afrontar ahora el reto de remodelar su tribuna con una inversión de ocho millones de euros. Lo tiene que hacer con recursos propios, ya que el Ayuntamiento sólo se ha comprometido a subvencionar una pequeña cantidad. Este asunto creó fricciones entre la directiva y la corporación municipal. Es importante señalar que el Mirandés ha finalizado las últimas temporadas sin déficit, algo debido a una rigurosa gestión y al ajuste entre ingresos y gastos.
Como le sucede al Real Madrid, y salvando las distancias, el Mirandés es un equipo que sobrevive a las dificultades y suele caer de pie en los momentos difíciles. El mayor revés de su historia fue en 1979 cuando en el último minuto un gol del Langreo en Anduva evitó su ascenso a Segunda, que tuvo que esperar más de tres décadas hasta 2010. El Mirandés descendió a finales de los 60 a Primera Regional y estuvo a punto de desaparecer en los años 70 cuando el club no podía pagar ni el autobús para los desplazamientos.
Las señas de identidad del equipo están muy vinculadas a su coraje y su espíritu de lucha, que conecta con el espíritu de una ciudad que ha atravesado una crisis industrial que ha durado cuatro décadas. El Mirandés es la institución que suscita el consenso de todos los ciudadanos, sea cual sea su origen, su ideología o su situación económica.
El club nació en 1927 cuando un grupo de ferroviarios y de exestudiantes de los Sagrados Corazones se reunieron en un salón de baile para fundar el equipo. Los primeros partidos se disputaron en el viejo campo de Krone, pero pronto se trasladó al solar de la calle de la Estación. Anduva se construyó en 1949 con un coste de 600.000 pesetas.
Anduva era entonces un barrio de talleres, granjas y molinos de viento, con un camino de tierra sin asfaltar. Se jugaba en invierno a las tres y media de la tarde. Recuerdo aquel equipo de los años 60 con jugadores legendarios como Aznar, Palix, Elcoro, Pangu, Urruchi, Azcona, Solaun y Benito, que se enfrentaban a equipos del grupo vasco de Tercera División. El Azkoyen, el Touring y el Chantrea eran algunos de los rivales que pisaban Anduva.
Yo nací en el barrio de La Charca en el que todo el mundo trabajaba en el ferrocarril y era seguidor del Mirandés. Mis primeros recuerdos están vinculados a dar patadas a un balón en Anduva mientras los jugadores entrenaban. Los domingos me ponía detrás de la portería norte, junto a los altos chopos, para ver los partidos.
El fútbol tenía entonces un carácter salvaje que hoy resulta inaceptable. Lo digo porque recuerdo a varias docenas de aficionados esperando la salida del árbitro para tirarle al río Ebro. Por fortuna, llegó antes la Guardia Civil.
Llevo en mi corazón los colores del Mirandés ya que, como dice el clásico, la verdadera patria es la infancia. Esta tarde volveré a animar desde las gradas a los rojillos con la ilusión de que este año el equipo subirá a Primera. A veces, los sueños se tornan realidad, aunque parezca imposible .
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