Fútbol / Eurocopa 2024
Los futbolistas, según su estómago: Haaland come raro, Bellingham no sale y Hummels pide a domicilio
Carlos montó un restaurante hace 25 años. Ahora tiene cinco, sitios de cabecera de las leyendas del Borussia de ayer y hoy, desde donde descubre sus hábitos
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A las afueras de Dortmund, a unos 15 kilómetros del Signal Iduna Park, en dirección sureste, Phoenix-See esconde entre su frondosa arboleda y su inmenso lago la privacidad de los futbolistas que juegan en el Borussia. El barrio pijo de la ciudad, solo ... apto para bolsillos pudientes. Muy pudientes. Cerca de allí, también en una zona de buen ver, se encuentra el restaurante predilecto de la ciudad para los 'borussers'. Se llama Carlos, nombre de procedencia germana, como su propietario, y lleva 25 años dando de comer a los jugadores del actual subcampeón de la Champions.
«Mis padres son de Braga y vinieron a Dortmund a buscarse la vida. Y aquí nací yo. Mi mujer igual. Ella nació aquí, pero mis suegros son de Lisboa», explica Carlos a ABC en un perfecto castellano. Lo aprendió en su niñez, donde vivía en un edificio de siete viviendas de las que seis estaban habitadas por familias españolas: «Podríamos decir que soy un germano portugués que también habla español».
Sabe tres idiomas, pero sobre todo sabe de hostelería. A finales del pasado siglo, con apenas 25 años, se aventuró a montar un restaurante que sirviera carne y pescado a la brasa y pollo al carbón. Un cuarto de siglo después, de un restaurante ha pasado a cinco y entre su clientela figuran leyendas del Borussia como Watzke, Ricken, Riedle, Kehl, Zorc, Gotze, Lewandowski o Klopp; jugadores que han dejado su sello en este siglo, como Gonzalo Castro, Witsel, Achraf, Guerreiro o Gundogan; también el recién dimitido Terzic y su sustituto Sahin; jugadores de la última plantilla como Hummels, Reus, Adeyemi, Schlotterbeck, Maatsen; y los españoles que han pasado por Dortmund, como Paco Alcácer, Sergio Gómez, Relu, Morey o Guille Bueno.
«El que no vino nunca fue Haaland. Como tampoco lo hace ahora Ryerson, que es noruego como él. Estos escandinavos deben comer cosas raras«, dice entre risas. No le falta razón. El propio Erling confesó hace tiempo que su dieta se basaba en hígados, vísceras y corazones de animales, además de desayunar cada día un batido de leche, kale y espinacas: »Creo que en mi restaurante le va a ser difícil pedir algo de esto«.
Es cierto que tampoco Bellingham pasó por su restaurante, pero en el caso del inglés no fue por falta de ganas. Llegó a Dortmund con solo 17 años y no tenía apenas vida social: «Siempre que me veía en el campo me decía, 'Carlos, ya sé que tus pollos son muy buenos. Tengo que ir a comer uno', pero luego nunca fue. Es que era muy pequeño, incluso menor de edad en su primera temporada aquí. Estaba muy protegido por su madre. Y lo sigue estando. Ya lo habéis visto en el Madrid. No se separa de ella y son muy hogareños».
Con algunos de ellos ha hecho amistad personal, como es el caso de Klopp y Hummels, De hecho, cuando Jürgen dejó el Borussia, en 2015, le dijo a Carlos que lo más pena le iba a dar era que su sucesor no fuera a cenar a sus restaurantes: «Ya me avisó que Tuchel era muy especial con la comida y que por aquí no le vería. Y no le he visto». Ni lo hará nunca. El entrenador germano, que dirigió al Borussia entre 2015 y 2017, es un amante de la comida vegetariana.
No así el capitán Hummels, que acaba de anunciar su adiós al Borussia tras trece temporadas de amarillo y negro. En los últimos tiempos, en lugar de ir a cenar al restaurante pedía la comida a domicilio. Tenía una explicación: «Aquí dio que hablar su divorcio y como ahora tiene novia, no quería exponerse en público con ella. Por eso, últimamente ha preferido que le lleváramos la comida a su casa».
En su restaurante no hay una sola pista de que allí cenan habitualmente los futbolistas del Borussia, ni de otros equipos de la zona como el Bochum o el Schalke. Alemania es Alemania para todo. También para la discreción. Ni una sola fotografía, ni camiseta, ni recorte de prensa. Eso sería impensable en España: «A mí no me gusta hacerme fotos con los futbolistas. Yo les trato como al resto de clientes, porque creo que es la base del respeto de mi negocio. Ellos pagan, como todos, y si quieren privacidad les ofrezco una estancia privada aquí en la planta baja», explica. No era el caso de Klopp: «Cada vez que entraba se hacía el silencio en el restaurante. Imponía mucho, pero luego era un tipo muy normal. Hablaba con todos los clientes y era muy divertido».
Divertido también es Jadon Sancho, pero es un chico de tantos como hoy, entregado a los videojuegos. Carlos fue vecino suyo en la primera etapa del inglés (2018-2021) en el Borussia. Ambos vivían en la misma zona de Phoenix-See y recuerda como cada noche que regresaba de su restaurante, la luz de su casa seguía encendida a medianoche mientras la joven perla británica jugaba una partida tras otra en la PlayStation: «Era de pedir la cena para casa».
Su papel de hostelero no es el único que le relaciona con el mundo del fútbol en Dortmund. Alejandro Camaño, afamado representante y dueño de Footfeel International Sports Management, la agencia de Achraf, Lautaro o Borja Mayoral, le propuso 'cuidar' a los chavales de su agencia que emprenden su carrera por esta zona, como fue el caso de Relu o Morey, y ahora de Guille Bueno, a caballo entre el primer y segundo equipo del Borussia: «Todo empezó con Hakimi. Cuando vino aquí en 2018 le ayudé con los distintos papeleos, a buscar casa, a llevarle a los sitios, mi mujer les preparaba comida… Bueno, era un poco como un padre y así se fijó en mí Camaño. No es mi papel, pero yo estoy encantado de ayudarles. Como hago ahora con Bueno». Así es Carlos, el hijo de emigrantes que da de comer a los futbolistas en Dortmund.
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