Cien años sin Joselito, padre del toreo moderno
Se cumple un siglo de la muerte del Rey de los toreros, un visionario dentro y fuera de los ruedos: además de la apasionante rivalidad con Belmonte en la Edad de Oro, sentó las bases de la selección ganadera y promovió las plazas monumentales

José Gómez Ortega, Joselito El Gallo , ha sido el torero más importante y decisivo en la historia de la tauromaquia. Con todas las aportaciones que hizo en sus tiempos, podemos decir que es, sin duda, el padre del toreo moderno. Fue el primero ... que intuyó el cambio de tendencia del gusto de los públicos hacia una faena más artística. Una faena que pasara de ser una suerte para dominar a un toro intratable y poder matarlo, a crear el arte de la lidia. Fue el primero que intentó hacer con algo de regularidad el toreo en redondo, que ya habían empezado Lagartijo y El Guerra y que después seguiría Chicuelo y perfeccionaría Manolete. Pero para eso se necesitaba un tipo de toro distinto a la fiera mansa de la mayoría de las veces, y con un genio infernal, que salía regularmente por los chiqueros entonces.
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Durante la Edad de Oro se lleva a cabo la mayor revolución genética que se ha producido nunca en el mundo del toro. Con Gallito, y por su recomendación, se generalizan los tentaderos, y se establece la genealogía. En muchas ganaderías hasta entonces se soltaban varios sementales a las vacas, de forma que sólo se conocía con certeza quién era la madre. Gallito va abandonando los encastes menos proclives a las nuevas faenas que iban pidiendo los públicos y fomentando líneas más bravas. Pero su aportación a la tauromaquia moderna no se quedó en esa histórica revolución genética y artística . Creó la figura del apoderado tal y como ahora la conocemos, porque antes casi era un administrador, y creó la figura del personal de confianza que iba por las ganaderías viendo la evolución del ganado, el actual veedor. También organizó las temporadas de forma que se pudieran torear más de 100 festejos, a base de ferrocarril.
Se decía que nada se movía en el mundo del toro, no ya sin que lo supiera José, sino sin que lo hubiera mandado
En aquellos tiempos se decía que nada se movía en el mundo del toro, no ya sin que lo supiera José, sino sin que lo hubiera mandado. Quiso cambiar la Fiesta desde sus más profundas raíces, las económicas, con la promoción y construcción de las plazas monumentales. Los toros eran entonces, y son ahora, un espectáculo caro, y las entradas inalcanzables para las clases obreras. Para cambiar esta situación tuvo la idea de construir plazas con capacidad para más de 25.000 personas, en aquellas ciudades que lo permitieran, para poder vender entradas mucho más baratas sin que el cargo total en taquilla se viera perjudicado. Todos ganaban: el público menos pudiente podía asistir a los toros por un precio asequible, los toreros podían seguir cobrando lo mismo, cuando no más, y los empresarios. Y todo lo hizo con apenas 20 años.
La abuela Mami
Si hablamos de la familia, nuestra visión es, fundamentalmente, la de mi prima María Dolores Sánchez-Mejía s , nieta por línea paterna de Ignacio Sánchez Mejías , que, como es sabido, estaba casado con la hermana de José, Dolores, la abuela Mami para toda la familia. María Dolores vivió toda su vida con la abuela Mami, que afortunadamente fue muy longeva, y con su genial hermano Rafael El Gallo.
Los Ortega fueron una familia numerosa, no de seis, sino de siete hermanos . Los tres menores eran Rita, Dolores y José. Desgraciadamente Rita murió con año y medio, quedando descolgados y más unidos los dos últimos. Esta unión se expresó de distinta forma en vida de José; por ejemplo, la debilidad por su primer sobrino José Ignacio, y a su muerte José la dejó mejorada en la herencia respecto de sus hermanos. La única foto que tuvo siempre sobre su mesilla de noche Mami fue la de su hermano, ni la de su marido ni la de sus hijos.
En la casa compartida, durante el mes del genial Rafael todo era improvisación, mientras que en el mes de José todo era orden, con las alacenas bien surtidas y las comidas a sus horas
La familia Ortega fue más pobre de lo que se ha escrito. A la muerte del padre, volvieron a mudarse a Sevilla desde Gelves, y tuvieron que vivir tan estrechamente que llegaron a dormir los seis hermanos en el mismo colchón. Ya con Rafael El Gallo toreando y, sobre todo, con la irrupción de Joselito, que empezó a ganar dinero desde muy joven, las cosas cambiaron. José tuvo siempre debilidad por la familia, cuidó de todos los hermanos y tenía adoración por su madre . En la casa compartida de Sevilla, la administración se la iban turnando Rafael y José. Contaba Mami que durante el mes del genial Rafael todo era improvisación, mientras que en el mes de José todo era orden, con las alacenas bien surtidas y las comidas a sus horas.
Verdades y mentiras
Lo que sí nos ha llamado la atención a la familia es la insistente argumentación sobre la taciturna forma de ser de José y su estado de frustración que algunos incluso tildan de depresivo. La abuela Mami y el tío Rafael comentaban todo lo contrario. Además de lo inteligente que fue dentro y fuera de los ruedos, decían cosas de José que bien pudieran desmentir la idea que se tiene de él de que era un torero casi asceta, dedicado exclusivamente al toro. José era una persona divertida , le encantaban los deportes y la caza, y también tenía debilidad por las mujeres, frecuentando fiestas y saraos. De las crónicas y escritos de su estancia en El Perú en su último año, podemos leer las fiestas y eventos a los que asistió, siempre risueño. Mami lo recordaba alegre y jovial . Los supuestos problemas de sus últimos tiempos, como los derivados de la Plaza de Toros Monumental de Sevilla , estaban resueltos (el desgraciado día de su muerte se estaba celebrando una novillada en la Monumental). También se había resuelto lo de su noviazgo con Guadalupe de Pablo Romero , habiéndose acordado el enlace con una serie de duras condiciones. Algunas entrevistas al propio José y algún escrito de Muñoz y Pabón así parecen indicarlo. No tenía motivos para esas tristezas que leemos por ahí.
José era una persona divertida, le encantaban los deportes y la caza, y también tenía debilidad por las mujeres, frecuentando fiestas y saraos
También creemos que es impensable que José no se hablara con su hermano Rafael, como hemos leído en más de una ocasión. Rafael siempre se llevó bien con José y hablaba maravillas de él. Nunca se le oyó decir nada malo, nunca, sino todo lo contrario. Una cosa es que José no quisiera torear con él después de organizarle las corridas de despedida, no fueran a pensar que se había querido aprovechar del público, porque tenía mucho amor propio, y otra muy diferente que no se hablaran. En la familia Ortega, además de estar muy unida, se querían muchísimo entre ellos.
Devoción por la Esperanza Macarena
En el terreno religioso, José fue muy creyente y practicante, sintiendo especial devoción por la Esperanza Macarena. Fue miembro de su Junta de Gobierno y salió muchos años acompañándola en la «madrugá». Hace poco, la Hermandad recibió la donación de su túnica y zapatillas por parte de los nietos de Ignacio Sánchez Mejías por línea materna, Recasens Sánchez-Mejías. La revolución estética de esta Hermandad, y por ende la de toda la Semana Santa sevillana, es en parte debida a Joselito El Gallo, que financió con generosidad todas las geniales ideas que surgían del diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda. José regaló a su Esperanza esas cinco mariquillas de cristal de roca verde , que son el símbolo de esta universal imagen y que la diferencian de cualquier otra por muy de lejos que la veamos.
Este año, que se cumple el centenario de la muerte de José, la Hermandad, que vistió de riguroso luto a su Esperanza para sus funerales, va a saldar una deuda que Sevilla tenía con Gallito, un torero imperdonablemente olvidado por los sevillanos, y erigirá un precioso monumento junto a la Basílica. Por ello le damos las gracias de todo corazón.
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