Sorolla, inédito en su centenario
Hoy se conmemoran cien años de la muerte, en su casa de Cercedilla (Madrid), del genial artista valenciano. Tenía 60 años. Trabajador incansable, una hemiplejia le alejó de la pintura, su gran pasión. Un siglo después, sigue siendo uno de los pintores españoles más populares y queridos
ABC publica cinco tarjetas postales de obras del Louvre enviadas por Sorolla al Rey Alfonso XIII en 1908 y un estudio para el 'Retrato de la Reina Victoria Eugenia en el palco del Teatro Real', de 1918. Son inéditos
Joaquín Sorolla, real y virtual
Chamberí cubre sus fachadas de luz y color en el centenario de la muerte de Sorolla

El 17 de junio de 1920, Joaquín Sorolla se hallaba, como era costumbre, pintando. Sobre el caballete, el 'Retrato de Mabel Rick, señora de Pérez de Ayala'. Mientras trabajaba, sufrió una hemiplejia. Ramón Pérez de Ayala, marido de la retratada y ... testigo de excepción, lo recordaba así: «Una fina y templada mañana madrileña, en su jardín, Sorolla pintaba el retrato de mi mujer, observándole yo a su lado. Éramos los tres solos, bajo una pérgola enramada. Levantóse una vez y se encaminó hacia su estudio. Subiendo los escalones, cayó. Le pusimos de pie pero no podía sostenerse. La mitad izquierda del rostro se le contraía en un gesto inmóvil, que inspiraba dolor, piedad, ternura. Comprendimos la dramática verdad; la cuerda extremadamente tirante se había quebrado. Sorolla quiso seguir pintando. En vano procuramos persuadirle. La paleta se le caía de la mano izquierda; la diestra, con el pincel mal sujeto, apenas le obedecía. Dio cuatro pinceladas, largas y vacilantes, desesperadas; cuatro alaridos mudos, ya desde los umbrales de otra vida. 'No puedo', murmuró, con lágrimas en los ojos. Quedó recogido en sí, como absorto en los residuos de luz de su inteligencia, casi apagada, de pronto por un soplo absurdo e invisible».
Aquel retrato quedó inacabado sobre el caballete. Tres años después, el 10 de agosto de 1923, Joaquín Sorolla moría en Cercedilla (Madrid), rodeado de su mujer, Clotilde, sus hijos Joaquín y María, y el marido de esta, Francisco Pons Arnau. La capilla ardiente quedó instalada en su casa. El escultor Mariano Benlliure, gran amigo del artista, hizo una máscara funeraria en su lecho de muerte, que fundió en plata y bronce y donó a la Fundación Museo Sorolla. El cadáver fue embalsamado por el doctor Cañadas.
El gran fotógrafo Alfonso lo retrató de cuerpo presente y otro grande de la fotografía, Campúa, inmortalizó su velatorio y su entierro. La noticia de su muerte tuvo una amplísima repercusión mediática. La comitiva fúnebre recorrió las calles de Madrid hasta la Estación del Mediodía. Se cantó un responso en frente al Museo de Arte Moderno. Sus restos mortales fueron trasladados en tren hasta Valencia. Ya en su ciudad natal, una multitud acompañó el cortejo fúnebre. Fue enterrado con honores de capitán general con mando en plaza. El 12 de agosto, dos días después de su muerte, aparecía en el diario 'La Opinión' un texto anónimo titulado 'Ha muerto Sorolla'. Reza así: «El dolor de esta desgracia irreparable que a fuer de españoles y de amantes de lo bello en su más alto grado tan hondamente nos hiere, atenaza nuestra pluma. Ante el cadáver del maestro, la patria se arrodilla. Sorolla ha muerto. ¡Viva Sorolla!».



Han pasado cien años. El pintor valenciano ha tenido mala suerte. El centenario de su muerte ha coincidido con el cincuentenario de la de Picasso. Y ese es un Miura difícil de lidiar. Aun así, al igual que en el caso del malagueño, son muchos los actos organizados para conmemorar esta efeméride. Los Años Picasso y Sorolla están dando mucho de sí. Además de exposiciones y publicaciones, congresos y seminarios, y a la espera de que concluya la ampliación de su museo en Madrid, el Museo de Bellas Artes de Valencia acaba de inaugurar la Sala Sorolla. Cuenta con 54 pinturas (incluidas siete de la Colección Lladró, adquirida por la Generalitat; entre ellas, el monumental 'Yo soy el pan de la vida').
Entre los homenajes, un vino de edición especial (la bodega Les Freses de Marina Alta, Alicante, ha recuperado el cultivo de la uva moscatel que conoció Sorolla), un sello conmemorativo de Correos (se escogió un retrato de Sorolla en la playa de la Malvarrosa de Valencia realizado por Diego González Ragel), un cupón conmemorativo de la ONCE, ilustrado con 'La llegada de las barcas', para el sorteo de hoy, y un billete de lotería para el día 12 con la obra 'La bata rosa'.



Viajero incansable, Sorolla incluso viaja a bordo de un AVE Madrid-Valencia en su centenario. Renfe y el Museo Sorolla han organizado una exposición temporal de reproducciones fotográficas de sus pinturas: 'Sorolla. Un centenario en cien imágenes'. Durante este año y 2024, un proyecto expositivo, titulado 'Sorolla. Viajar para pintar', llevará sus obras al lugar donde fueron creadas al natural.
Hoy será gratuita la entrada al Museo Sorolla y a las 11 horas se celebrará una ofrenda floral en los jardines ante el busto del artista realizado por Benlliure. A las 13 horas tendrá lugar otra ofrenda floral, en este caso ante la tumba de Sorolla en el cementerio general de Valencia.
Blanca Pons-Sorolla recuerda a su bisabuelo
En conversación telefónica con ABC, Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista y la mayor especialista en su obra, no cree que el aniversario de Picasso haya ensombrecido el de Sorolla: «Son dos grandes pintores, dos genios. Pero son tan diferentes... También lo son sus coleccionistas». Los dos conocieron el éxito en vida y ambos siguen gozando hoy del favor del público. Son de los artistas españoles más populares. «La popularidad de Sorolla viene, en parte, por la facilidad que la gente tiene de entender qué es lo que él quiere y, especialmente, por su capacidad de reproducir la luz que hay en el momento en que está pintando y también la emoción que eso le produce a él. Es algo que a la gente le emociona. Además, sus composiciones, muy fotográficas, le hacen siempre ser muy actual. Su rapidez y naturalidad son algo que la gente también aprecia y le hace sentirse muy cerca. Y, evidentemente, la calidad increíble de su obra, el modo de trasladar el color y sobre todo el tema de la luz. Yo siempre digo que Sorolla para mí es como un Velázquez que sale a la calle. Sale a las playas, a los paisajes, a los jardines. También los pintó en alguna ocasión Velázquez, pero se quedó más en los palacios».
Sorolla envió unas tarjetas postales al Rey Alfonso XIII en 1908 desde el Louvre con reproducciones de cuadros del museo (son de dos colecciones particulares diferentes; una, la de Carlos Luchena) -ABC reproduce cinco de ellas, inéditas, en este artículo-. Explica Blanca Pons-Sorolla que «son maravillosas. Es el mismo tipo de postal que manda Sorolla a sus hijos. Lo hace cuando está en París y ve un cuadro interesante que le gusta. Es tan bonita esa faceta educativa que tiene con los que de verdad aprecia... La tiene también con el Rey, que es muy joven, por supuesto con todo el respeto del mundo. Me parece maravilloso que tenga ese recuerdo permanente hacia él para irle mostrando las cosas interesantes que hay fuera. Son postales del museo en el que está, selladas y enviadas directamente a él. Me parece un material que es desconocido y muy bonito».
En una postal con la imagen de 'La Virgen con el Niño y San Juan', de Botticelli, le dice Sorolla al Rey: «Señor, es un dolor que el museo de Madrid no tenga ningún cuadro de este autor. El duque de Alba creo tiene uno, qué hermoso sería que lo regalara. Lo mismo nos sucede con Rembrandt y Hals«. Hoy, ese Botticelli ('La Virgen de la Granada') está en el Museo del Prado. Deseo cumplido. Eso sí, no lo regaló el duque de Alba, fue adquirido por 18 millones de euros. En el reverso de la postal del 'Retrato de la Infanta Margarita', de Velázquez, escribe a Alfonso XIII: »Señor, en esto a España no hay quien lo supere«. Sobre 'La Gioconda', de Leonardo, dice que »es la obra más importante de este fatigante museo [el Louvre]«. Incluso le cuenta al Monarca detalles como que el calor que hace en París »nos mata, es horrible« y que esta ciudad, »al lado de Londres, es sucia y polvorienta«.
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A los cien años de su muerte, ¿cree que se han superado ya los tópicos de Sorolla como pintor de playas? Un sambenito que siempre le ha perseguido. «Está muy claro que no es solo el pintor de las playas, sobre todo levantinas, por lo que él es fundamentalmente reconocido, sino que es muchísimo más, como se ha visto en numerosas exposiciones nacionales e internacionales. Pintó importantes retratos, paisajes, jardines, que muestran todas sus capacidades», advierte su bisnieta. «Pero es verdad que tiene un atractivo muy especial el tema de sus playas para un número muy importante de coleccionistas, que demandan esas obras», añade. «Como ocurre con muchos artistas, el valor de las obras ha ido siempre en función del tema que representan. Así ocurrió con las vistas de la Gran Vía de Antonio López. Hoy, las playas, los mares de Sorolla tienen un valor superior a sus retratos, paisajes o jardines. Yo, personalmente, prefiero siempre un magnífico jardín a una playa que no sea tan magnífica».
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Echa en falta que en el Año Sorolla no haya una gran retrospectiva del pintor. «No era el momento de hacerla en Madrid, pues la de 2009 en el Museo del Prado marcó un hito y es imposible reunir un número similar de obras de esa calidad. Pero a lo mejor sí era el momento de hacerla fuera, en Estados Unidos, por ejemplo, donde ha habido muestras espléndidas, pero no una gran retrospectiva». En Nueva York, Sorolla es conocido por las obras que Archer M. Huntington le encargó para la Hispanic Society. ¿Quizás esa retrospectiva podría haber sido en la National Gallery de Washington? «Sí, para mí habría sido maravilloso, porque es un museo que me gusta mucho. También, sus salas de exposiciones temporales».
De momento, hay programadas dos exposiciones de Sorolla en Estados Unidos: una, en el National Arts Club de Nueva York, en colaboración con la Hispanic Society, que reunió hasta el 26 de abril un conjunto de bocetos preparativos para su 'Visión de España'. Y otra, en el Meadows Museum de Dallas, con obras en las colecciones norteamericanas, de la que la propia Blanca Pons-Sorolla es la comisaria (del 17 de septiembre al 7 de enero). Fuera de España, también hay exposiciones en Roma, Copenhague, La Habana...
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¿Cree que Sorolla tiene en el mercado la cotización que merece? En la pasada edición de la feria Tefaf en Maastricht, una pintura, 'Muchachas en la playa' , estaba a la venta en el estand de Artur Ramon por 2,7 millones de dólares. Y acabó vendida. «Yo pienso que no, sinceramente. Los precios no los da muchas veces la calidad de las obras, sino la moda y el tipo de coleccionista que quiere una obra y puede pagarla».
El Ministerio de Cultura denegó el permiso de exportación de la obra 'Fin de jornada', de Sorolla, solicitado por una rama de la familia del pintor (Eduardo Lorente-Sorolla, bisnieto del artista) que pretendía venderlo fuera de España. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid rechazó el recurso. «En ese caso lo encontré injusto y lo digo aquí porque ya lo dije en su momento cuando se me pidió un informe como técnica. Yo, desde luego, soy partidaria de que, por supuesto, el Estado debe tener la primera opción de adquirir una obra, pero evidentemente en su precio. Lo que no se puede hacer es no permitir y no pagar. En el caso concreto de Sorolla, hay que tener en cuenta que en el Museo Sorolla, que es estatal, tenemos 1.300 obras, de donación familiar, con cuadros espectaculares y algunas de sus obras más emblemáticas. Es un artista, pues, presente en las colecciones estatales, en museos provinciales... Yo entiendo que se deniegue el permiso de exportación cuando una obra es única. Pero en ese caso tienes que dar un tiempo para ver si la puedes adquirir, como se hace en países como Francia. Para que un pintor sea reconocido en el mundo, tiene que estar en el mundo. Lo que no puede ser es que no haya obra fuera de España. Un museo tiene que adquirir obras buenas. En la National Gallery de Washington no hay ningún cuadro de Sorolla. Entiendo que en España se controle la salida de obras, pero sabiendo muy bien qué es lo que hay, qué es lo que tienen, qué es lo que pueden adquirir o no. Si no son capaces de adquirirlas, deberían poder venderse fuera», comenta Pons-Sorolla.
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¿Han aumentado las falsificaciones en el Año Sorolla? «Tengo continuamente consultas de obras. El 90% no son auténticas. Hay una ínfima parte que es una novedad. Lo que noto es que tengo muchísimas más consultas. En este último tiempo ha aparecido alguna obra más de lo que es habitual, pero también porque el porcentaje de consultas se ha triplicado o cuadruplicado. Son más de 2.000 las falsificaciones localizadas. Muchas veces son equivocadas atribuciones».
Está en marcha el catálogo razonado de su pintura en cuatro volúmenes, un ambicioso proyecto puesto en marcha hace años por Blanca Pons-Sorolla. En total, unas 4.200 obras. Incluyendo el pequeño formato, acuarelas y gouaches, pero no los dibujos. Son unos 10.000. Se catalogaron los 5.000 del Museo Sorolla. La bisnieta del artista ya tiene listas todas las fichas de los dos primeros tomos: unas 2.100-2.200. Del tercero tiene 900 y falta un centenar. El primero llega hasta 1894, cuando Sorolla piensa que ha encontrado su camino con 'La vuelta de la pesca'. El segundo, hasta 1903, con ese 'Sol de la tarde' que Sorolla cree que es la obra con la que alcanza su madurez como pintor. El tercero, hasta 1911, recoge sus grandes exposiciones: 1906 en Francia, 1907 en Alemania, 1908 en Inglaterra, 1909 en Nueva York, Búfalo y Boston, 1911 en Chicago, San Luis y Roma. Ese año, Huntington le encarga a Sorolla los grandes murales para la Biblioteca de la Hispanic Society. En 1912 comienza su 'Visión de España'. El último abarcará desde 1911 hasta el final de su vida. Se prevé que los dos primeros volúmenes se publiquen en 2024. «No cobro por el catálogo, mi trabajo es un regalo que hago a mi bisabuelo. Me ha dado la ocasión de poder disfrutar tanto profesionalmente en mi vida», advierte Blanca Pons-Sorolla.
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Falta por sacar a la luz el epistolario de Clotilde García del Castillo, esposa de Sorolla, que sigue inédito. La correspondencia completa del matrimonio está compuesta por 1.875 cartas (998 escritas por él y 887 por ella). «No sé cuándo se hará, pero hay que hacerlo». Sí están publicadas todas las cartas de Sorolla a la familia y el epistolario entre Sorolla y Pedro Gil.
Además, está previsto que este año aparezca el libro 'Sorolla. Fortuna crítica'. «Hace años, Tomás Llorens y yo hicimos una selección de artículos importantes en época de Sorolla que consideramos básicos de crítica nacional e internacional –explica Blanca Pons-Sorolla–. Quería publicarlo en homenaje a Tomás. Tengo una editora maravillosa, Consuelo Luca de Tena, con la que es un gusto siempre trabajar. Como directora del Museo Sorolla realizó una labor absolutamente increíble». También pendiente, la ampliación del museo, obra del estudio de arquitectura Nieto y Sobejano. Por culpa del Covid, el proyecto se ha retrasado. Teóricamente, debía estar listo en 2024. «El proyecto me parece magnífico, de una sensibilidad enorme», advierte la bisnieta del pintor. La inversión inicial prevista era de unos 6,4 millones de euros.

Sobre estas líneas, aparece un estudio inédito de Sorolla para el 'Retrato de la Reina Victoria Eugenia en el palco del Teatro Real', de 1918. El lienzo final se halla en el Museo Palacio Viana de Córdoba. Hay otro estudio del cuadro en el Museo Sorolla. ¿Cómo era Joaquín Sorolla en la intimidad? «Maravilloso. Tremendamente apasionado con la vida, con su familia, y muy buena gente. Como decía Pérez de Ayala, 'con un corazón maravillosamente dotado para los afectos'. Gran amigo de sus amigos, gran padre, gran esposo, muy querido. Trabajador implacable. Sus pasiones, pintar y su familia». Así lo retrata su bisnieta cien años después de su muerte.
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