Joaquín Sorolla, real y virtual, en el Palacio Real
Gracias a un proyecto híbrido e inédito, conviven la exhibición de 24 cuadros del pintor poco conocidos con experiencias sensoriales y de realidad virtual

El Palacio Real de Madrid acoge una de las exposiciones centrales del Año Sorolla, que conmemora el centenario de su muerte y que hoy será inaugurada por los Reyes. Comisariada por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista y experta en su obra, ... y Consuelo Luca de Tena, exdirectora del museo del pintor, el tema central de la muestra es la luz, que siempre ha ido ligada a la pintura de Sorolla. No en vano desde sus inicios se le conoce, con permiso de Vermeer, como 'el pintor de la luz'. Una luz cazada, sorprendida, pura magia. «Toda su correspondencia y sus entrevistas están llenas de referencias a las circunstancias de la luz y sus efectos sobre el color –advierten las comisarias–, y también a la emoción desbordante que él siente mientras vierte en su lienzo esos efectos». Decía el pintor: «Yo lo que quisiera es no emocionarme tanto, porque después de unas horas como hoy, me siento deshecho, agotado, no puedo con tanto placer». Y no se refería a la pasión por Clotilde, su esposa, sino a su otra pasión: la pintura. «Bendito sol, que amo cada vez más»...

'Sorolla a través de la luz' (del 17 de febrero al 30 de junio) es, en realidad, tres exposiciones en una. La novedad del proyecto, híbrido e inédito hasta la fecha, es que combina el modelo de exposición clásico (donde cuelgan obras de un artista) con las experiencias inmersivas –se han convertido en una auténtica plaga–, y la realidad virtual. Otra forma de ver a Sorolla y su luz, con nuevos ojos. Tras un espacio introductorio y didáctico con una cronología ilustrada, pasamos a dos salas (cubos) sensoriales (la palabra inmersiva ha comenzado a tener una acepción peyorativa) cubiertas por multipantallas LED, en las que se proyectan imágenes de un centenar de obras maestras del pintor con una altísima resolución, acompañadas de música y movimiento. Son muy fotogénicas e 'instagrameables'. Carne de selfis.
Las figuras de los cuadros cobran vida, están animadas: una niña salta a la comba, las hojas revolotean por el viento, el agua fluye de fuentes y manantiales... También aparecen fotografías y escritos de Sorolla. El objetivo es que el visitante experimente las emociones que el pintor sintió al contemplar la belleza del natural y trasladarla al lienzo. Este espacio sensorial ha sido realizado por el estudio Karmachina, con sede en Milán.

El recorrido continúa en cuatro señeras salas del Palacio Real, en las que se exhiben 24 lienzos de Sorolla. La selección de las comisarias se ha basado en la belleza y calidad de las pinturas, pero también en que son poco o nada conocidas. Además, la luz es una prioridad en todas ellas: distintas luces, tomadas en distintos momentos del día, en distintas estaciones del año. Han sido prestadas, en su mayoría, por coleccionistas particulares. Están agrupadas en tres secciones temáticas: retratos familiares, retratos reales y jardines, y el mar. En la primera de ellas, los protagonistas son el pintor y su familia. Cuelga un autorretrato realizado cuando tenía 42 años. Apenas visto, de la veintena que pintó es uno de los ocho que hizo con carácter definitivo. Junto a él, dos preciosos retratos de su hija María, convaleciente de una tuberculosis en El Pardo (Sorolla nunca se desprendió de ellos) y un retrato de su esposa, Clotilde, y su hija Elena paseando por las rocas en Jávea, cedido por Esther Koplowitz.
En la siguiente sala, espléndidos retratos del Rey Alonso XIII con uniforme de húsar en La Granja (Segovia) –una pintura emblemática–, de la Reina Victoria Eugenia con manto de armiño y de Alfonso de Borbón, Príncipe de Asturias, con poco más de dos meses, conviven con vistas de jardines: La Granja, el Alcázar de Sevilla y su propia casa en Madrid, convertida hoy en museo. La última sala está dedicada al mar, tema recurrente en toda la producción de Sorolla y su obra más conocida y reconocida. Hay cuadros pintados en Valencia y en Jávea. Muchos de ellos apenas se han visto en público.

Al final de la visita, gracias a unas gafas de realidad virtual de últimísima generación, viajamos al mundo de Sorolla. Nuestros avatares cruzan una puerta y de repente se hallan cruzando una pasarela por la playa de la Malvarrosa de Valencia de la mano de una de las pinturas más conocidas de Sorolla, 'Paseo a la orilla del mar', en la que el artista retrató a su esposa, Clotilde, y María, una de sus hijas. Tras cruzar otra puerta virtual, nos hallamos pisando una alfombra, la del estudio de la casa-museo de Sorolla. Vuelan a nuestro alrededor los objetos que tenía en su estudio, con los que podemos interactuar. Sorolla está pintando un autorretrato. La experiencia dura siete minutos. El precio de la exposición varía según los días: 12 euros, de lunes a miércoles; 14 euros, jueves y viernes, y 16 euros, sábados, domingos y festivos. La muestra itinerará después, aunque con otra selección de cuadros, a Valencia y a Dallas.
MÁS INFORMACIÓN
Gonzalo Saavedra, director de Light Art Exhibitions –empresa organizadora de la exposición, en coproducción con Patrimonio Nacional, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla– explica que ha sido un proyecto complejo y costoso (no desveló el presupuesto): «Hay un 'boom' de exposiciones sensoriales, pero hemos advertido dos carencias: el público sale sin conocer al artista y no ve obra real. Ambas han sido subsanadas en esta muestra».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete