Sáenz de Tejada: una familia con la ilustración en el ADN
El Museo de La Rioja confronta en una exposición la obra del genial artista con la de su nieta Judith

El Museo de La Rioja, en Logroño, un palacio del siglo XVIII donde vivió el general Espartero, acoge, del 28 de septiembre al 4 de diciembre, la exposición 'Carlos Sáenz de Tejada y Judith Sáenz de Tejada. Dos ilustradores, un mismo apellido', en la ... que los trabajos del célebre artista se exhiben junto con los de su nieta. Dos formas diferentes de ilustrar, pero con algunos guiños y conexiones. Una muestra a la que los comisarios, Enrique Martínez Glera y Teresa Álvarez, han querido dar un marcado carácter didáctico: «En cierto modo, enseñar y aprender, divulgar, es el objetivo de este montaje». Se han editado dos cuadernillos que se distribuirán en colegios de Primaria y Secundaria.
De Carlos Sáenz de Tejada (Tánger, 1897-Madrid, 1958) destacan los comisarios «su espíritu ecléctico y el gran dominio de los diferentes géneros artísticos. Fue dibujante, ilustrador, publicista, grabador, cartelista, diseñador, figurinista de moda, pintor, retratista y decorador de escenografías teatrales y de interiores... Trabajó todas estas disciplinas y a todas les aplicó su férreo rigor, elaborando gran cantidad de bocetos y estudios previos para que nada escapase a su estricto control, y siempre con una mentalidad abierta, si bien fue particularmente especial su dominio sobre el arte de la ilustración y ya desde niño tuvo una notable habilidad con el dibujo». Además, «tenía un amplio conocimiento de la historia». Martínez Glera, que estuvo un año empapándose en el archivo y la personalidad del genial ilustrador, alumno preferido de Sorolla, advierte que tenía un gran sentido del humor, que ha heredado su nieta.
Literatura y grabado
Son muchos los libros que ilustró Sáenz de Tejada. Una faceta en la que la exposición pone un especial énfasis. Por un lado, se han seleccionado tres obras literarias: 'La española inglesa', de Miguel de Cervantes, donde utilizó el grabado al aguafuerte; 'Los intereses creados', de Jacinto Benavente, para el que usó la litografía; y 'Platero y yo', de Juan Ramón Jiménez, en el se decantó por el huecograbado y un intento de grabado y xilografía. También se exhibe el cartel litográfico 'Ballets espagnols Argentina', que representa a la bailarina Antonia Mercé, la Argentina, realizado en 1927 en París, así como dos toreros en cerámica, siguiendo sus diseños.
El Museo ABC, que atesora más de 900 dibujos de Carlos Sáenz de Tejada, de los que 775 son de moda, colabora con el proyecto prestando siete obras de la Colección ABC, todas ellas ilustraciones para relatos: dibujos para los cuentos 'El tiempo triturado', de Agustín de Foxá; 'El circunspecto en palacio', de Azorín; 'El rey negro y los otros', de Ana María Matute; 'Dios y Pigmalión', de Ramón Goy de Silva, y tres dibujos para extractos de la novela 'La burla negra', de José María Castroviejo. Sáenz de Tejada es uno de los nombres propios más destacados de la Colección ABC. En 2011, el Museo ABC reivindicaba en una exposición su faceta como ilustrador de moda a través de tres centenares de sus dibujos en París. Un fascinante recorrido por el lujo, la elegancia y la sofisticación del exquisito trabajo de este corresponsal gráfico. A partir de 1931, sus diseños ilustraron semanalmente las páginas de ABC y Blanco y Negro, que daban buena cuenta de las novedades de los talleres de costura parisinos.

Por su parte, Judith Sáenz de Tejada (1961) no ha parado de reinventarse. Iba para veterinaria, hizo incursiones en el mundo del turismo (elaboró guías), pero el ADN tiró más y acabó como restauradora de obras de arte (entre otros muchos trabajos, el Ministerio de Cultura le encargó en 1985 la recuperación de unos dibujos sobre sargas de su abuelo que limpió y a los que les puso bastidores) y artista polifacética. Recuerda en conversación telefónica con ABC que ya en el colegio siempre dibujaba y diseñaba. Parte de su tiempo lo pasaba decorando árboles genealógicos. Le encantaba pasar por el estudio de su abuelo, donde daba clases de pintura su tía Mari Luz, con la que, a partir de los 10 años, aprendió la técnica.
Ilustró historias de las ciudades y pueblos, pero también la historia de su propia familia, marcada por una enfermedad rara que padecía su padre. «La misma que tenía el presidente Kennedy», apunta Judith. «Mis libros ilustrados son para todas las edades, fábulas reales en las que empleo animales, que humanizo. En cierta forma, mi abuelo también lo hizo en sus ilustraciones para 'Platero y yo'». Junto a una selección de esos dibujos, la exposición incluye láminas del libro 'El estornino Saturnino en la Tierra del Vino', que ella escribe e ilustra; bocetos que realizó para el calendario de la ONU de 2010 sobre los derechos de los niños, así como algunas de sus ilustraciones para moda y diseño de joyas.
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De familia de diplomáticos, se hablaba en casa francés, árabe y español. ¿Pesa mucho exponer con su abuelo, un artista tan reconocido? «Es una gran responsabilidad. Pesa mucho, sobre todo ante la familia». En cuanto a posibles conexiones entre los trabajos de ambos, aparte del uso de los animales, cita la versatilidad: obras para teatro, publicidad, calendarios... No llegó a conocer a su abuelo, pero le han contado que, «como era disléxico, su forma de comunicarse era el dibujo. Era un obseso de la perfección». Dibujaba obsesivamente, incluso sentado a la mesa durante el almuerzo.
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