Picasso y Julio González: cuando la escultura se dibujó en el espacio

La Fundación Mapfre abre el Año Picasso en España con una muestra que aborda la amistad y colaboración entre los dos grandes artistas

'Mujer en el jardín' (1930), de Picasso, una de las esculturas más importantes del siglo XX. Es propiedad del Museo Picasso de París GUILLERMO NAVARRO

Natividad Pulido

Madrid

21/09/2022
Actualizado a las 15:14h.

El 27 de marzo de 1942 fallece, en su casa de Arcueil, a las afueras de un París ocupado por los alemanes, el artista español Julio González. A su funeral acuden sus colegas Luis Fernández y Pablo Picasso. Apenas una semana después, este ... último crea un par de obras en recuerdo de su amigo, con quien colaboró unos años. Ambas las tituló 'Cabeza de toro'. En una pintó el cráneo de un animal, una 'Vanitas' barroca (Pinacoteca de Brera de Milán). La otra es un ensamblaje de un sillín y un manillar de una bicicleta destartalada, que Picasso vio camino del funeral de Julio González y con los que formó una cabeza de toro (Museo Picasso de París). Con este homenaje comienza la exposición 'Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura' en la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre, que reúne, del 23 de septiembre al 8 de enero de 2023, 170 obras.

Es una colaboración con el Museo Picasso de París, la Comisión Nacional para la Conmemoración del 50 aniversario de la muerte del artista malagueño y la González Administración. Es, además, el proyecto póstumo de Tomás Llorens, que retomó en solitario su hijo Boye. Visitamos la exposición acompañados por Casilda Ybarra, nueva conservadora jefe de artes plásticas de la Fundación Mapfre, cuya directora de Cultura, Nadia Arroyo, explica que «supone una nueva mirada a esta colaboración de la que se ha escrito mucho, y una reivindicación de Julio González».

Imagen principal - Arriba, 'Mujer peinándose I', obra maestra de Julio González, cedida por el Centro Pompidou de París. Abajo, de izquierda a derecha, su última obra, inacabada (en una vitrina, el boceto de 'Pequeña Montserrat asustada' y tres fragmentos de la escultura) y uno de sus 'Hombres Cactus' — Julio González Arriba, 'Mujer peinándose I', obra maestra de Julio González, cedida por el Centro Pompidou de París. Abajo, de izquierda a derecha, su última obra, inacabada (en una vitrina, el boceto de 'Pequeña Montserrat asustada' y tres fragmentos de la escultura) y uno de sus 'Hombres Cactus' Fotos: Guillermo Navarro

Imagen secundaria 1 - Arriba, 'Mujer peinándose I', obra maestra de Julio González, cedida por el Centro Pompidou de París. Abajo, de izquierda a derecha, su última obra, inacabada (en una vitrina, el boceto de 'Pequeña Montserrat asustada' y tres fragmentos de la escultura) y uno de sus 'Hombres Cactus' — Julio González Arriba, 'Mujer peinándose I', obra maestra de Julio González, cedida por el Centro Pompidou de París. Abajo, de izquierda a derecha, su última obra, inacabada (en una vitrina, el boceto de 'Pequeña Montserrat asustada' y tres fragmentos de la escultura) y uno de sus 'Hombres Cactus' Fotos: Guillermo Navarro

Arranca el Año Picasso en España con este cara a cara entre estos dos genios en torno al nacimiento de una nueva escultura en hierro, que busca la transparencia y desmaterializa el volumen a partir de líneas, planos y vacíos. Ambos artistas se conocieron hacia 1899 en el entorno de 'Els Quatre Gats' de Barcelona, templo del modernismo catalán. Mantuvieron una relación de admiración y respeto, con la excepción de una pelea en 1908. Se cree que el motivo fue la desaparición de unos dibujos de Joan González (hermano de Julio), que este dejó a Picasso para que los guardara. Años después se reencontraron en París y retomaron su amistad.

Una primera sección aborda el trabajo de ambos en pleno tardomodernismo en arquitectura y artes plásticas: junto a manetas y tiradores de puertas de Gaudí para la Casa Milá, se muestran piezas creadas en el taller de forja de hierro y orfebrería de Concordio González, padre de Joan y Julio. Son años en los que artistas como Nonell, Mir o Canals rechazan la visión idealizada de la vida moderna de Casas y Rusiñol y se adhieren al miserabilismo, un movimiento que mira a los más desfavorecidos. Junto a las gitanas de Nonell, obras de Picasso, como 'Los miserables', 'El loco' –acuarela que dedica a su amigo Sebastián Junyent–, 'La mujer del mechón', 'Maternidad' o su célebre aguafuerte 'El almuerzo frugal', de la 'Suite de los saltimbanquis'. La plancha de cobre perteneció a Joan González. De su hermano Julio, cuelgan campesinas y maternidades, visiones idealizadas de la naturaleza, junto a su primera escultura, de 1906: una pequeña maternidad que recuerda a Rodin. También se exhibe la primera escultura de Picasso, 'Mujer sentada', un bronce de 1902.

Transparencia y desmaterialización

Joan y Julio González querían ser pintores. Abandonaron el taller familiar y se marcharon a París. En 1913 Julio abre en la capital francesa una tienda de joyas y objetos de arte y manda a los salones obras como pintor y orfebre. En 1918, aprendió la técnica de la soldadura en la fábrica de Renault. Aunque se suele atribuir a Picasso y a Julio González la 'invención' de la escultura en hierro y la introducción de la abstracción en la escultura, la tesis de la muestra es que a finales de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado había un grupo de artistas que ya estaban abordando este asunto: Giacometti, Lipchitz, Gargallo... Un largo proceso de la desmaterialización de la escultura que se inició con el cubismo tardío de Ozenfant, Gleizes o Laurens. 'El arlequín', de Julio González, de 1930, préstamo del IVAM, es su obra más cubista.

El núcleo de la exposición se centra en la colaboración entre Picasso y Julio González durante cuatro años: de 1928 a 1932. Nace en torno al encargo a Picasso del monumento funerario de su amigo el poeta Guillaume Apollinaire. Sus restos reposan en el cementerio Père Lachaise de París. El encargo, que parte de un comité, se hizo en 1924, pero Picasso comienza a trabajar en 1927 por sus desavenencias con los comitentes. Las sucesivas propuestas son rechazadas de plano. Finalmente, la inspiración le llegó a Picasso con la lectura de la novela autobiográfica de Apollinaire 'El poeta asesinado', en la que anunciaba su propia muerte. En ella, el pájaro de Benin (Picasso) anuncia que va a erigirle una estatua: «Tengo que esculpirle una profunda estatua de nada, como la poesía, como la gloria».

Como Picasso no tiene experiencia en el trabajo con hierro, recurre a su amigo Julio González, a quien le pide que colabore con él. Decía que «en sus manos los metales son tan dúctiles como la mantequilla». Una a una son rechazadas las propuestas que presentan, y que podemos admirar en la exposición: dos cabezas que se funden en un beso, una esfinge en una jaula de alambre... O 'Mujer en el jardín', de la que Picasso está más satisfecho. Retoma en ella la idea de la esfinge, pero de mayor tamaño, con un solo ojo y el pelo al viento. Se exhibe la primera versión, de 1930, en hierro, que el malagueño pintó de blanco. Fruto de la improvisación, es una de las esculturas más importantes del siglo XX. Se entregó como dación al Estado francés en 1979. Picasso pidió a González que hiciera otra réplica en bronce, hoy propiedad del Museo Reina Sofía. No se desprendió de ellas. Tampoco fue aceptada por el comité. Picasso, harto, presentó una cabeza de Dora Maar en bronce. De la colaboración entre los dos artistas se beneficiaron ambos: Picasso, que aportó la fuerza creativa, aprendió la forja en hierro y la soldadura; Julio González, que tenía el dominio técnico, potenció la fantasía y la imaginación en su trabajo.

Imagen principal - Arriba, una joven admira las dos obras que Picasso hizo en homenaje a Julio González, apenas una semana después de su muerte, en 1942. Ambas tienen el mismo título: 'Cabeza de toro'. Abajo, de izquierda a derecha, 'Mujer con sillón rojo' frente a 'Cabeza de mujer (ambas realizadas en Boisgeloup) y 'El hombre del cordero' — Picasso Arriba, una joven admira las dos obras que Picasso hizo en homenaje a Julio González, apenas una semana después de su muerte, en 1942. Ambas tienen el mismo título: 'Cabeza de toro'. Abajo, de izquierda a derecha, 'Mujer con sillón rojo' frente a 'Cabeza de mujer (ambas realizadas en Boisgeloup) y 'El hombre del cordero' Fotos: Guillermo Navarro

Imagen secundaria 1 - Arriba, una joven admira las dos obras que Picasso hizo en homenaje a Julio González, apenas una semana después de su muerte, en 1942. Ambas tienen el mismo título: 'Cabeza de toro'. Abajo, de izquierda a derecha, 'Mujer con sillón rojo' frente a 'Cabeza de mujer (ambas realizadas en Boisgeloup) y 'El hombre del cordero' — Picasso Arriba, una joven admira las dos obras que Picasso hizo en homenaje a Julio González, apenas una semana después de su muerte, en 1942. Ambas tienen el mismo título: 'Cabeza de toro'. Abajo, de izquierda a derecha, 'Mujer con sillón rojo' frente a 'Cabeza de mujer (ambas realizadas en Boisgeloup) y 'El hombre del cordero' Fotos: Guillermo Navarro

La exposición continúa con sendas secciones dedicadas al trabajo en solitario de ambos artistas entre 1930-32. Julio González continuó explorando la desmaterialización y se aproxima a la abstracción, aunque él negó siempre ser abstracto. Se dedica una 'capilla' a otra de las joyas de la muestra: 'Mujer peinándose I' (1931), de Julio González, realizada en hierro forjado y soldado, y propiedad del Pompidou. Es una escultura fundamental del siglo XX. Julio González estaba muy interesado en el tema de la mujer en la 'toilette', de su admirado Degas. Otra pieza destacada del artista es 'Gran maternidad', cedida por la Tate y para la que González se inspira en el arte gótico. Entre 1930 y 1931 abordó el dibujo en el espacio.

En 1930 Picasso compra el castillo de Boisgeloup, en Normandía. Tres años antes había conocido a Marie-Thérèse Walter. Retoma los grandes volúmenes en su nuevo taller de escultura. Hay buenos ejemplos en la exposición: 'Cabeza de mujer', 'Mujer con sillón rojo'...

Picasso y Julio González expusieron dos obras maestras en el Pabellón de la República española de la Exposición Internacional de París de 1937. El primero, el 'Guernica' (Museo Reina Sofía); el segundo, 'La Montserrat', retrato de una campesina con un niño en brazos y una hoz en la mano (Stedelijk Museum de Ámsterdam). Tanto las mujeres que lloran del 'Guernica' como 'La Montserrat' remiten a las Piedades dolorosas cristianas. Cuelgan postscriptos del 'Guernica' y versiones posteriores de 'La Montserrat': la mujer grita de dolor, asustada por los horrores de la guerra. Cierran la exposición sus 'Hombres Cactus', que tratan de salir de su cuerpo, convertido en una prisión; su última obra, inacabada (en una vitrina, el boceto de 'Pequeña Montserrat asustada' y tres fragmentos de la escultura), y 'El hombre del cordero', de Picasso. Ninguno de los dos artistas regresó a España.