En observación

La puerta giratoria y la cuña de madera

Las puertas giratorias que dan acceso a la sede histórica de Telefónica son la mejor representación de la operación que ha llevado al Ejecutivo a tomar el control de la compañía

Banderas y chistes de nuestros padres

Pisos de señoritas para zonas tensionadas

«Ahora que estamos mejor conectados que nunca, imaginémonos lo lejos que podremos llegar». Este era, el año pasado, el eslogan del centenario de Telefónica, presagio de lo lejos que podía llegar el Gobierno, mejor conectado que nunca. Jaume Plensa hizo una escultura de encargo, ... Lego construyó una réplica de la torre de Gran Vía, Lucas Vidal compuso una 'suite' y Pallete tocó la campana de la Bolsa de Nueva York. Todo precioso. «Imaginémonos cien años más», decía el inocente 'spot' de aniversario de una compañía cuyo futuro, no había que esperar tanto para verlo, estaba ya escrito en un mensaje de móvil, quizá borrado a estas alturas, por simple protocolo. Eso ahora no importa, que dijo el fiscal.

Las puertas giratorias que dan acceso a la sede histórica de Telefónica son la mejor representación de la operación que ha llevado al Ejecutivo a tomar el control de una compañía que por su naturaleza resulta esencial -junto a Indra, tierra ya conquistada- en un magno proyecto tecnológico que incluye el desarrollo -miedo da pensarlo, como cualquier futuro imaginable, escrito en un mensaje borrado- de una IA propia: España pregunta y Telefónica responde. Siempre acierta. «La transformación digital está al servicio de la conquista de más derechos», dijo Sánchez hace poco menos de un año, justo antes de ordenar y ejecutar la entrada del Estado en el capital de Telefónica.

Si la puerta giratoria era tradicionalmente la que comunicaba los despachos oficiales con las plantas nobles de las compañías privadas, siempre en fila de a uno, lo sucedido desde el año pasado en la operadora se puede sintetizar en la figura amorfa de la cuña de madera que atranca la puerta para que pase no ya una persona -ministro, secretario de Estado o director general-, sino todo el Gobierno, a saco y en tropel. «Imaginémonos lo lejos que podremos llegar» con la puerta abierta de par en par.

La vocación intervencionista del Gobierno de Pedro Sánchez no solo responde al contagio de la izquierda estatalista de la que se hizo acompañar y a la que plagió sin recato. Sanidad pública, empresa pública de vivienda y todo eso que van diciendo por ahí. Públicamente. La materialización de esa idea de progreso, sin embargo, solo se ha sustanciado en una sector industrial que casualmente tiene que ver con la comunicación, ahora simplificada y tutelada a través de unos sistemas que pasan por la IA que el Gobierno planea diseñar y aplicar para que no queden por ahí cabos sueltos ni medios que desafinen en su 'suite'. «Imaginémonos cien años más», decía el inocente 'spot' de una Telefónica en la que Pedro Sánchez va a estar mejor conectado que nunca.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios