La vieja (y fracasada) clase política italiana vuelve a la arena electoral
La campaña para los comicios del 25 de septiembre parece la de 1994, cuando se presentó Berlusconi, que hoy vuelve a ser el mayor 'vendedor de ilusiones'
Draghi, primer ministro en funciones y hacia elecciones en septiembre
Draghi, el hombre que salvó al euro y no pudo salvarse a sí mismo

Italia vive la campaña electoral más desagradable y mediocre de las últimas décadas. En la noche del lunes los partidos presentaron las listas para los comicios del próximo 25 de septiembre, que son todo un reflejo de una vieja y en gran parte fracasada ... clase política, con personajes que llevan veinte, treinta o más años sin salir del Parlamento, sin ningún espacio para jóvenes o nuevas entradas de la sociedad civil. Y la mayoría de los partidos con programas que contienen propaganda y muchas promesas irrealizables.
Parece que Italia vive una campaña de los años 90 o principios de este siglo, con algunos políticos que parecen eternos. Es el caso de Silvio Berlusconi, que cumplirá 86 años en septiembre e ingresó en el Parlamento en 1994. Ahora entrará en el Senado, dispuesto incluso a presidirlo, después de haber sido expulsado en el 2013. Il Cavaliere fue expulsado de la Cámara por una sentencia del Tribunal Supremo, que lo condenó por fraude fiscal, teniendo que cumplir un año de servicios sociales en una residencia de ancianos.
Hay otros casos especialmente llamativos. Se lleva la palma de la antigüedad Pierferdinando Casini, de 66 años, entró por primera vez en el Parlamento en el muy lejano 1983, como joven democristiano. Fundó un partido centrista aliado con Berlusconi y ahora tendrá escaño seguro con el Partido Democrático, de izquierda. Umberto Bossi, fundador de la Liga Norte, ingresó por primera vez en el Congreso de los Diputados en 1992. Marcello Pera llegó al Senado en 1996. Giulio Tremonti, con una carrera singular, iniciada en 1987 en el Partido Socialista, entró en el Parlamento en 1994 y fue ministro de Economía en los tres gobiernos de Berlusconi. Llevó al país casi a la bancarrota en el tercero, un Ejecutivo que fue sustituido por el técnico Mario Monti en noviembre 2011, siendo presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, el actual primer ministro en funciones.
Tremonti nunca ha perdonado a Draghi que, tres meses antes de la caída del tercer gobierno Berlusconi, el BCE le enviara una carta firmada por su entonces presidente, el francés Trichet, y el que inmediatamente después sería su sucesor, Mario Draghi, instando al gobierno a adoptar con urgencia una serie de medidas económicas para evitar la bancarrota. Desde entonces, Tremonti culpa a Draghi de todos los males de la economía italiana y europea, incluida la inflación actual. Ahora será parlamentario de Hermanos de Italia, liderado por Giorgia Meloni, el primer partido del país, según las encuestas. Si gana la derecha, Tremonti puede jugar un papel destacado en el próximo gobierno si lo encabeza Meloni, como indican los sondeos.
Nuevos rencores
Hay vieja política y también nuevos rencores, con peleas interminables en los partidos durante las últimas semanas para hacer las listas electorales, dado que el nuevo Parlamento tendrá 345 escaños menos, 600 en total: 400 la Cámara de diputados y 200 el Senado. En el anterior, había 945: en la Cámara 630 y en el Senado, 315. Todos los analistas coinciden en destacar la mediocridad que tendrá el nuevo Parlamento, por lo que no es de extrañar el bajo nivel y la ambigüedad de la campaña electoral.
Los programas están siendo muy generosos en propuestas, sobre todo en rebaja de impuestos, pensiones, trabajo y ayudas para afrontar la crisis económica.
Berlusconi, como ha hecho en sus anteriores campañas, vuelve a distinguirse como el mayor 'vendedor de ilusiones', prometiendo «pensiones de mil euros a todas las madres y abuelas». La derecha se centra en la bajada de impuestos con la llamada 'flat tax', un tipo único de impuesto que Matteo Salvini desea fijar en el 15% para ingresos hasta de 70.000 euros, mientras Forza Italia de Berlusconi lo querría en un 23%. Actualmente, la media impositiva en Italia se sitúa en el 43%, con unos servicios públicos en general deficientes. La gran mayoría de los expertos considera imposible esa bajada de impuestos que supone la 'flax tax', salvo que se reduzcan ciertos servicios. Mientras, la izquierda presiona en la lucha contra la precariedad.
De momento, la campaña electoral es muy desalentadora, a juicio del escritor y profesor de Historia Contemporánea Ernesto Galli della Loggia: «Es una campaña muy aburrida, porque el vocabulario, la forma de expresarse los candidatos, las caras conocidas, todo da la idea de algo ya visto. Entonces, ver la televisión es francamente terrible: como la campaña electoral en Italia dura todo el año, cuando llega la de verdad te dan ganas de decir 'ya la he visto'».
Los programas están siendo muy generosos en propuestas, sobre todo en rebaja de impuestos, pensiones, trabajo y ayudas para afrontar la crisis económica
Es muy crítico el juicio que ha hecho de esta clase política el presidente del Tribunal Constitucional y ex primer ministro, Giuliano Amato, de 84 años, un experimentado y respetado representante de las instituciones, para el que los políticos actuales no están a la altura: «Tengo estima por los que se ocupan de la política y la hacen, cualquiera que sea el nombre que lleven. Pero no puedo dejar de señalar que la sustitución de grandes fuerzas políticas por otras basados en ideologías y extremismos que dividen en lugar de unir, como ocurre ahora, la política no está preparada para la ingente tarea que tenemos ante nosotros», dijo Giuliano Amato en un discurso en Rímini.
La sentencia del presidente del Constitucional Amato sobre una generación política, por su incapacidad para solucionar problemas, es casi un epitafio: «La fragilidad estructural de la política la lleva a seguir y no a liderar».
Desencanto
No es de extrañar el desencanto de los italianos: según un reciente sondeo del instituto SWG, el 28% de la muestra aseguró estar convencido de que «votar es inútil». Solo el 58% afirma que acudirá a las urnas el 25 de septiembre. Para la sociedad SWG la tendencia hacia el «absentismo es alarmante».
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