Pastores 'centennials', los últimos trashumantes
Estas son las caras y las voces de una profesión milenaria que corre el riesgo de desaparecer en España
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Huele a cuscús recién hecho en una pequeña casa del puerto de montaña Las Pintas, en Salamón, en la provincia de León. Dos literas, un hornillo, una ducha en el exterior, placas solares, televisión, 500 ovejas y una cabra. Eso es todo lo ... que hay a su alrededor. En su interior se encuentran Carolina García Santa María, de 23 años, y Mohamed Akhlifa, de 22, los pastores más jóvenes de la zona. Una pareja que se conoció formándose y lo ha dejado todo para dedicarse a una labor en peligro de extinción: el pastoreo.
Cada otoño, decenas de rebaños de ovejas dejan atrás las montañas del norte de España, donde se alimentan y disfrutan de un verano más fresco, para volver antes de que comience el invierno a los cálidos valles y dehesas del sur de la península. Dirigidos por pastores y ayudados de la necesaria labor de sus perros, los animales cruzan campos y montes en una actividad con miles de años de antigüedad que va mucho más allá del simple hecho de alimentar al ganado: la trashumancia.
Nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, esta tarea consiste en el desplazamiento estacional del ganado y tiene en los duleros a sus protagonistas clave. Hombres y mujeres dedicados íntegramente a ello, que conviven con los retos que conlleva ser trashumante. Sin su labor, este método de producción y alimentación único en el mundo -con el que también se ayuda a la conservación del medio ambiente y a la generación de empleo, directo e indirecto, en las zonas más desfavorecidas-, desaparecería por completo.
Su importancia la conocen bien en Fundación Monte Mediterráneo, que coordina desde 2013 el movimiento de ganado ovino por toda España, además de realizar proyectos de investigación, cursos de formación y prácticas en su centro de estudios.

La historia de García Santa María, estudiante de Ciencias Ambientales del proyecto Ovinnova, y de Akhlifa, quien ha estado toda la vida pastoreando animales en los alrededores de Tetuán junto a su madre y su abuela, comienza en uno de los cursos de formación de esta organización. «Si quieres esta vida tienes que encontrar a alguien que ame esto. Tampoco es fácil dar con quien te entiendas para trabajar como pastor, porque no es una tarea fácil. Va a haber momentos de todo tipo, pero todo es muy crudo, lo bonito y lo feo. Son 24 horas. Aquí se ve cómo son las personas», explica ella.
Son ya tres los años que se conocen, pero este verano ha sido el primero en el que han trabajado juntos pastoreando en las montañas de León. Lo habitual es que pasen todo el día fuera, con su rebaño. «Nos levantamos cuando sale el sol y volvemos a casa cuando anochece, es cuando mejor comen», comenta García Santa María. «Para desayunar, Mohamed prepara tortitas, avena o huevos fritos. A mediodía, si comemos en la montaña y hace frío, nos llevamos en el termo una sopa, garbanzos o lentejas. Y si no nos ha dado tiempo a cocinar, una lata de sardinas, pero nos gusta preparar todo tipo de guisos, pasta o tortilla de patata, por ejemplo», relatan.

El cuscús de hoy, con un sofrito de cebolla y cordero asado, lleva la firma de él y huele delicioso. Su trabajo pastoreando a las ovejas en este puerto termina pronto, pues a finales de octubre vendrá un camión para recoger sus animales y bajarlos a Huelva, donde viven de forma libre en la dehesa. Ellos todavía no saben que harán del otoño en adelante: «Cada año es distinto», advierten.
Un veterano con 1.200 ovejas
De esta vida nómada sabe mucho Juan José Morgados, natural de Cáceres, uno de los pastores más veteranos de los que hay ahora en las montañas de León. Este año salió de la capital extremeña junto a sus ovejas y subió andando hasta Acebedo para pasar la temporada del verano en el puerto. Tardó 40 días y pasó por 120 pueblos. Ahora le acompaña Miguel, para ayudarle a pastorear las 1.200 ovejas con las que cuentan.
«Aunque vayas andando necesitas llevar un coche de apoyo con cinco o seis personas porque debes comer, llevar las tiendas de campaña y medicamentos para las ovejas, entre otras cosas. Las dificultades de hacer la trashumancia son muchas. Tienes que conocer todo el camino para saber por donde pasar y, además, las ovejas pueden enfermar, se pueden romper una pata y hasta pueden morir», explica haciendo hincapié en los riesgos que implica mover el ganado.

«En estos viajes, las ovejas pueden llegar a transportar en su lana o excrementos hasta 5.000 semillas al día asegurando la supervivencia de diversas especies de plantas y flores», apunta sobre el beneficio para la biodiversidad que supone esta actividad Tomás Rodríguez, director de Interovic, la organización interprofesional agroalimentaria del ovino y caprino. Además contribuye a la diversificación y conservación de hábitats y a la prevención de incendios, debido a que este ganado consume toda la materia seca y los matorrales de los montes de los pastos que corren peligro de convertirse en combustible.
Vanesa de Prado: una mujer al frente

En Castilla y León, asegura Vanesa de Prado -ganadera y pastora de quinta generación que se ha convertido en la representante del sector femenino del pastoreo de Fundación Monte Mediterráneo-, el Gobierno ha manifestado su deseo de que a los puertos suban más ovejas que vacas. «Sin embargo, los ganaderos asturianos que tienen vacas, y una subvención por tener bovino, pueden pagar más terreno para que se alimenten y pastoreen sus animales que los ganaderos ovinos», comenta.
Superviviente de un cáncer y madre de dos niñas, De Prado siempre ha luchado por sacar a su familia adelante desde un oficio tradicionalmente masculino. Asentada por primera vez este año en Terradillos de los Templarios, hasta ahora pasaba los veranos pastoreando sus animales en diferentes puertos de León. En la actualidad cuenta con 430 ovejas, entre churras y merinas, empleadas en exclusiva a la producción de carne. Es la única ganadera y pastora a la vez dentro de este proyecto. «Esta profesión es muy vocacional y el hecho de ser mujer siempre ha hecho que el trato sea diferente. Gracias a mi madre y a mi hermano, he podido salir adelante. Aquí tienes que luchar día a día, y si no tienes quien te apoye es inviable tener ganado», denuncia.
Pastoreo 2.0 y lobos
Con la evolución de los tiempos, la labor del pastor ha ido cambiando. Para ayudar en la transformación y adaptación, han surgido entidades como Cesefor, una fundación que trabaja para mejorar el sector forestal a través de diferentes proyectos que aúnan innovación y tecnología, como el citado Grupo Operativo Ovinnova, un consorcio de entidades de diferentes perfiles que operan en temas de trashumancia.
Coordinados por Monte Mediterráneo, financiado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y de la mano de otras entidades como Interovic o la certificadora de producción ecológica CAAE, entre otros, llevan varios años definiendo las bases para la mejora de la competitividad del pastoreo trashumante.

La formación, investigación, conservación de hábitats y uso de tecnologías innovadoras está en la base de sus acciones. También, la toma de datos de patrones de pastoreo mediante la colocación de GPS integrados en collares del ganado que les permiten recrear de forma virtual tanto los puertos como las dehesas para establecer modelos adaptados a cada momento. Se está avanzando, además, en la colocación de sistemas de aviso con medidas sonoras o luminosas disuasorias enfocadas a los depredadores, especialmente al lobo.
A todo ello se suma el proyecto 'eTrashuma', una plataforma web que gira alrededor de toda esta actividad: desde la oferta de los puertos y la información sobre su infraestructura a las zonas de pasto libres. Y la iniciativa EU4Sherpherds, financiada por la Unión Europea y el programa Erasmus+, para desarrollar una educación innovadora para los nuevos pastores en extensivo.
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Poco a poco, y con el esfuerzo de muchas de estas empresas y la labor incansable y vocacional de los pocos pastores que aún quedan en España, este trabajo evoluciona para ponerse al día con los cambios tecnológicos y laborales. Ellos son los verdaderos guardianes de una profesión milenaria que hace posible que llegue al plato una carne saludable de cordero u oveja criados con pasto.
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