ESPECIAL ENERGÍA
El autoconsumo brilla y busca el territorio de la consolidación
El sector, que vivió un 'boom' en 2022 por el rally del precio de la electricidad y el impulso de las subvenciones, intenta conservar el ritmo sin vientos de cola
Las ventajas de subirse al carro del autoconsumo solar

Según los datos registrados por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), asociación mayoritaria de la energía solar en España que ya cuenta con 770 empresas, en 2022 se instalaron 2507 MW de nueva potencia instalada de energía solar en instalaciones de autoconsumo. Esta cifra supone un incremento del 108% con respecto a 2021, cuando se pusieron en marcha 1203 MW. España ya cuenta con 5249 MW de potencia instalada acumulada de autoconsumo. En cuanto al reparto por sectores, la mayoría de esta nueva potencia, un 47%, se ha instalado en el sector industrial, un 32% en el sector residencial, un 20% en el sector comercial, siendo el 1% restante, autoconsumo aislado.
«Estamos en un muy buen momento. El 2022 fue excelente, se duplicó toda la potencia instalada y en el borrador del PNIEC se habla de 19 GW para el 2030», comienza por indicar José Donoso, director general de UNEF. No obstante, cree que es importante tener en cuenta el escenario en el que se ha producido. «La instalación ha sido récord por los precios altos de la energía y también por las subvenciones aprobadas para autoconsumo que se están gestionando con las CC.AA. Estamos hablando de propuestas de casi medio millón de proyectos», resalta. Considera importante el desarrollo que están teniendo las instalaciones de baterías. «El año pasado el sector doméstico representó el 30% de todo el autoconsumo que se instaló y en baterías hubo 690 MW en instalaciones conectadas a la red y 692 MW en instalaciones aisladas», informa Donoso.
En 2023 la situación ha cambiado. «La parte industrial del autoconsumo está funcionando bien pero decae el consumo en el sector doméstico porque los motores que provocaron su demanda han dejado de tener tanta fuerza», indica el director general de UNEF. Si bien el precio de la energía sigue siendo alto, «se ha dejado de tener esa percepción». Y por otro lado, el propio éxito del programa de subvenciones hace que las CC.AA. estén yendo muy despacio, «vamos con dos años de retraso en la gestión de las subvenciones y se tiene la sensación de que no llega el dinero, aunque llega pero más tarde». Y hay un factor exógeno al sector, la inflación y la subida de los tipos de interés, «que hace que la renta de las economías española esté bajando y no se invierta en autoconsumo».
José María González Moya, director general de APPA Renovables, habla también de ese récord de autoconsumo en España en 2022. «El sistema ve estas instalaciones como una reducción de demanda, no como generación renovable, aunque si somos pulcros, se trata de generación eléctrica renovable también», puntualiza. Si bien las circunstancias que se dieron en 2022 no se repetirán este año, cree que «el sector del autoconsumo ya está consolidado en España. Gran parte de esa reducción del consumo eléctrico del 5% que estamos experimentando se debe a estas instalaciones de particulares y empresas. Es el camino de la eficiencia y la sostenibilidad, aunque pueda entrar en cierto conflicto con la necesidad de nueva demanda que requieren las plantas conectadas a red».
Consciente de la importancia del autoconsumo para producir y conseguir estabilidad de precios, José Ignacio Linares, director de la Cátedra Fundación Repsol de Transición Energética en Comillas-ICAI, habla de un problema que existe y que normalmente no se tiene claro por parte del consumidor. «El autoconsumo solo es rentable si consigues mover tu demanda a las horas solares, cuando hay producción», advierte. «No se trata de hacer una cuenta sencilla, de restar a lo que has producido lo que has consumido, porque en este caso no funciona así», matiza. Es cierto que por el día puedes verter a la red la energía que se produce, «pero se paga muy mal». La solución sería contar con una batería, pero «supone una inversión mucho más mayor y los números no cuadran». Advierte que para el consumidor el objetivo debe ser «que tu demanda supere a lo que produces, para que sepas que se va a quedar dentro. Un buen autoconsumo no debería verter a la red», explica el catedrático.
En compañía
Tras el desarrollo del autoconsumo a nivel individual, de comunidad de vecinos o industrial, están surgiendo cada vez más comunidades energéticas, entidades jurídicas formadas por socios que generan y consumen su propia energía. Es otra forma de autoconsumo que permite llevar a cabo múltiples actividades: producir, consumir, almacenar, compartir o vender energía. «Esta figura viene para ayudar, a través de agrupación de ciudadanos, a participar en el mercado eléctrico. Y se potencia la generación empresarial en el entorno rural», resalta Jesús Román, secretario de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Eléctricas, Telecomunicaciones y Climatización de España (Fenie). Recuerda que esta figura representa un cambio de paradigma. «Hay un autoconsumo que ha conseguido democratizar la energía. El usuario pasa a gestionar su consumo eléctrico», subraya.
Existe una clara diferencia entre un autoconsumo compartido y las comunidades energéticas locales. En el primer caso los vecinos aprueban y contratan la instalación de una cubierta fotovoltaica en el tejado para producir energía eléctrica y repartirla entre todos los hogares de la comunidad. Generan la electricidad que ellos mismos consumen y si hay excedentes podrían venderlos a la comercializadora, aunque a día de hoy, no es un trámite sencillo. En cuanto a las comunidades energéticas locales, van un paso más allá. Generan y comercializan energía, y buscan el beneficio de los vecinos y de los asociados mediante la reducción de costes energéticos. Todos sus miembros, ya sean ciudadanos, empresas o autoridades locales, participan de manera activa y ejercen control sobre la comunidad energética. Respecto a su gobernanza, es una persona jurídica para que la participación sea abierta y voluntaria. Además, tienen un propósito, los beneficios económicos obtenidos de la comunidad energética pueden destinarse al ahorro económico de los miembros de la comunidad y al desarrollo social del entorno. En las comunidades energéticas se pueden prestar otro tipo de servicios energéticos, como puede ser la recarga de vehículos eléctricos.
Estas comunidades energéticas, muchas veces potenciadas por los ayuntamientos, han empezado a despertar interés en el sector industrial, de ahí que se hable de comunidades energéticas industriales. Antonio Cordón, presidente de la Asociación para la Transición Energética, destaca la complejidad de esta tipología concreta porque «las industrias necesitan energía a unos niveles en potencia, intensidad, duración, están en otro nivel». Además, hay muchas diferencias entre unas industrias y otras, con mayor o menor necesidad de energía, pero cree que la clave está en «llegar a acuerdos con las super estructura del sistema eléctrico para que haya beneficios de ambas partes».
Vacío legal
Entre los problemas que existen para potenciar esta figura se encuentra el del vacío legal. La falta de transposición del régimen jurídico de las Comunidades Energéticas Locales al ordenamiento jurídico español implica que, para elegir la forma jurídica de una Comunidad Energética Local, sea conveniente utilizar alguna de las existentes que cumplen con los requisitos impuestos por la UE. Entre ellos están el de tener personalidad jurídica y ser titulares de derechos y obligaciones, se abiertas y voluntarios y tener una finalidad primordial no lucrativa.
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