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Los 7 trucos de una psicóloga de Harvard para criar niños con cerebros flexibles y resistentes

La doctora Lisa Feldman Barrett, neurocientífica, recuerda que los padres son los responsables de incentivar a los menores a la hora de crear conexiones neuronales

Rafa Guerrero: «La clave de un buen desarrollo emocional está en los padres, nunca en los niños»

El cerebro de los niños procesa toda la información que recibe, aunque no hablen aún

A.M.

Ya nos advertía Rafa Guerrero, psicólogo, en una entrevista con ABC, que «Tú eres el arquitecto del cerebro de tu hijo». Es decir, los progenitores son los responsables de potenciar el cerebro inmaduro del niño mediante la estimulación, el aprendizaje, etc. Porque «el cerebro de un niño no es el un adulto en miniatura. Es un cerebro que nace en construcción y que se conecta al mundo. Y depende de locs padres crear un mundo -tanto físico como social- rico en instrucciones de conexión», recuerda la doctora Lisa Feldman Barrett, neurocientífica de la Universidad de Harvard.

La experta, en un artículo publicado en la «CNBC», detalla, así, cuáles son las siete reglas de crianza para ayudar a los hijos a construir un cerebro flexible y, por tanto, resistente, teniendo en cuenta la evidencia científica:

1

Sé jardinero, no carpintero

«Los carpinteros tallan la madera para darle la forma que quieren. Los jardineros ayudan a que las cosas crezcan por sí solas cultivando un paisaje fértil», recuerda la doctora. Es decir, no se trata de determinar que un hijo sea médico, músico o futbolista sino de fomentar un entorno de «crecimiento sano», con independencia de las decisiones que tome el niño.

«Es posible que usted quiera que su hijo toque el violín, pero obligarle a ir a clases (enfoque del carpintero) podría convertirle en un virtuoso o en un niño al que no le guste la música», recuerda. «El enfoque del jardinero -continua- consiste en esparcir una variedad de oportunidades musicales por la casa y ver cuáles despiertan el interés de tu hijo. ¿Le encanta golpear ollas y sartenes? Tal vez su hijo sea un baterista de heavy metal. Una vez sepas qué tipo de plantas estás cultivando, puedes «ajustar el terreno» para que eche raíces y florezca».

2

Habla y lee mucho a tu hijo

Aunque los niños sean muy pequeños, no hablen o parezcan que no entienden nada, no te preocupes. Los estudios han demostrado que el cerebro de los menores procesa toda esa información que recibe.

«Esto sienta las bases neuronales para el aprendizaje posterior», explica la doctora Feldman Barrett. «Por eso, cuantas más palabras oigan, mayor será el efecto. También mejorarán su vocabulario y su comprensión lectora».

La experta añade la importancia de enseñarles las palabras relacionadas con las emociones (el libro 'El monstruo de colores' es un básico de esta temática) para favorecer su flexibilidad.

3

Explícale las cosas

La neurocientífica reconoce que «puede ser agotador cuando tu hijo pregunta constantemente: '¿Por qué?'. Pero cuando les explicas algo nuevo y lo pones en práctica, se lo explicas y lo ve, el cerebro funciona con mayor eficacia». Por eso, es importante dar respuestas tipo «porque lo digo yo». «Los niños que entienden las razones para comportarse de una determinada manera pueden regular sus acciones con más eficacia», añade.

Si lo único que saben es: «No debo comerme todas las galletas porque me lo ha dicho mi madre (figura de autoridad) y, si lo hago, me meteré en un lío», mal. Tienen que entender que no deben hacerlo porque «me dolerá el estómago y dejaré a mis hermanos sin galletas y se pondrán tristes». «Este razonamiento les ayuda a comprender las consecuencias de sus actos y fomenta la empatía», añade la experta.

4

Describe la actividad, no la persona

Poner etiquetas no es la mejor medida para enseñar a los menores. Es decir, no le digas «qué malo eres» después de haber pegado a su hermano. «Sé concreto», recuerda la doctora Lisa, y opta por una frase tipo: «Deja de pegar a tu hermana. Le haces daño y la fastidias. Dile que lo sientes».

«La misma regla vale para los elogios -continua- No llame a su hija 'buena chica' cuando no ha devuelto un golpe. Mejor, comenta la acción: 'Has hecho bien en no devolverle el golpe a tu hermano'. Este tipo de lenguaje ayudará a su cerebro a construir conceptos más útiles sobre sus acciones y sobre sí misma».

Otra sugerencia es describir las acciones de los personajes de los cuentos. Cuando alguien miente, por ejemplo, evitar decir «Es un mentiroso». Mejor comenta: «¿Por qué crees que ha mentido? ¿Cómo se sentirán los demás si se enteran? ¿Deberían perdonarle?«.

«Al interactuar con curiosidad en lugar de certeza -añade-, estás modelando la flexibilidad que necesitarán en situaciones de la vida real».

5

Ayuda a tus hijos a imitarte

«Los niños aprenden de forma natural observando, jugando y, sobre todo, copiando a los adultos. Es una forma eficaz de aprender y les da sensación de dominio. Así que dales una escoba en miniatura, una pala de jardín o un cortacésped de juguete y que empiece la imitación», aconseja la experta. Y, por cierto, no olvides que los niños también imitan para mal.

6

Socialización

Lisa Feldman aconseja también que los niños socialicen. «Además de las personas con las que sus hijos se encuentran normalmente -abuelos, tíos, amigos, otros niños, etc.-, intente mostrarle tanta diversidad como pueda, sobre todo cuando son bebés». Y es que según las investigaciones, «los bebés que interactúan regularmente con hablantes de distintas lenguas pueden establecer conexiones neuronales fundamentales para aprender otros idiomas en el futuro».

7

Aplaudir su autonomía

A los niños les encanta hacer cosas por libre. «No, yo», contestan en más de una ocasión cuando quieren ellos solo hacer las cosas sin tu ayuda. «Esto es bueno. Todos los progenitores quieren que sus hijos adquieran autonomía», recuerda.

Estos implica también el hecho de que si el niño lleva su plato de cereales a la mesa y se le caen, no lo hace a propósito para que tú lo recojas, ni está poniendo a prueba tu paciencia. «Más bien está aprendiendo algo sobre la física de la gravedad. También está aprendiendo que sus acciones tienen un efecto en el mundo que le rodea. Así que recoge los cereales y deja que lo intente de nuevo», dice la experta.

«Saber cuándo intervenir y cuándo retirarse puede ser un reto - recuerda la doctora Feldman Barrett-. Pero si siempre estás presente, guiando a tu hijo y ocupándote de todas sus necesidades, no aprenderá a hacer las cosas por sí mismo. A veces, dejarles que se esfuercen, les ayuda a resistir y a comprender las consecuencias de sus actos».

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