La advertencia de un psicólogo: «Tú eres el arquitecto del cerebro de tu hijo»
Rafa Guerrero es autor del libro 'El cerebro infantil y adolescente. Claves y secretos de la neuroeducación'

Para Rafa Guerrero, autor del libro 'El cerebro infantil y adolescente. Claves y secretos de la neuroeducación' , es fundamental que los padres comprendan cómo se desarrolla el cerebro de sus hijos, porque esto les permitirá ayudarles en procesos imprescindibles como la concentración, el ... autocontrol, la memoria, el aprendizaje, y las emociones . Su objetivo a la hora de escribir este libro no es otro que hacer conscientes a padres y madres de que el ser humano cuando nace presenta un cerebro con un gran potencial a nivel cerebral pero esto hay que estimularlo. «Podemos decir que el cerebro del neonato tiene conexiones neuronales (y muchas más de las que pensamos) pero está sin desarrollar. Tampoco es un cerebro en blanco, porque el periodo prenatal ha hecho mucho, pero somos tan inmaduros que necesitamos de nuestros padres para que estos nos acompañen , nos guíen y nos potencien en todo nuestro potencial» .
Es decir, que tenemos que ser muy conscientes de que ese crecimiento o esa interconexión entre grupos neuronales se va a dar gracias a los adultos.
Exacto, aquí tenemos un proyecto de vida. Podemos hacer de este bebé una persona empática sensible, con capacidad de regulación emocional, buen amigo, una persona capaz de tener un pensamiento crítico, con buena autoestima, buena capacidad de decisiones…. O podemos hacer de él una persona fría que hace daño, un maltratador o un abusador.
¿Y qué papel tiene aquí la genética? ¿Qué pesa más, la educación en casa, en le colegio, o los genes?
No podemos obviarla. pero luego está la epigenética, es decir, cómo el ambiente o las relaciones con nuestras figuras de apego van a activar o mantener inactivos determinados genes. Igual que el cerebro de mi hermano y el mío son cerebros distintos, porque tenemos experiencias e interacciones diferentes y, por tanto, el resultado es diferente.
Usted hace en su libro una comparativa entre sexos.
Las niñas por lo general son cerebralmente más maduras que los niños. La ciencialo demuestra una y otra vez. Por ejemplo en conducta las mujeres son más maduras y tienen una corteza prefrontal mucho más ejecutiva que el varón. Esto es ciencia. La mujer tiene también mayor conectividad entre hemisferios (un cuerpo calloso 20 por ciento mayor que el varón), que permite que el intercambio de información sea mucho más potente. Eso hace que maduren antes. Como generalidad, hay tareas que se le dan mejor a la mujer, y otras al varón. Por ejemplo, a ellas se les da mejor la escucha empática, la gestión de las emociones… y a ellos actividades como la lógica y las matemáticas. Pero esto no hay que llevarlo al extremo, porque hay diferencias pero no hay tantas diferencias significativas.
Habla usted de unas determinadas franjas de trabajo, o ventanas de oportunidad en el desarrollo. ¿Cuáles son?
La primera ventana de oportunidad, aunque algunos autores la cifran entre los 0-3, yo apunto a que comienza desde el embarazo a los 6 años. Lo que es el cerebro amarillo (o corteza prefrontal) debuta entorno al año y medio.
Y ya en el entorno de los 5 y 7 años, nos encontramos con que existen ya unas aplicaciones cerebrales que permiten al niño concentrarse en una tarea, controlarse aunque otro compañero se esté burlando de él, planificarse mínimamente, organizar la mochila de judo, nos siempre y no siempre bien. Pero con esa edad (6 años o así) ya empiezan a ser conscientes de que lo que dicen tiene consecuencias. También pueden mostrar ya un minimo de perseverancia.
Esas capacidades suelen estar ahí ya en las primeras etapas de Primaria, salvo que nos encontremos con problemas madurativos, de falta de desarrollo o de un trastorno, como puede darse el caso de un TDAH (Déficit de Atención o Hiperactividad) . Es decir, no siempre se van a alcanzar esas características porque hay niños que son más inmaduros, que van a conseguir esos hitos más tarde.
En cualquier caso, no podemos perder de vista que a un niño no podemos decirle «cálmate tú solo», «ponte a estudiar una hora» o «controla tus impulsos» . Por eso es tan importante saber cómo funciona el cerebro de mi hijo, para saber qué podemos pedirle, y qué expectativas podemos establecer en ellos. Igual que un neonato no puede comerse un chuletón solo, porque su mandíbula no está preparada, pues lo mismo con el cerebro de un niño de 5, que no sabe calmarse solo.
Luego hay otra ventana oportunidad en la adolescencia. Entre medias seguimos madurando, el cerebro no para nunca. Pero momentos de grandes oportunidades, de apertura, de estar muy abiertos a ser influidos, son esos dos momentos. Eso no quiere decir que a los 8 haya oportunidad, o a los 21. El cerebro está en todo momento abierto a aprender, incluso dormidos. Solo deja de funcionar en la propia muerte. Incluso en un estado de coma, las funciones básicas están en funcionamiento. se anulan la conciencia, el control de impulsos y se mantiene lo mínimo que es la supervivencia.
¿En qué momento podemos decir que acaba el crecimiento del cerebro infantil?f
El cerebro del neonato va a ir creciendo en tamaño y se va a multiplicar por cuatro. Alcanzamos el máximo del desarrollo cerebral en torno a los veintitantos (muchos) o treinta y pocos. Siegiel señala que hasta los 22, 24 años, una persona sigue alcanzando cotas más altas de desarrollo cerebral.
Apunta usted que el cerebro es flexible y maleable. En todos esos años, ¿qué pueden hacer los padres para que no haya negligencia?
Los padres y las madres somos los arquitectos, los cinceladores del cerebro de nuestros hijos. En función de nuestras habilidades socio emocionales, de cómo nos vinculamos con ellos, de cómo atendemos o cubrimos sus necesidades, haremos de este bebé una persona sensible, empática o una buena persona en definitiva o todo lo contrario.
Y, ¿cuál sería la gasolina que hay que echar a ese cerebro para que este pueda crecer de manera sana?
Aquí no me refiero tanto a descansar, a tener momentos de desconexión o a llevar una alimentación sana. Los padres tenemos claro que hacer deporte es bueno y sabemos la influencia que tienen los ultraprocesados. Me refiero a otras cosas que no siempre conocemos o gestionamos bien. Para que el cerebro de un chiquitín tenga una buena salud cerebral este necesita ser (y sentirse) protegido por sus padres en los momentos en que sienta miedo, por ejemplo.
¿Qué es lo que hacemos? Muchas veces decirle al niño que se tiene que proteger él mismo, porque mamá y papá no van a estar ahí toda la vida para protegerlo. Pero cuando siente miedo, el niño necesita ser protegido por mamá y por papá. Si el niño se cae en un parque, lo habitual es decirle: «venga levántate, que aquí no ha pasado nada, deja de llorar que hay que ser fuerte». Esto no es, aunque tampoco consiste en que nos vayamos a los extremos y que llamemos a la ambulancia o al 112. El niño pequeño necesita que le protejas y le calmes, que le expliques qué es un rasguño que para el menor es un drama. Necesitan un abrazo, que te muestres interesado, algo que no va a ningún sitio para ti, pero sí para él. Para ellos es una situación de miedo y desprotección.
Cuando uno está desprotegido necesitamos que nos calmen y nos protejan, que nos miren a los ojos, que nos den la mano, que nos abracen, que cuenten con nosotros, sentir que lo que están contando resulta interesante para papá y mamá. En ese punto, que el miedo sea validado: «Es lícito que te sientas así». Y eso nos cuesta mucho hacerlo porque vivimos en una sociedad muy evitativa en la que tendemos a no hacernos cargo de las emociones de nuestros hijos . Ni sobreprotección ni negligencia, es una protección suficiente.
Parece complicado para las familias entender en qué consiste esa protección suficiente.
La que necesitan los niños.Esto es lo mismo que preguntar cuánto tiempo necesita un niño dormir. Hay tablas generales pero no dejan de ser eso, generales. Todos necesitamos descansar pero un niño puede seguir esa tabla orientativa y será suficiente y a otros no les da para nada. O como con la alimentación. Todos los niños necesitan comer, pero unos más. otros menos… Es decir, con lo físico lo vemos muy fácilmente pero con lo emocional no. ¿Cuánto necesitamos proteger? Tú protege hasta que veas que está calmado. Y por cierto, la calma del niño pasa por tu calma, si tú no estás calmada, el niño tampoco lo va a estar.
Recordemos, por último, que entre las necesidades del niño está la presencia de los padres, bien entendida, claro.
La presencia de papá y mamá con mucho tiempo de calidad, pero no de estar con el móvil. Muchos niños no tienen la presencia de papá y mamá porque están en casa o no le dan la importancia que tienen o porque están de sol a sol trabajando. El niño no entiende de justificaciones. Si no estás.. no estás, aunque es verdad que estamos muy limitados por la estructura social .
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