Diez consejos para que los compromisos navideños no os vuelvan locos si tenéis un bebé
Los padres, sobre todo los primerizos, se sienten especialmente nerviosos cuando acuden a compromisos sociales y familiares y quieren atender a su recién nacido

Nueve meses de gestación, con el esfuerzo físico y psicológico que conlleva, el parto (más o menos doloroso y largo), los días de convalecencia en el hospital —visitas incluidas— y, por fin, a casa con el bebé. El agotador proceso se puede complicar si el entorno presenta dificultades adaptativas para la nueva familia. La Navidad puede ser una de ellas, debido a las distintas exigencias sociales y familiares que nos vemos obligados a cumplir.
Comidas, visitas, cenas, llamadas, compras. ¿Cómo sobrevivir a todas estas demandas añadidas? Decidiendo cómo utilizamos nuestro tiempo y respetando nuestro bienestar, responden los psicólogos de Clínicas Eva. Este derecho fundamental de los progenitores debe primar sobre cualquier interferencia. Mamá y papá deberán resolver si acuden a alguno de los compromisos o si se centran exclusivamente en los primeros días de crianza del bebé. Todo dependerá de cómo se perciban esas exigencias externas y del grado de estrés que provoquen.
Aunque cada familia es un mundo, parecen repetirse invariablemente ciertas conductas en los visitantes de los primeros días: apariciones inesperadas sin previo aviso, abuelos que despiertan al bebé para cogerlo en brazos después de que ha tardado horas en dormirse, amigos que insisten en bañarlo ellos ante la mirada alarmada de los padres y otros que lo destapan o que lo abrigan dependiendo de si ellos tienen frío o calor. Son anécdotas que por repetidas se han elevado a categoría universal y que, en algunas ocasiones, pueden destrozar los nervios a los progenitores, sobre todo si son inexpertos. Si, además, a estas vicisitudes habituales añadimos el jolgorio navideño, la situación puede ser extenuante.
¿Qué se puede hacer en este escenario? Dar prioridad a las necesidades de la nueva familia, del bebé, la madre y el padre, en cuanto a tranquilidad y autocuidado, responden desde EVA. Lo contrario, ceder ante las exigencias ajenas, puede tener un impacto negativo en nuestras emociones y en nuestro equilibrio psicológico, máxime con la preocupación y vigilancia añadidas de los primeros días de convivencia con el bebé. No sabemos por qué llora, si es bueno o no que duerma tanto o si ha comido lo suficiente para la ganancia de peso.
Los padres deben determinar qué necesitan para llevar a cabo su nueva tarea sin interferencias y poner límites. Es posible incluso, si son primerizos, que los primeros días o semanas ni siquiera sepan cómo organizar la crianza, teniendo en cuenta que un recién nacido no llega con un libro de instrucciones. En cualquiera de los casos es suyo el derecho de encontrar junto a su bebé la manera de caminar juntos en esta primera etapa.
Esto incluye ser asertivos con abuelos, hermanos y cualquier otro familiar o amigo que se inmiscuya en cualquier aspecto relacionado con el bebé. Eso sí, teniendo en cuenta también sus sentimientos hacia el nuevo miembro de la familia. Es normal que estén contentos, excitados y que quieran, a su manera, ayudar, pero al final, son los padres quienes tienen la última palabra.
Explicar a los allegados que se necesita tiempo y tranquilidad es el punto de partida, pero, además los expertos de Clínicas EVA aportan los siguientes consejos para llegar a casa con el bebé y no «morir en el intento»:
Tratar de reservar la primera semana en casa con el bebé para acostumbrarnos a sus necesidades y rutinas, independientemente de que sea o no Navidad o cualquier otra circunstancia.
Ignorar el flujo constante de llamadas, whatsApp y cualquier intento de comunicación inoportuno cuando estamos atendiendo al bebé.
No agobiarnos ante consejos ajenos, sobre todo de los abuelos, que tienen una ascendencia sobre nosotros. Es bueno escuchar y aprender de la experiencia, pero siempre nos debemos reservar la última palabra.
Adaptarnos y pedir a las visitas que se adapten a los ritmos de sueño y alimentación del recién nacido. Si es posible, y tratando de evitar que nadie se moleste, ponerles hora de entrada y de salida.
Tratar de hacer entender, sin distinción por el grado de parentesco y antigüedad en la amistad, que los padres están muy cansados y que no tienen tiempo de preparar meriendas, comidas o cenas a las visitas, así que mejor evitar estas horas.
Intentar, en la medida de lo posible, repartir las responsabilidades, el tiempo de vigilancia del niño y el de atender a familiares y amigos.
Si no resulta muy estresante, acudir a las celebraciones de Nochebuena, Fin de Año y Reyes, pero advirtiendo a los comensales que para el bebé no existe el calendario y que no está incluido en la fiesta, por lo que no se le debe molestar si duerme.
No tratar de modificar los horarios de alimentación y sueño del niño para adaptarlo a las cenas y comidas.
Desistir de pretender encontrarse en la mejor forma para acudir a estas celebraciones.
No fatigarse más aún dando explicaciones a la familia sobre por qué procedemos de una manera u otro con el niño en cuanto a sus necesidades básicas.
Todas estas recomendaciones de «supervivencia» para la llegada a casa con el recién nacido en Navidad se hacen especialmente necesarias cuando el bebé ha sido concebido mediante una técnica de reproducción asistida. Los padres que han precisado de ayuda médica para serlo se han enfrentado a diversos retos tanto emocionales como temporales desde que decidieron ser padres, por lo que pueden mostrar mayor resistencia a aceptar la realidad y disfrutar.
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Debido a los miedos y a la incertidumbre a la que se han tenido que superar, podrían mostrarse más recelosos y protectores de lo habitual. Necesitan aprender a confiar que ese bebé esté aquí y desprenderse del miedo que ha convivido con ellos durante largos meses. Después, habrá tiempo no de una, sino de muchas, muchas celebraciones.
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