Una especialista en duelos: «Curar un corazón roto es posible»
Cerrar círculos y volver a ser felices y fortalecidos para seguir adelante es el objetivo del último libro de Gaby Pérez Islas
Muerte perinatal: «Nadie me preguntó cómo estaba. Sentí como me borraron la paternidad»
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La vida nos enfrenta a muchas pérdidas: desde la muerte de un ser querido a las rupturas amorosas, los divorcios, las mudanzas, los cambios de trabajo, las enfermedades, los trastornos alimentarios o las adicciones.
No elaborar nuestros duelos nos hace cargar una maleta ... muy pesada por la vida, llena de rencores, de cuentas pendientes y de resentimientos. Gaby Pérez Islas nos enseña a sanar las heridas que están condicionando nuestra vida.
Cómo cerrar círculos, volver a ser felices y fortalecidos para seguir adelante es el objetivo de su último libro, 'Cómo curar un corazón roto'(Editorial Diana). Ella es especialista en procesos de duelo y tanatóloga.
-Vamos a hablar de la muerte de seres queridos, dentro de la familia. Puede ser tu marido, o tus hijos. ¿Son más doloras estas últimas?
Lo que sucede con las pérdidas que son dentro de casa, con las personas que tú compartías el techo, sí son las más inhabilitantes porque afectan tu día a día. Cuando muere un abuelo que significa mucho para ti, pero tu no convivías todos los días, no estaba bajo tu mismo techo, tu rutina no se va a ver alterada y otras áreas de tu vida pueden quedar intactas. Pero cuando la persona que fallece vive bajo tu propio techo, se altera todo. Al llegar a casa se vuelve a abrir la cicatriz a cada momento.
Se dice por ahí que la pérdida de la buena pareja es la peor pérdida de todas después de haber perdido la propia vida, de saber que vas a perder la propia vida, es decir, tener una enfermedad terminal. Porque cuando tienes una enfermedad terminal, vas a tener que despedirte de todos. Pero la buena pareja son muchos roles en uno. Es tu compañero sexual, es la persona con la que pensabas envejecer, el padre de tus hijos, tu cómplice, hasta con quien pelear. Y la muerte de un hijo es durísima, desde luego es devastadora.
-En España antes era más habitual ver la muerte como algo natural, pero se ha ido como 'apartando' de la vida, por supuesto oculto a los niños. ¿Es un grave error?
-Es un error garrafal. Y la tendencia actual es volver a naturalizar la muerte, no normalizar lo que vemos en los noticieros, sino naturalizar, es decir... que se muera en casa, que ya no se institucionalice la muerte, porque el hospital es un lugar maravilloso para ir a recuperar la salud, pero es un lugar terrible para morir, lejos de tus familiares queridos, los niños no pueden entrar, a lo que huele, lo que ves en un hospital, no es el escenario ideal cuando alguien va a perder la vida.
Entonces se está intentando hacer un 'volver a casa' a morir, que se vele a lo mejor al ser querido en el hogar, que esté ahí, que se le hable a los niños, porque los niños solo están escuchando la muerte como algo desgarrador, algo que pasa en las guerras y afuera con el crimen, pero no algo que también viene a aliviar los dolores del cuerpo. La muerte es la graduación de la vida y necesitaríamos explicarles a los niños la muerte como parte de ella, no como un capítulo aparte.
-Dependiendo del tipo de muerte que haya tenido la persona querida, ¿así será el duelo de largo, de intenso…? ¿Cuándo empieza a ser patológico?
-Fíjate que sí, si la muerte es complicada, el duelo es complicado. Ahora, los especialistas en procesos de duelo no usamos la palabra patológico porque patología es un término médico, y lo que queremos es suscribirnos muy claramente a lo que es nuestra área, que es el acompañamiento y la intervención en crisis. No damos diagnósticos. Hablar de una patología ya es un término médico. Hablamos más bien de un duelo congelado, un duelo que se está quedando atorado. Y depende de las circunstancias, se incrementa la culpa, el «hubiera» y el «debí de», que son tres trampas que pueden prolongar el duelo muchísimo más. Me gusta usar las mismas palabras que usamos para el amor, pero para el duelo, te explico: en lugar de decir «es una ausencia terrible», yo te pregunto: «¿era un amor terrible?» No, era un amor intenso. Entonces, el duelo será intenso. La diferencia es que el duelo se acaba, el amor no. No podemos confundir dolor con amor porque entonces es cuando viene esto de quedarnos atorados. Un duelo se vive sin prisa, pero sin pausa. Y así es como tenemos que ir avanzando.
-Como especialista en procesos de duelo, ¿cuál es la mejor forma de elaborarlo?
-Yo creo que de frente. Se le ve de frente al dolor y le dices ¿qué quieres de mí? Aquí estoy, ¿qué tengo que aprender de esto? `Pero ojo, no pasó para que aprendieras. La vida no tiene esos métodos didácticos, no hace que tú tengas una pérdida y dice: «toma, para que aprendas», no. Pero es nuestra decisión extraer significado de lo que ocurrió. Pues yo creo que la mejor manera de enfrentar un duelo es plantarte y decir: «a mí esto no me va a destruir, me va a construir en una mejor persona».
No sé cómo ni en cuanto tiempo, pero ya tengo tomada la postura. Hay que agradecer eso que perdiste, muy por encima de maldecirlo. Creo que si entendemos lo irreversible y absoluto de una pérdida, vamos a poder seguir avanzando hacia la aceptación, que es un proceso. No es algo de microondas ni sucede de la noche a la mañana, pero eventualmente podremos recordar con más amor que dolor.
-Su recomendación para afrontar una muerte no esperada… y cercana., ¿cuál sería?
-La muerte repentina es la peor muerte para el que se queda, pero probablemente es la mejor muerte para el que se va. No hubiéramos querido para esa persona internamiento, cirugía, encarnizamiento terapéutico, etc. Tenemos que encontrar consuelo en saber que quien murió fue como si le quitáramos el cable a una computadora: se le cayó el sistema y ya está. Yo creo que los que nos quedamos tenemos que hacer esta matemática posterior al evento para trabajar trauma y duelo.
Tenemos que separarlo porque son dos cosas distintas. Trauma es el impacto, el golpe, lo que se quedó en tu mente por la rapidez de las circunstancias, esta incredulidad de «pero si ayer lo vi y estaba bien». Al ser humano le cuesta mucho entender, como decía Milán Kundera, la insoportable levedad del ser. Y trabajar las dos cosas, el trauma como impacto y el duelo como proceso.
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-¿Cómo recobrar el ritmo y las costumbres familiares? ¿Cómo cerrar el círculo? ¿Es posible volver a ser feliz de nuevo?
-Por supuesto que creo que es posible volver a ser feliz de nuevo. Podemos ayudar a esa persona a hacer que resignifique lo ocurrido, poco a poco. A reasignar, a saber dónde poner esto que ocurrió para poder salir adelante. Desde luego que la felicidad posterior es posible si el amor le gana al dolor. Y esto es una fórmula innegable. Toda herida es el principio de una cicatriz. Debemos tener esto en mente y apoyarnos en los especialistas adecuados porque curar un corazón roto es posible.
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