Enrique Gato: «Cuando vi 'El día de la Bestia', recuerdo que cambió mi forma de ver Madrid»
COLONOS
Aunque nacido en Valladolid, su historia, su mirada y su apellido lo hacen madrileño a carta cabal
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Tiene, como todos los genios entre ordenadores, una sonrisa tímida y un discurso amplio y ordenado sobre lo que supone su profesión: la de animador gráfico con todo lo que conlleva. En el fondo es un dios que se sienta, y unos ... algoritmos dan números a un universo que se sustenta en miradas, en texturas. En el arte de contar...
Su labor tiene mucho de oficio paciente. Sabe que en Madrid, pero también casi en cualquier parte del mundo, su profesión se va creando y avanzando segundo a segundo. Y la evolución está clara: desde que en 1994 empezó a trabajar en una empresa de videojuegos hasta que, en 2005, las aventuras en corto animado de su Tadeo Jones lo consagraron para pensarse que ese arqueólogo de Chicago con rasgos españoles podría dar a toda una película. Y a una saga. En el arte de animación, como en la literatura, se trata de un «hombre, una pasión y paisaje». Eso decía Miguel Delibes, y si los ordenadores lo permiten, su Tadeo obedece a la trilogía narrativa de su paisano.
Ha visto cine, pero un prurito de vergüenza le lleva a hablar, con toda diplomacia, de la filmoteca que de manera más o menos afortunada ha tenido a Madrid como telón de fondo o como protagonista. Residente ahora en Alcalá de Henares, aunque trabaja en la capital, su Madrid es el del Retiro, el de la sierra, pero en las pupilas de hombre de cine están las escenas de ese Madrid decadente que filmó Álex de la Iglesia en 'El día de la Bestia'; también, y por otras razones, 'Barrio', de Fernando León de Aranoa. En ese filme ve todas las concomitancias posibles entre las localizaciones y la realidad de su adolescencia en Las musas, hoy Las rosas.
El tiempo ha pasado a una velocidad vertiginosa en su quehacer. De ahí que, en este momento de interconexión, ya pueda situar una película en Madrid sin necesidad de recurrir a los muy trillados fondos 'hollywoodenses' de Nueva York o de Los Ángeles. Ni Madrid ni las ciudades del gran mundo sabían en qué iba a derivar la animación por ordenador. Lo que sí tiene claro es que, a pesar de esta velocidad, en Madrid y en el resto de España les ven como una industria seria y solvente.
—Casi toda la vida en Madrid. Y se apellida Gato. Eso debe marcar.
—Jejejeje. Todo el mundo me dice, a pesar de haber nacido en Valladolid, que soy como el madrileño por excelencia. Además, en nuestra industria, cuando empezamos, todo el mundo se ponía motes. Y yo, claro, era El Gato.
—Si nos metemos en cinematografía, y a vuelapluma, ¿podría darme una película que refleje bien la ciudad?
—Uff, te podría decir películas ambientadas en la ciudad. Tengo mis dudas. Me encantó 'Barrio' por lo crudo que enseñaba de la vida de barrio. Pero me costaría una barbaridad decidirme: siempre se ha tenido la visión norteamericana de Nueva York, de Los Ángeles. Contestando a tu pregunta, cuando vi 'El día de la Bestia' de Álex de la Iglesia recuerdo que me cambió la forma de ver Madrid. Era como decir «ostras, a Madrid no la había visto así en la vida».
—¿La ciudad inspira películas? ¿Lo hace en su caso? ¿Qué sitio le inspira más?
—Buff. Te diría El Retiro. Precisamente en contraste por mis propias historias en Las Musas, Las Rosas, que es mi barrio. Yo he hecho otro tipo de cine, pero por situarme en un cine que haya significado algo en mi vida, con mis orígenes, me pondría en mi barrio. Contar qué sucede.
—¿Y si ya le pido un corto animado?
—Me iría a la sierra de Madrid a contar cosas.
—Madrileños, sí, pero ¿cómo fueron sus inicios en su negocio, en su arte?
—En nuestra profesión había un problemón cuando arrancamos: estaba todo por crear. Y por supuesto, si había una zona donde todo esto tomaría cuerpo sería Madrid. Pero fue algo que no se vio venir. Fíjate que yo estudiaba Informática, y en el cartel de una asociación, que yo estaba, me encontré una oferta de trabajo que acepté para desarrollar videojuegos.
—Hombre, hay un paso lógico.
—En el 94 estaba todo por inventarse. La primera película que se creó por ordenador fue 'Toy Story'. Justo en ese momento decidí cómo fijarme y situarme en este oficio. Pero la primera oportunidad llegó de manos del videojuego.
—Si lo llaman el Disney madrileño, saca una sonrisa...
—(Ríe). No soy consciente, pero es cierto que me asocian a muchas cosas. Pero es una barbaridad si alguien piensa en mí en esos términos. Nos asocian mucho con haberle puesto la cara a la animación española. Pero antes de Tadeo hubo unos cuantos. Que abrieron la zanja de verdad. Nosotros pegamos el machetazo último para que la gente supiera que la animación española es algo único. Y que somos muy buenos.
—¿Qué supone Madrid para la animación?
—En Madrid se han concentrado los mejores estudios del país. Incluso más que en Barcelona.
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—Toca 'animar' estas calles.
—Una ciudad como Madrid da posibilidad de crear suspense, drama, cualquier género. A mí me encantaría ubicar una película aquí. En el momento que estamos de internacionalización sí se que podía ubicar una película en Madrid.
—¿Madrid se ha desarrollado al mismo tiempo que su profesión?
—Es complejo responder a eso. En este oficio siempre notas que todo es nuevo. Otra cosa es que Madrid ha ido entendiendo cada vez más lo que hacemos. Nos costaba mucho explicar por qué nos tirábamos cuatros años para hacer una película. Ahora ya las Administraciones ven que somos una industria seria y solvente.
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