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barrios de Córdoba

¿Por qué se llama el Campo de la Verdad así? Un nombre ligado a una cruenta batalla

En 1368 se vivió al otro lado de la ribera uan cruenta gesta entre los partidarios de Enrique II de Trastámara, atrincherados entre las murallas cordobesas, y los de su hermanastro Pedro I 'El Cruel'

Campo de la Verdad, la gran reserva del cante de Córdoba

Imagen de archivo de la Calahorra y el Puente Romano ABC

D.Delgado

Córdoba

Fue una de las gestas más cruenta y épicas de la historia de la ciudad; la que demostró el arrojo y valentía de los defensores de Córdoba quienes, armados con hoces, palos y hachas, consiguieron repeler la acometida de más de 20.000 soldados en la orilla sur del Guadalquivir. Y la guerra que dio nombre a un barrio.

Se trata de la batalla del conocido desde entonces como Campo de la Verdad, que se libró en el año 1368 entre los partidarios de Enrique II de Trastámara, atrincherados entre las murallas cordobesas, y los de su hermanastro Pedro I de Castilla.

Según relata Teodomiro Ramírez Arellano en su 'Paseos por Córdoba', el apodado 'El Cruel' había prometido al rey moro de Granada el dominio de Córdoba si le ayudaba a conquistarla: por lo que a los mil quinientos caballos y seis mil infantes del monarca castellano se unieron «siete mil caballos y ochenta mil infantes, de los cuales doce mil eran ballesteros».

Pedro I y el rey moro acamparon con sus ejércitos en los Visos, donde recibieron a un grupo de emisarios de los sitiados, que les dijeron que Córdoba estaba dispuesta a rendirse si el monarca castellano prometía respetar la vida de todos sus habitantes. «Oída esta proposición prorrumpió don Pedro en desaforados gritos, insultando a los emisarios y diciéndoles que ni un acto de perdón habían de ver cuando, muy pronto, los hubiera vencido», relata Ramírez de Arellano.

Antes de que los emisarios regresasen, la batalla ya había comenzado. Las huestes granadinas se apoderadon del Puente Romano y de la Calahorra, y «pasando adelante hacia las murallas del barrio llamado Alcázar viejo, les combatió tan reciamente, que abrió en ellas seis portillos y puso sus pendones sobre las almenas». Entretanto, las campanas de las iglesias avisaban a mujeres y niños para que se escondiesen en los templos.

Al frente de las tropas cordobesas partidarias de Enrique II estaba Alonso Fernández de Montemayor, «de quien algunos por envidia u otras causas hicieron desconfiar, diciendo estar de acuerdo con D. Pedro, a quien entregaría la ciudad», relata 'Paseos por Córdoba.

Con hachas y hoces

Estos rumores de traición llegaron a su propia madre -Aldonza López de Haro- que salió al encuentro de las tropas en la actual calle Torrijos y le dijo: «Por la leche que mamaste de mis pechos, no entregues la ciudad» y su hijo le contestó: «Señora, al campo vamos y ahí será la verdad». De ahí el nombre del barrio y de la batalla.

Don Alonso, ayudado por sus soldados y los campesinos (incluso mujeres con picas y palos) «arrojaron a los moros de las murallas, quitándoles sus pendones y arrollándolos hasta mas allá del puente». También lucharon los piconeros de San Lorenzo con sus hoces y hachas, con las que «cortaron a muchos las cabezas».

Finalmente, resultaron vencedores. Cuenta la tradición que la noticia de tan horrible derrota llegó al rey moro cuando estaba cenando en una casita donde se hospedaba, «y que al oír aquel relato, exclamó en extremo conmovido: '¡Amarga cena me han dado!'», de donde viene el nombre del polígono industrial que se ubica a las dos kilómetros de distancia de la ciudad.

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