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MeteREología

Un año de la calima que convirtió Andalucía en Marte

El sol desapareció durante días cubierto por una nube de polvo sahariano que tiñó de naranja cualquier horizonte

El fenómeno se repitió en varias ocasiones durante los días previos a la primavera y en los primeros de la misma

Sevilla bajo la nube de polvo del Sáhara MANUEL GÓMEZ / ARCHIVO

J.J. Madueño

Málaga

Ya hace un año desde que Andalucía se convirtió en un paisaje marciano. A mediados de marzo, la calima sorprendió tiñendo de naranja todos los horizontes de la ciudad. Parecía un escenario de la película Mad Max. Era como si Blade Runner volviera a rodarse, pero esta vez en tierras andaluzas. El polvo en suspensión proveniente del Sáhara cubrió el cielo, enrareció el aire y llenó de barro el suelo.

Un episodio que calificado de «extraordinario» por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). La calima dominó el ambiente y los medios informativos la segunda quincena de marzo. Cada mirada por la ventana descubría un paisaje anaranjado, como sucumbido en el fuego, el infierno, que se borraba con una lluvia que dejaba kilos de barro en el suelo.

Los expertos hablaron de la «lluvia de sangre», remontándose a los escritos más antiguos. La Ilíada de Homero ya hablaba de ella. En el 181 a.c. en el senado romano la llamaron por primera vez «lluvia de sangre». Incluso las mismas plagas de Egipto del Éxodo o el origen del polvo de las sábanas de Cristo podrían tener una relación estrecha con este tipo de procesos meteorológicos. Se dijo en aquellos días donde el barro dominaba Andalucía.

Se explicaba que la calidad del aire iba a ser «desfavorable». En la bahía de Almería y zonas de Málaga hasta llegó a recomendar que se evitara salir a la calle, no practicar deporte al aire libre y protegerse con una mascarilla FFP2 en los días en los en los que el polvo del desierto más arreciaba.

Hubo avisos amarillos y naranjas por la calima. Aemet puso en el foco de mayor incidencia a ciudades como Almería, Granada y Málaga. Sin embargo, no dejó exentas a ciudades del interior. La Giralda se vio envuelta en la nube naranja, al igual que el Puente Romano de Córdoba cambió su habitual vista de la Mezquita-Catedral con un tono rojizo.

Al acabar, mientras la lluvia limpiaba, el barro se apoderaba de todo. La calima dio paso entonces a un paisaje sucio, manchado de ese polvo mezclado con agua. Las fachadas de algunos edificios no se recuperaron cuando a finales de marzo, otra vez el mismo fenómeno volvió a teñir el ambiente. Había quien acababa de lavar el coche, cuando el barro regresó para enturbiarlo todo.

Hay edificios que aún, un año después, no se han recuperado de aquellos días de arena en el ambiente. Un tiempo en el que la calima sigue siendo algo recurrente en los medios. Desde aquellos episodios ha habido varios avisos, pero no se ha vuelto a producir el fenómeno con tanta potencia con en aquel mes de marzo, donde el polvo en suspensión entró desde las costa de Andalucía hasta Bilbao.

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