La calima, una 'lluvia de sangre' cada vez más habitual en Andalucía
Los expertos señalan al cambio climático y la desertificación como principal motivo para las recurrentes lluvias de barro y calima que sufre Andalucía y proponen reforestar
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Era casi imperceptible. La llegada de las lluvias de barro y la calima ha puesto patas arriba toda Andalucía oriental, pero su origen se fue fraguando mucho antes. Es cierto que, según los expertos, no se trata de un fenómeno nuevo. La Ilíada de ... Homero ya hablaba de ella. En el 181 a.c. en el senado romano la llamaron por primera vez «lluvia de sangre». Incluso las mismas plagas de Egipto del Éxodo o el origen del polvo de las sábanas de Cristo podrían tener una relación estrecha con este tipo de procesos meteorológicos. Sin embargo, lo que ahora sucede, poco tiene que ver con aquellos momentos concretos de la historia.
Los periodos de calima y de lluvia de barro en Andalucía son fruto del polvo atmosférico proveniente del desierto del Sáhara. Solo con mirar un mapa es un hecho que no se le escapa a nadie. Sin embargo hay elementos que no aparecen en los mapas al uso y que, de forma invisible, han ido entrando en nuestro ecosistema y, sobre todo, en nuestros pulmones.
«Hablamos de que Granada vive 150 días al año con intrusiones. Son datos impresionantes» señala el catedrático del Departamento de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Granada, Jesús Párraga. «Es la evidencia de que el cambio climático existe».
La cifra surge tras más de 20 años de recogida de los mismos. Desde el año 2000, Granada ha pasado de apenas cinco, seis intrusiones de polvo atmosférico a 30 por año. Si tenemos en cuenta que cada una dura unos cinco días, de ahí sale la centena en que respiramos ese polvo.
Suelo desnudo
El porqué de esta subida tiene, además, su explicación. «Hay dos razones por las que la calima llega hasta aquí. La primera, que hay un suelo que está desnudo. Por eso el polvo viene del Sáhara y no de Galicia. En segundo lugar, las corrientes circulatorias de viento. Un viento muy fuerte que posibilita que llegue hasta aquí» señala Alberto Molinero, investigador de la UGR en el mismo departamento que Párraga.
La desertificación, indican desde este equipo de investigación multidisciplinar de edafólogos y microbiólogos, tiene ahí un papel fundamental. Ese suelo desnudo del que habla Molinero es cada vez más extenso. «Sabemos que en 5.000 años, el desierto del Sáhara habrá crecido 250 kilómetros hacia el sur y que todas las poblaciones que queden a su paso van a morir de hambre, como ya está ocurriendo, por otra parte. Pero no sabemos cuanto está creciendo hacia el norte» indica el catedrático. «Lo que sí es palpable, y a las pruebas me remito es que en todo el levante español existe cada vez más esa desertificación».
Desde el área de microbiología, además, se ha descubierto en las últimas intrusiones que el recorrido que hace ese polvo atmosférico recoge microrganismos de todo tipo a su paso. «Una de las cepas en lo recogido estas semanas estaban aisladas en Marruecos. Y en principio lo que estábamos mirando era polvo del Sáhara. También estaban descritos hongos, por ejemplo, como los que se producen en el Valle de Méjico» explica Ana del Moral, catedrática de Microbiología por la UGR.
«El Amazonas se alimenta de un polvo similar, pero ya «fuera de la jaula»» añade Molinero
En ese sentido, se tumba la idea de que el polvo que respiramos es homogéneo, lo que añade sus peligros a nivel de salud. «Hay que tener en cuenta que lo que viene del Sáhara no es el que recibimos aquí . El polvo atmosférico ha hecho un viaje y envejece. Se mantiene vivo porque ha cristalizado. Esto es importante, porque por ejemplo el Amazonas se alimenta de un polvo similar, pero ya «fuera de la jaula»» añade Molinero.
En ese sentido, las influencias del cambio climático están propiciando, cogiendo la calima como ejemplo, un tipo de microorganismos cada vez más perjudiciales para la salud en las zonas mencionadas del levante español. Otro microbiológo de la universidad granadina Fernando Martínez-Checa, insiste en lo nocivo de estos 'nuevos' elementos «Son partículas de cuarzo. Lo que producen son daños en los epitelios, en las fosas nasales, en la garganta… el individuo se queda totalmente desprotegido ante los patógenos y las infecciones que puedan conllevar».
Un tamaño diminuto
Este cuarzo, además, es cada vez más fino. «Los niveles máximos fijados perjudiciales para la salud por la Unión Europea están en 5 0 microgramos por metro cúbico en una intrusión. Solo en los datos recogidos en agosto de 2021 se alcanzaron los 180. Un tamaño diminuto, que directamente hace que esos microrganismos puedan entrar a los pulmones, al cerebro, a la piel» expone Azahara Navarro, investigadora en el departamento.
A largo plazo, es más, las consecuencias de la inhalación de estas partículas, de nuevas, no están todavía claras. A todo, esto, además, se une la situación específica de Granada, una de las tres ciudades más contaminadas de España en cuanto a la polución y la baja calidad del aire. «Es un cóctel mortal» resume el equipo.
En cuanto a cómo paliar la situación creciente y la extensión de estos microorganismos dañinos, la receta es sencilla, aunque esta vez se encuentra en manos de la política. «La solución no es otra que la reforestación . Reforestar, pero hacer un seguimiento, regar lo que se siembra. Las entradas hospitalarias crecen, y mucho, cada vez que llegan las intrusiones. La conclusión que tenemos que hacer es que sale más barato cuidar la naturaleza que cuidar a las personas» remarca Párraga.
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