con permiso
Los grandes fondos huelen sangre en un país que toca fondo a lo grande
Discretamente han pasado estos días por Madrid los fondos soberanos mundiales, que ven una oportunidad de oro en el descacharramiento político de España. Apuestan por los países emergentes y por el nuestro, o lo que va quedando de él, y huyen de China. Por algo será
España registró casi 3.000 millones de inversión de fondos soberanos en 2022, en niveles récord
El Gobierno se entrega a los fondos soberanos para dar alas a la economía
Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno
En el último año los grandes fondos soberanos han inyectado en España 3.000 millones de euros repartidos por una docena de empresas patrias. Esta cifra es la mayor de los últimos quince años. Mubadala, Norges y GIC, los más activos, han triplicado sus ... participaciones en nuestro país durante los dos últimos años. Su atención se reparte desde hidrocarburos y sector inmobiliario a la socorrida digitalización y sostenibilidad, pasando por las residencias de ancianos, que se antojan un lucrativo negocio en un país de viejos. Vamos, que el Estado español se ha convertido en un chollo para otros estados. Se da la paradoja de que los mismos argumentos con los que a finales del siglo pasado se privatizaron nuestras grandes empresas bandera, alegando que el sector público no debía meter sus manos en lo privado, está sirviendo para que esas mismas empresas extirpadas del seno de España acaben en los bolsillos públicos de otros países.
Por Madrid han desfilado casi todos los que son, porque a algunos de Oriente Medio no les ajuntan en esa exclusiva liga de adinerados soberanos que representa la Ifswf, y no es por falta de dinero, qué va, sino porque en algunos países donde quieren asentar sus reales no están muy bien vistas las prácticas contra los derechos humanos que esos mismos llevan a gala. Unos tiquismiquis, pensarán allá por Arabia mientras cuentan los petrodólares y se atusan la kufiya.
Estos sí que parecen ir como una moto, que diría Pedro Sánchez, quien se dio mus a última hora de la cita madrileña para que le hicieran la foto para delicia de quienes le consideran un 'vendepatrias'. Ya hay cien grandes fondos soberanos frente a los 73 que existían diez años atrás, y mueven más de ocho veces el PIB español. Es de entender que al resiliente de La Moncloa y su clá se les hiciese bola presentarse allí y mostrarse como uno más. Porque ese es el drama: bienvenida sea la inversión exterior, pero que sea para crear riqueza, para generar empleo y acrecentar a nuestras compañías para que se hablen de tú a tú con los grandes titanes norteamericanos y chinos. Pero no es eso, no es eso. Estos fondos son en realidad países con careta, fortunas-Estado que tratan de surfear las tensiones geopolíticas, los tipos de interés altos y la inflación desbocada. Y de eso, qué les voy a contar, España y Sánchez saben un rato.
Los grandes fondos soberanos han olido sangre en España y se han acercado para comprobar con sus ojos cómo de interesante puede llegar a ser su inversión, con el Ibex a precio de baratija y un Gobierno débil, delicuescente, que no podría plantar cara en caso de controversia. Las apuestas del momento pasan por los países emergentes y España, que debe de resultarles lo más parecido. En paralelo deshacen posiciones en China, donde la Administración sigue de cerca la entrada de dinero del exterior y mucho más si procede de arcas soberanas. En un entorno de dificultades y regulación creciente desde la pandemia, estos vehículos inversores prefieren transitar por las mullidas moquetas españolas, que además abren otras muchas puertas en Iberoamérica. El efecto beneficioso de los rendimientos vía dividendo se completa luego con un blanqueamiento de imagen exhaustivo que ha hecho saltar las alarmas en la Unión Europea, donde hasta los miopes funcionarios de Bruselas han visto que se les están zampando la merienda por la puerta de atrás y con el beneplácito de algunos gestores que creen haber encontrado al caballero blanco que les sacará de sus apreturas financieras con una inversión 'soft' y a largo plazo. Ponen la pasta y callan. Puritito chocolomo. Y eso no existe, porque nadie da riales por pesetas.
Mientras unos estudian por dónde comerse España, la inflación se sigue merendando a los españolitos, con la gasolina a precio de aceite de oliva, que es oro, y las aceitunas como si fueran caviar. La vice de los dineros, Nadia Calviño, ya no celebra tanto la contención del dato del coste de la vida y deja que de la labor de tanatoestética se ocupe el INE, que ella está a otras siglas, el BEI, y la 'dichosa' Vestager empeñada en cerrarle la retirada de un Gobierno 'sanchestein' aún peor.
Como consuelo nos queda la trompetería del sanchismo, que recién llegada de aplaudir al amado líder por Estados Unidos, ha decidido jalear que la inflación subyacente ha bajado del umbral del 6% por primera vez en catorce meses, hasta situarse en el 5,8%.
Conviene recordar a estos fondos soberanos del compadreo gubernamental que la inflación subyacente no contabiliza ni el coste de la energía ni el de los alimentos no elaborados, que son precisamente los que están ahogando a las familias junto con las hipotecas y los créditos al consumo para ir tirando. Más valdría que se dejaran de cuentos y se aplicaran con las cuentas y que en vez de alivios políticos para unos pocos se dedicaran a aliviar la economía de los muchos que están tocando fondo.