Fútbol

Así se hundió Rubiales: del «No dimito» al estallido del fútbol femenino en su contra

El presidente filtró interesadamente el jueves que se iba, como parte de su estrategia de atrincheramiento

Sus desacertadas acusaciones hacia Jenni provocan una rotunda y amplia reacción del fútbol femenino

Editorial ABC: 'Un personaje indigno'

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Una pancarta en la manifestación contra Luis Rubiales, a las puertas de la Federación Reuters | vídeo: abc multimedia

Si ustedes han visto las cuatro temporadas de 'Sucession', la fantástica serie de HBO, sabrán que Luis Rubiales va camino de ser el Kendall Roy de nuestro país. El presidente de la Federación se acostó anoche creyendo que el gol en el minuto 116 de la final de Johannesburgo lo había metido él, y no Iniesta, y realmente es Julio Salinas en el partido de cuartos de final España-Italia del Mundial 94.

Luis Rubiales avergonzó ayer a España, en una comparecencia de 35 minutos de duración en la que no solo no dimitió, sino que además se quitó por completo la careta, si es que no lo había hecho ya en la celebración del domingo en Sídney, y se mostró tal y como es: un señor de la época del blanco y negro.

Su asombrosa y desacertada comparecencia provocó una rápida y contundente reacción de las 23 campeonas del mundo, de las amotinadas y de exjugadoras. Más de ochenta futbolistas que publicaron un contundente comunicado a última hora de la tarde en la que Jenni desmentía a Rubiales, pedían cambios estructurales reales y anunciaban que no volverían a una convocatoria de la selección hasta que no se fueran los actuales dirigentes. Poco después, la propia Jenni hacía público un comunicado, un texto demoledor, contra el argumentario del presidente.

Una mentira planificada

Fue el epílogo a uno de los días más negros en la historia del fútbol español, aunque, realmente, comenzó el jueves por la tarde cuando Rubiales filtró a los medios, de manera interesada, que iba a presentar su dimisión. Era una parte más de su retorcida estrategia de atrincheramiento. Rubiales no solo no dimitió, sino que sacó su vena más casposa y machista. Lo hizo en el salón Luis Aragonés de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en una asamblea extraordinaria que los decenas de periodistas allí presentes tuvieron que seguir por un plasma ubicado en la sala de prensa Luis Villalonga. Rajoy creó escuela.

Hubo el quórum necesario para una sesión de pan y circo que no solo dejó señalado a Rubiales. El papel de Luis de la Fuente, actual seleccionador nacional, de Jorge Vilda, de Medina Cantalejo, presidente del CTA, o de Sonia Bemúdez, seleccionadora sub-19 y comentarista del Mundial en TVE, acompañando con aplausos cada bravuconada de Rubiales, les deja igual de retratados que a su superior. No se entendería que, tras su presidente, todos ellos no fueran cayendo uno a uno.

Rubiales subió al atril tras la presentación de Andreu Camps, secretario general de la Federación, que saludó con un hola a «todas y todos». No se recuerda una vez anterior en la que antepusiera el género femenino al masculino. Lo mismo hizo Rubiales: «Buenos días a todas la asambleístas y todos los asambleístas». Segundos antes, el motrileño daba alguna pista de lo que estaba por venir, y nadie se esperaba, al alzar los brazos y saludar de un modo efusivo a los allí presentes. Extraño era.

Con sus tres hijas y sus padres presentes en la asamblea, decisión muy controvertida, sobre todo en el caso de las chicas, todas ellas menores de edad, en un lugar que no les correspondía estar, mencionándolas en varias ocasiones y asegurando que ellas sí eran feministas de verdad, Rubiales empezó sacando pecho. «Quiero dar las gracias por los muchos mensajes de apoyo que he recibido. También de personas que no son del mundo del fútbol. Hay gente silenciada que me está apoyando, más que la que hay en contra».

Después, se pronunció sobre su soez gesto en el palco del Accor Stadium: «Quiero pedir perdón sin paliativos. En un momento de euforia me agarre esa parte del cuerpo que ya habéis visto. Hemos pasado mucho, Jorge (dirigiéndose a Vilda). Me quieren hacer a mí lo mismo que te han hecho a ti. Hemos sufrido y hemos tragado, pero hemos estado juntos. Me emocioné muchísimo por el título, hasta el punto de perder el control, pero tu primera reacción fue girarte al palco y decirme 'tú, tú'. Y yo te hice ese 'ole tus huevos'. Debo pedir disculpa a su Majestad la Reina, la Infanta y la Casa Real. Es un gesto poco edificante. Mis más sinceras disculpas».

Un perdón en el que no incluyó a Infantino, también presente en el palco. Un gesto más de Rubiales de cobardía ante el poderoso, el mismo que decide si el Mundial 2030 se celebrará o no en España. Con el beso con Jenni no tuvo medida ninguna: «Voy a hablar del pico, porque más que un beso es un pico. El deseo que podía tener en ese beso era el mismo que podía tener al darle uno a mis hijas. No hay deseo ni posición de dominio. Aunque se venda en otros medios lo contrario, esos medios que son los que le rinden pleitesía a Tebas y los que le rinden pleitesía al falso feminismo, que es una de las grandes lacras de este país».

Rubiales le había quitado la anilla a la granada. El dirigente le pidió a sus hijas que no lloraran y que se sintieran orgulloso de su padre, además de decirle que el feminismo no era diferenciar lo que dice un hombre o una mujer, sino quién dice la verdad y quién miente. Entonces, el presidente echó la responsabilidad del pico sobre Jenni: «Me levantó a mí del suelo y casi nos caemos. Al dejarme en el suelo, nos abrazamos. Ella fue la que me subió en brazos y me acercó a su cuerpo. Luego yo le dije 'olvídate del penalti, sin ti no habríamos ganado el Mundial'. Ella me comentó que era un crack. Y yo le dije, 'un piquito', y ella contestó 'vale'. Luego nos despedimos con un manotazo en el costado y riéndonos».

«Un beso consentido»

Según la explicación de Rubiales, Jenni fue totalmente cómplice de lo que allí sucedió: «De la anécdota, del no pasa nada, empiezan las presiones, el silencio de la jugadora y un comunicado que no termino de entender. Aquí no se está tratando de hacer justicia. Se está ejecutando un asesinato social. Se me está tratando de matar. Como español debemos hacer una reflexión de hacia dónde vamos». Fue ahí cuando disparó contra las dirigentes del Gobierno de coalición y anunció medidas legales contra ellas: «El falso feminismo no busca la justicia, no busca la verdad, no le importa las personas. Están haciendo una ejecución y buscan una medalla para colgársela. La señora Yolanda Díaz, la señora Belarra, la señora Montero, el señor Echenique han hablado de vejar, violencia sexual, beso sin consentimiento, agredir. ¿Qué pensará de esto una mujer que de verdad se le ha obligado y agredido sexualmente?»

Fue entonces cuando llegó lo que nadie imaginaba. Rubiales alzó la voz y hasta en cinco ocasiones dijo que de ahí no le movía nadie: «Os voy a decir una cosa. No voy a dimitir. No voy a dimitir. No voy a dimitir. No voy a dimitir. No voy a dimitir. ¿Qué es lo que he hecho para dimitir? ¿Un pico consentido es para sacarme de aquí?». Finalmente, mandó besos a sus palmeros, escuchó dos intervenciones cargadas de genuflexión y se fue a casa dándose golpes en el pecho.

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