'Adictos': Lola Herrera merece algo más
CRÍTICA DE TEATRO
La presencia de la actriz no consigue disimular la irregularidad narrativa de la obra
Lola Herrera: «Me apena vivir en un mundo con tanta falta de empatía y compromiso como el actual»
El pasado 3 de mayo, cuando asistimos al estreno de 'Adictos' en el teatro Goya, la prensa destacaba las declaraciones expiatorias en 'The New York Times' del informático británico Geoffrey Hinton, gurú del despliegue de la Inteligencia Artificial (IA).
A sus 75 años Hinton abandona Google para volcarse en el apostolado contra los peligros de las nuevas tecnologías que él ha contribuido a desarrollar. El tecnólogo daba la razón a quienes advertían de que la IA acabaría siendo más inteligente que los seres humanos hasta dirigir la sociedad. De ese futuro totalitario que ya asoma en el presente, de las máquinas que debían liberarnos de la rutinaria servidumbre, va 'Adictos'. Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez, alertan de una 'transhumanidad' que podría comportar la desaparición del libre albedrío humano. Una obra de tesis que protagoniza Estela (Lola Herrera), creadora de IA que denuncia la distopía tecnológica que depara su invento. Le acompañan en sus cavilaciones expiatorias una doctora (Lola Baldrich) que le ayuda a recuperar la memoria tras un atentado y una periodista (Ana Labordeta).
Crítica de teatro
'Adictos'
- Autoría: Daniel Dicenta Herrera, Juanma Gómez.
- Escenografía: Curt Allen Wilmer, Leticia Gañán.
- Iluminación: José Manuel Guerra.
- Intérpretes: Lola Herrera, Lola Baldrich, Ana Labordeta.
- Lugar: Teatro Goya.
«¿Hasta qué punto estamos sometidos por la tecnología? ¿Somos realmente libres? ¿Qué tipo de sociedad hemos construido? ¿Qué panorama nos plantea el futuro más cercano?», plantea el texto. Pese a su actualidad y la voluntad de denunciar las trampas disfrazadas de progreso, 'Adictos' es un texto endeble que revela todavía más sus carencias por la floja dirección de Magüi Mira.
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La presencia de Lola Herrera en esta pieza de su hijo Daniel no consigue disimular la irregularidad narrativa de una obra que la recordada protagonista de 'Cinco horas con Mario' no merece en el tramo final de su carrera. Añadir a la falta de ritmo las interpretaciones poco convincentes de Lola Baldrich y Ana Labordeta: la discusión de la doctora y la periodista empujando una cama de hospital transita sobre la leve línea fronteriza entre la tragedia y la hilaridad.
Ya lo advirtió André Gide: no se hace buena literatura con buenas intenciones ni con buenos sentimientos. Falla casi todo en 'Adictos': desde el equívoco título a un discurso final que no llega a emocionar. Lo sentimos, sobre todo, por la gran Lola Herrera.
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