El cine de Conchita Velasco, el cine de Doña Concha
Fue en 'Teresa de Jesús', donde hizo el papel de su vida o donde consiguió merecidamente el Doña Concha
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El mundo del cine y la cultura se despide de la actriz, en directo

Concha Velasco cerró su filmografía en 2020 como actriz en 'Malasaña 32', de Albert Pintó, y con una aportación circunstancial y sin mayor importancia dentro de su -en todos los sentidos- enorme carrera profesional. Pero el cine nos ha dejado otra idea de ella, una ... doble imagen que sí se acomoda a la perfección a su trayectoria como actriz, la imagen de Conchita Velasco y la de Doña Concha (reunió en ella sola lo que las dos Piquer, Doña Concha y Conchita), que, en cierto modo, coinciden en transformación con la que hubo en la misma España.
Conchita Velasco, la chica yeyé (el pelo alborotado y las medias de color), fue puro cine y ritmo años sesenta en comedias ligeras, incluso ligerísimas, varias de ellas junto a Tony Leblanc, que inauguraban la década del desarrollismo con títulos aún de los cincuenta, como 'El día de los enamorados', de Fernando Palacios; 'Los tramposos', de Pedro Lazaga, o 'Amor bajo cero', de Ricardo Blasco, un cine de luz, simpatía y gracias. Fue pareja en numerosas ocasiones de Manolo Escobar, donde pudo poner la alegría de su talento de actriz al servicio de los otros talentos del cantante, entre los que no estaba la interpretación.
Trabajó mucho con los mejores, con Alfredo Landa, con Fernán Gómez, José Luis López Vázquez, y para los mejores directores, como José Luis Sáenz de Heredia (maravillosa en 'La verbena de la Paloma' y fabulosa en 'Los gallos de la madrugada'), Mariano Ozores o Javier Aguirre y José María Forqué, con estos dos últimos hizo dos piezas de imbatible humor y de notable intención 'socioilógica', 'Los que tocan el piano' y 'Las que tienen que servir'.
En época de transiciones de toda índole, Conchita Velasco operó la suya propia y de un modo magistral; quizá, y por ponerle un punto de partida, con Pedro Olea y 'Pim, pam, pum…¡Fuego!' (1975), donde la chica yeyé se convertía en una corista durante la posguerra que ayuda a los maquis; o tal vez, en 'Las largas vacaciones del 36', (1976) de Jaime Camino. Y ya muy pronto, 'La colmena', de Mario Camus, una de las cimas de su carrera cinematográfica. Aunque fue justo después y en un trabajo para televisión de Josefina Molina, 'Teresa de Jesús', donde hizo el papel de su vida o donde consiguió merecidamente el Doña Concha.
Todo en ella es inolvidable, pero, puestos a recordarla grande y fabulosa, hay que hacerlo junto a Paco Rabal en la mágica y cinematográfica 'La hora bruja', de Jaime de Armiñán.
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