La nueva casa de Ortega y Gasset y Gregorio Marañón
La fundación del científico y del filósofo estrena un nuevo espacio expositivo y presenta un nuevo programa cultural

Tras seis años de obras, pico va pico viene, la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón ya puede presumir de sede renovada. El palacete de 1847 de la calle Fortuny, 53, que tiene un ventanal desde el que es fácil soñar un mundo mejor, ... ha sido rehabilitado por completo, con su biblioteca de noventa mil ejemplares incluida. Y el edificio Carlos Arniches, donde en su día estuvo la Residencia de Señoritas, es hoy una sala de exposiciones de tres plantas y ha sido rebautizado como Espacio Cultural Ortega-Marañón. Y hay, también, un nuevo auditorio, la sala María de Maeztu, que promete ser el eje sobre el que gire la programación de la fundación, que abre ahora una nueva etapa en su historia. Hoy mismo se estrena con una inauguración en la que participarán el Rey Felipe, el presidente de la Fundación Ortega-Marañón, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, y el vicepresidente de la misma, Juan Pablo Fusi.
El espacio cultural se presenta con dos exposiciones, una temporal y otra permanente. La primera (la temporal) tiene que ver con la memoria del propio edificio: 'Residencia de Señoritas 1915-1936. Motor de igualdad'. Es una introducción en aquel proyecto de María de Maeztu, del que ya hemos dado cuenta en estas páginas, y en el que llegaron a participar figuras de la talla de Marie Curie. La segunda es un ejercicio de memoria de la propia fundación: un paseo por la relación entre el filósofo y el científico, por sus vidas y sus cruces, por sus recuerdos. De Ortega, por ejemplo, vemos el baúl en el que se llevó sus libros cuando marchó al exilio, o su material de escritura (sus plumas, su tintero), varias cartas, el atril en el que escribía y leía de pie, ya al final de su existencia, y ediciones de sus obras y fotos de su vida (en Berlín, con Heidegger, con Azorín, etc), entre otras cosas.

A Gregorio Marañón nos lo presentan, claro, como figura poliédrica. «Su biografía permite entender la España del siglo XX. Miembro de la generación del 14, ciencia, competencia profesional y humanismo fueron sus palabras clave», reza una de las primeras cartelas. Desde ahí exploramos su carrera como médico, como académico, como escritor y como investigador. Y, por supuesto, esa amistad que los unía: una amistad que fue una herencia, en realidad, y que se tradujo en la supervivencia de Ortega, cuando en el París de los exiliados Marañón consiguió que este fuera operado por los mejores cirujanos. Y más tarde Marañón celebró abiertamente la vuelta de Ortega a España... Esta relación, por cierto, había fructificado antes en grandes proyectos como la Agrupación al servicio de la República, que lideraron junto a Pérez de Ayala.

«Entramos en una etapa bonita en esta casa. La seña de identidad la tenemos clara: queremos este sea un lugar abierto a la ciudadanía, una institución que comparta su patrimonio, que atraiga a un público culto», celebra Lucía Sala Silveira, directora de la fundación. Ella explica que la fundación seguirá impulsando la investigación, como siempre, y que además quieren fomentar el debate.
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«La sala María de Maeztu será un espacio de diálogo, de debate, de construcción de los mínimos consensos necesarios que necesitamos», asevera. Para eso promete una programación estable y permanente. Y como guinda, además, está el Jardín de las Utopías, un espacio en el que pronto abrirá una librería-cafetería y en el que se organizarán exposiciones y conciertos al aire libre.
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