‘Nabucco’, una historia de redención y un símbolo de identidad nacional
La ópera que llevó al éxito a Verdi se compuso en un momento convulso para la vida personal del artista
‘Nabucco’ es conocida como la primera ópera que realmente recoge la esencia verdiana que caracteriza el resto de su legado. Desde ayer, el Teatro Real acoge esta obra de Giuseppe Verdi bajo la dirección musical de Nicola Luisotti y Sergio Alapont, que narra el Cautiverio de Babilonia y la expulsión del pueblo hebreo a manos del rey Nabucodonosor II.
Esta obra, fruto de la insistencia del empresario Giovanni Merelli hacia el compositor para aceptar el libreto del poeta Temistocle Solera, se convierte en una herramienta de sanación interior. La vida de Verdi no fue fácil, desde la pérdida de su mujer y sus hijos en menos de tres años a la invasión del Imperio austriaco a su querida patria italiana. “‘Nabucco’ fue para Verdi una tabla de salvación que le situó artística y existencialmente de nuevo en el camino de la vida”, ha explicado Irene de Juan, musicóloga y pianista, en el programa de mano del Teatro Real.
El deseo de Verdi era regresar a su trabajo como organista, en la iglesia de Busseto, su lugar natal, tras el fracaso de sus anteriores obras y su situación emocional. Sin embargo, el empeño de Merelli para que cumpliera con las condiciones de su contrato y un encuentro casual con él una noche en Milán le llevaron a aceptar a regañadientes el libreto. Tras leer tres veces la obra esa misma noche, por la mañana Verdi explicó a su querido amigo que aceptaría el encargo: “Ese mismo día conocía entero el libreto de Solera desde el fondo de mi corazón”.
La obra que llevó al éxito a Verdi y que con ella se inicia los años de galera, en los que compone a ritmo frenético 17 óperas en doce años, cuenta con un proceso de composición marcado por el dolor y sufrimiento personal. Su actitud contemplativa, de desarraigo y ruptura interior le llevaron a crear su ópera prima y una de las más reconocidas a nivel operístico y musical.
La gran pérdida de Verdi
La vida personal del compositor quedó arrasada por varios acontecimientos que le llevaron a una profunda tristeza, al punto de abandonar la composición que tanto amaba. Verdi, casado con Margherita, hija de Antonio Barezzi, su mecenas, tuvo dos hijos: Virgina María Luigia, nacida el 26 de mayo de 1836, e Icilio Romano, nacido el 11 de julio de 1838. Gracias al apoyo de Pietro Massini, que reconoció el talento de Verdi cuando ejercía como profesor de clavicémbalo, consiguió representar su primera ópera ‘Rocester’, en La Scala, más conocida como ‘Oberto, Comte di San Bonifacio’, con libreto de Antonio Piazza. Sin embargo, la felicidad del joven compositor se vio truncada cuando su hija falleció con tan solo dos años y, un año más tarde, también su hijo.

Aunque la muerte de sus hijos fue un acontecimiento doloroso, Verdi contaba con la fuerza suficiente como para seguir componiendo. Gracias al primer estreno en La Scala, el joven había obtenido un contrato para dos óperas más. Un año después de la pérdida de su único hijo en vida, en junio de 1840, comienza a trabajar en su segunda obra, 'Un giorno di regno', con libreto de Felice Romani. No había culminado su trabajo cuando su mujer Margherita falleció repentinamente por una encefalitis con 26 años.
El compositor, devastado, perdió las fuerzas y quedó reflejado en el resultado final de su obra. La ópera, estrenada dos meses después de este golpe, fue un rotundo fracaso. La Scala canceló el resto de representaciones programadas y hasta 2001 no se volvió a presentar en la temporada del teatro.
El dolor de una patria invadida
‘Nabucco’ cuenta la historia del pueblo de Israel y el destierro del pueblo hebreo a manos del Rey Nabucodonosor en el año 587 A.C. En ella se aprecia la opresión y persecución de los babilonios hacia un pueblo unido que clama la libertad y defiende su identidad frente al pueblo extranjero. Al mismo tiempo que Verdi compuso la música para esta historia, su Italia padecía los mismos dolores que el pueblo judío invadido por el Imperio austriaco. Así, la historia del pueblo de Israel que vivió sometido al yugo de Babilonia reflejaba al mismo tiempo el sufrimiento del pueblo italiano silenciado por los austriacos.
Cuando Verdi recibió el libreto de ‘Nabucco’ de manos de Merelli, contó a Giulo Ricordi que, al lanzarlo violentamente hacia la mesilla de noche, se quedó abierto por el coro de los hebreos: “Va pensiero sull’ali dorate”. “Leí los versos siguientes y me sentí profundamente conmovido”, explicó el compositor a su amigo así como en su autobiografía. Tanto ese canto, uno de los más sublimes de la historia de la ópera, como la obra, no son el drama de los personajes sino una voz poderosa que encarna la aspiración nacional de un pueblo como es el italiano.
“En el momento en que Verdi compone ‘Nabucco’ no es consciente de que se convertiría en un héroe nacional. La obra es un éxito porque pone en el centro al pueblo. En ese momento, Italia necesitaba que el mismo pueblo se pusiera frente a los austriacos que ya habían invadido Milán, Venecia y gran parte del norte de Italia”, explicó Nicola Luisotti, director musical de esta representación, durante la rueda de prensa en el Teatro Real, tal y como informó Julio Bravo. Si bien es cierto que el nacionalismo italiano fue liderado por Cavour, Mazzini, o Garibaldi, el patrimonio musical del compositor fue muy valioso para el Risorgimento.
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