CARTAS TÀPIES-BROSSA
«Tàpies, ahora montamos el mismo caballo. Es formidable, ¿no?»
Galaxia Gutenberg explora la relación artística y personal de Antoni Tàpies y Joan Brossa a través de las cartas que intercambiaron entre 1950 y 1991
Tàpies: un centenario contra el olvido y la desmemoria

Diciembre de 1950. París. Antoni Tàpies acaba de inaugurar su primera exposición individual en Barcelona y, becado por el Instituto Francés, se instala en la Ciudad de la Luz en busca del empujón internacional que necesita su carrera. En pocos días conoce a George ... Braque, coincide con Joan Miró en las Galeries Maeght y visita varias exposiciones, «a cada cual más mierda». «Hemos conocido a muchas otras personas de la 'decadencia', en casa de uno que es un prototipo, en una reunión que se dio con motivo de la llegada de Cabral», escribe en una carta dirigida al poeta Joan Brossa, con quien le une una estrecha amistad desde 1946.
«No creas que París, a pesar del deslumbramiento que produce los primeros días, es suficiente para hacerme olvidar a los amigos como tu. Al contrario», leemos en la primera carta que recoge 'Con corazón de fuego' (Galaxia Gutenberg), libro que recoge y contextualiza por primera vez toda la correspondencia que intercambiaron Tàpies y Brossa entre 1950 y 1991. «Su relación fue una de las colaboraciones entre un poeta y un artista más importantes del siglo XX», defiende el crítico y ensayista Manuel Guerrero Brullet, responsable de la edición de un libro que se publica de manera simultánea en catalán y castellano coincidiendo con el centenario del nacimiento del pintor barcelonés. «Es un regalo que genera nuevas lecturas»; defiende la directora de la Fundación Tàpies, Imma Prieto.
«Un hombre más seguro»
En su autobiografía 'Memoria personal', Tàpies ya dejó escrito lo que para él representaba la amistad de Brossa, junto a quien trabajó durante más de cuatro décadas; desde el primer texto para 'Tres aiguaforts', de 1947, al libro ilustrado 'Carrer de Wagner', publicado en 1989. «La amistad con Brossa, más que marcar una nueva etapa en mi carrera de pintor, se puede decir que casi coincide con mi inicio. Quizá porque tenía algunos años más que yo, lo creí desde el primer momento como un hombre más seguro, que sabía más claramente lo que quería e iba derecho», relató Tàpies.
¿Y Brossa? «Ahora todos los dos tenemos la misma fuerza inicial encarada en la misma idea, los dos llevamos en el alma el mismo espectáculo, tenemos parte en los mismos movimientos, tenemos la misma actitud de escribir, montamos el mismo caballo. Es formidable, ¿no?», le escribió el poeta en una carta fechada en mayo de 1951.

Y es que las cartas, destaca Guerrero, no sólo cartografían una amistad que, con los años, iría enfriándose hasta acabar congelándose, sino que además permiten conocer la evolución de los dos creadores en un momento fundamental: cuando su obra evoluciona desde el neosurrealismo hacia la poesía rasa y esencial en el caso de Brossa y el informalismo de Tàpies. «Ellos mismos lo explican en sus cartas, lo que las convierte en documentos de referencia», asegura el responsable de 'Con corazón de fuego'. «Espero, Tàpies, que sigas haciendo diana con cada tiro», escribe Brossa el día de Navidad de 1950. «¿Sigues caminando por la tierra con un trazado de tablones», añade en la misma carta, dirigida también a Modest Cuixart.
El distanciamiento
Para contextualizar las misivas, escritas casi todas entre 1950 y 1951 y convertidas después en postales del éxito internacional de Tàpies, 'Con corazón de fuego' estudia la relación entre poeta y artista y viaja a los orígenes de una amistad ligada también a Arnau Puig, Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, fundadores de 'Dau al Set' en 1948. En este sentido, apunta Guerrero, «las cartas son fundamentales para conocer la historia de Dau al Set, ya que Brossa y Tàpies comentan lo que está pasando con la revista, sus diferencias con Tharrats, como Brossa empieza a distanciarse de Ponç..»

La preeminencia de cartas fechadas a principios de los años cincuenta tiene una explicación más bien prosaica -ambos vivían en el mismo barrio, tan cerca que se veían casi a diario y no necesitaban escribirse-, pero capítulo aparte merece el distanciamiento que se produjo cuando Brossa empezó a experimentar con la poesía visual y entra en el mercado del arte. «Hay un choque de lenguajes. -explica Guerrero-. Brossa empezó a hacer poesía visual y entra a competir con lo que es la obra del artista, del pintor. A partir de entonces, las conversaciones son diferentes. También hay una cuestión puramente material: cuando Brossa empieza a vender obra, el interés de colaboración con Tàpies es menor, porque esa parte ya la tiene cubierta».
El último documento que recoge el libro, de hecho es un telegrama que Tàpies envió a Brossa cuando el Reina Sofía dedicó una gran exposición al poeta en 1991. «Sentimos no poder venir, pero pensamos siempre en ti. Deseamos gran éxito. Stop. Cordial afecto». Firmado: Teresa y Antoni Tàpies. Años después, en 1998, Joan Brossa moría en un accidente doméstico en su estudio de la calle de Génova. Se acababa así una «colaboración extraordinaria' que dio frutos como los libros de arista 'Fregoli' y 'Novel·la', la ópera inédita 'Cap de mirar' o el espectáculo musical 'L'armari en el mar'.
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