Picasso y Miró, reunión de amigos
«Estas obras no las volveremos a ver juntas en nuestra vida», advierten los directores de la Fundación Miró y el Museo Picasso
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Ir a la Fundación Miró y encontrar a Pablo Picasso. Ir al Museo Picasso y ver a Joan Miró. Dos rúbricas enlazadas por el arte contemporáneo. Y, sobre todo, por una amistad de más de medio siglo. Marko Daniel y Emmanuel Guigon, directores ... respectivos de la Fundación Miró y el Museo Picasso, coinciden en que esta exposición que pone en contacto la obra de ambos artistas debería haberse realizado mucho antes. El Año Picasso, en el cincuentenario de la muerte del pintor malagueño, no admitía excusas. «La idea no es nueva», apunta Guigon. «¡Era tan obvio que debía hacerse! ¡Como inventar la sopa de ajo! Lo que daba un poco de miedo era el esfuerzo para conseguir los préstamos necesarios, cinco años de realización y cuatro comisarias. Al final la exposición se hace en Barcelona porque solo era posible aquí: es la ciudad con más obra de Miró y Picasso», añade Daniel.
«Estas obras no las volveremos a ver juntas en nuestra vida», señalan Daniel y Guigon. Una exposición con trescientas treinta y ocho obras desplegadas entre la Fundación Miró y el Museo Picasso. La primera, en la montaña de Montjuïc con vistas sobre Barcelona. El Picasso, en el barrio de la Ribera, donde la catedral del mar. Elena Llorens, comisaria del Museo Picasso, marca las diferencias entre Miró y Picasso. «Miró era discreto; Picasso, expansivo. Con poéticas diferentes. El hilo conductor de la exposición debía ser la amistad». Picasso dejó pocas referencias de aquella relación, pero conservó hasta la muerte el autorretrato y la «bailarina española» de Miró. Miró no poseía obras de Picasso, sí dedicatorias de libros y cartas del malagueño. «Miró criticaba la excesiva productividad de Picasso, pero tenía una foto suya en los talleres de Palma de Mallorca y Montroig». Teresa Montaner, otra de las comisarias, apunta que Miró admiró siempre a Picasso. «Al principio vio en él a un maestro y con el paso de los años, a un amigo. 'Después de mí, tú abrirás una nueva puerta', le dijo Picasso a Miró».
La exposición Picasso-Miró arranca con el primer encuentro de ambos artistas, el 10 de noviembre de 1917 en el Gran Teatro del Liceo. El trabajo escenográfico de Picasso para los ballets rusos de Diàghilev, clasicismo y cubismo conjugados, entusiasma a Miró. El 'Arlequín' (1917) picassiano le decide a abandonar su estilo ecléctico y apostar por el clasicismo cubista. El autorretrato de 1919, 'El caballo, la pila y la flor roja', de 1920, y 'La masía' (1921-1922) jalonan esa evolución. En 1954 Miró subrayará por carta la influencia decisiva de Picasso en la evolución de su obra: «Tú eres el primer artista al que me encontré cuando llegué a París en 1919, a ti te mostré mis primeras obras, que nadie más había visto».
Los años veinte, con la eclosión del surrealismo, Picasso sigue cubriendo etapas estéticas y Miró incorpora a su arte cierto erotismo deudor de Picasso. A lo largo de su vida, ambos se inspirarán en el Ubú de Alfred Jarry. La poesía también les atrae: ambos ilustran numerosas ediciones de bibliófilo.
Obras en común
«Esta exposición es como una novela coescrita por Miró y Picasso», apunta Guigon. Cristina Cortadella, comisaria del museo Picasso, señala la guerra civil española y la segunda guerra mundial como dos momentos de máxima conjunción entre los artistas. «Coinciden en el apoyo a la República Española y reciben encargos para el Pabellón español de la Exposición de 1937. Picasso con el 'Guernica' y Miró con 'El segador', que desaparece cuando se desmantela el pabellón».
Las obras de aquel aciago periodo tienen en común el llanto: 'La mujer que llora' de Picasso y la cabeza de un hombre de Miró, ambas de 1937. La conflagración mundial los distancia: Miró retorna a España y Picasso se queda en Francia. La posguerra los vuelve a reunir en nuevos formatos artísticos como la escultura y la cerámica. También en la admiración por los clásicos. Si Miró ya lo demostró en 1929 con su óleo inspirado en 'La Fornarina' de Rafael, Picasso reinterpreta 'Las Meninas' de Velázquez. En 1968 la proximidad personal y estética toma forma física en Barcelona. A la muerte de su secretario personal, Jaume Sabartés, Picasso dona cincuenta y ocho obras de 'Las Meninas' al museo que lleva su nombre. Y el 8 de noviembre de ese mismo año, Joan Miró inaugura una retrospectiva en el antiguo Hospital de la Santa Creu que constituirá el núcleo de su Fundación.
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Picasso y Miró trabajaron hasta el momento de su muerte. «Si llega la inspiración que me coja trabajando», decía el malagueño. «Trabajar, trabajar, trabajar y ser sincero», decía el catalán. Trabajo y amistad. Miró y Picasso. O viceversa.
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