Almonaster la Real, un tesoro andalusí en el corazón de la serranía de Huelva
Acercarse a este bello pueblo de la Ruta al-Mutamid, no sólo supone un encuentro con sus raíces históricas, patrimonio y folclore, sino también disfrutar de su riqueza paisajística y del encanto de la sociedad rural
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La denominada Ruta al-Mutamid, que se extiende desde Lisboa a Sevilla pasando por la capital onubense, está considerada como una de las más ricas de Al-Andalus, por el amplio legado andalusí que se conserva en este territorio. El itinerario recibe el nombre ... de este erudito, conocedor de la música y la poesía, que fue un rey taifa de Sevilla, nacido en Beja (Portugal) en 1040, y que falleció en Marruecos en 1095 tras ser desterrado de la Península.
Una de los tesoros arquitectónicos que forman parte de este legado es la localidad onubense de Almonaster la Real, en el parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Aquí, el visitante, más allá de la riqueza paisajística, podrá disfrutar de uno de los más armoniosos y atractivos conjuntos monumentales no sólo de la comarca sino del territorio andaluz, lo que le ha hecho merecedor de su declaración como Conjunto Histórico Artístico.
En el recorrido por las intricadas calles destacan numerosas casas señoriales, con sus zaguanes y fachadas así como la iglesia de San Martín, vasta construcción con predominio del estilo gótico y del mudéjar, y con una espléndida portada manuelina del XVI. Al llegar a la plaza de la Constitución, se encuentra la dieciochesca capilla de la Trinidad, una Casa Rectoral del XVII y los edificios del Ayuntamiento y una Casa Palacio, ambos del siglo XIX.
Mezquita de época califal
Sin embargo, el monumento más emblemático de Almonaster es la mezquita de época califal, enclavada en lo más alto del cerro que corona el Castillo. La construcción, que se conserva en buen estado, fue levantada en el siglo X sobre restos visigodos y romanos, estando formada por una sala de oración con cinco naves y sus arcadas, alminar y el mihrâb, del que, según el arquitecto Alfonso Jiménez, «es el único ejemplo conocido en España».
En el extremo sur del oratorio islámico, se levanta una torre de planta rectangular con tres cuerpos, rematada por una balaustrada y un campanario, que fueron construidos cuando la mezquita se convirtió en la ermita cristiana de Ntra. Sra. de la Concepción. Entre los restos de la antigua fortaleza, cuyo patio de armas se convirtió en plaza de toros en el año 1891, se reconocen la Torre del Alcaide, el camino de ronda y la conocida como «puerta falsa».

En general, el monumento de la mezquita es un testimonio excepcional de las primeras obras islámicas de España, contando con unas características muy difíciles de hallar en ciudades pequeñas. Siendo elegante como era propio del periodo omeya y mostrando el arte que unió las influencias clásica y oriental. No en vano está considerado como el único ejemplo de oratorio islámico que se conserva en la Sierra de Aracena.
Pero más allá de sus características arquitectónicas, la mezquita es la prueba inequívoca de que Almonaster fue un centro de la cultura en Al-Andalus. Para rememorar esa época, cada año se celebran en su entorno las Jornadas de Cultura Islámica. El atractivo programa de actividades incluye cursos, conferencias, exposiciones, talleres, conciertos, pasacalles y espectáculos teatrales, conformando una fiesta que se desarrolla entre el zoco y la mezquita.

Cruces de mayo
Otra de las riquezas del municipio son sus manifestaciones festivas, que en mayo tienen el punto culminante con sus afamadas Cruces, no sólo en Almonaster sino también en sus aldeas de Las Veredas y Aguafría, al igual que la popular romería de Santa Eulalia, en la ermita situada a 20 kilómetros del municipio. Estas fiestas, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, tienen como principal peculiaridad el uso del traje de serrana y la variedad de cantes y bailes propios.
Ascensión al Cerro de San Cristóbal
Partiendo desde el mismo núcleo urbano, existe la posibilidad de ascender a uno de los mejores miradores del parque natural, el Cerro de San Cristóbal, (917 m.), a través de un camino señalizado por la Consejería de Medio Ambiente. El sendero ofrece la oportunidad de conocer una antigua calzada empedrada de origen romano que se dirigía a Mérida, flanqueada en sus inicios por molinos que aprovechaban las aguas de la Rivera de Almonaster.
Así, desde esta atalaya natural, se divisan, en la parte norte del municipio, una amplia panorámica de la Sierra con los bosques de pinos, encinas y alcornoques, además de los rubios castañares y manchas de robles que aparecen en las umbrías y en las cumbres. Las tierras de esta zona poseen gran vocación forestal, con aprovechamiento de sus ricas dehesas para la crianza del ganado porcino.
El lado sur, por el contrario, se identifica con el Andévalo y el comienzo de la vasta Cuenca Minera, de cuyas explotaciones romanas y prerromanas, dan muestra numerosos escoriales distribuidos por el término. Las explotaciones de cobre y manganeso tuvieron periodos de florecimiento en los siglos XIX y XX, lo que hizo aumentar la población en diferentes asentamientos. En la actualidad, Almonaster sólo basa su economía en el sector agropecuario.
Aldeas de Almonaster
Otras visitas por el término municipal pueden centrarse en sus pintorescas aldeas, que sobresalen por su buen estado de conservación. Algunas de ellas como Canaleja, Los Molares, Aguafría o Las Veredas, destacan por sus tradiciones y costumbres que se conservan en el tiempo. Otras, como El Manzano, debió su fama a su balneario de aguas ferrosulfurosas, mientras que La Estación, era conocida por su fábrica de anisados y licores «La Hormiga».

Por su singularidad, no se puede quedar atrás la aldea de Calabazares, cuya bella fisonomía, contemplada a vista de pájaro desde la carretera A-470, se asemeja a un cuadro remoto y espontáneo salpicado de huertos. La pedanía, popularmente conocida como Los Llanos, celebra en agosto la Matanza Vegetal, fiesta gastronómica en la que frutas y hortalizas serán envasadas al vacío, destacando el embotellado de tomates para su conservación.
Para concluir el viaje, en un pueblo de gran tradición culinaria, no podían faltar especialidades como ensalada de orégano, sopa de olores, aderezada con hierbabuena y culantro, migas con setas, guiso de orejones y potaje de castañas, así como los exquisitos platos serranos elaborados con productos derivados del cerdo, comunes a toda la comarca. Para postre, los quesos curados de cabra, elaborados artesanalmente, tortas del cura y miel.
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