«Confiamos a ciegas en el GPS»: la muerte de cuatro jóvenes en Cantabria abre el debate sobre los navegadores
Estos sistemas usan criterios como la eficiencia o la sostenibilidad, pero no la seguridad al volante
Mueren cuatro jóvenes madrileños de 21 años tras despeñarse su coche por una ladera en Cantabria

El GPS que guiaba a los cuatro jóvenes madrileños que perdieron la vida la semana pasada en el puerto de Lunada (Cantabria) marcaba la ruta más corta para llegar al destino. Sabemos que el grupo de veinteañeros había ido a pasar el fin de semana a una casa rural, que conducían un Audi A3 y que se despeñaron por una carretera sin quitamiedos que, si nieva, suele cortarse a la circulación. Cuando ocurrió la desgracia ya estaba nevando y, sin embargo, la vía aún permanecía abierta y el GPS la recomendaba. Según han declarado los vecinos del término municipal de Soba, en el que se encuentra el tramo de la CA-643 en el que ocurrió el siniestro, un todoterreno se había precipitado por una ladera cercana en 2022. ¿Era esa la mejor de las rutas? Parece que no.
No obstante, esta desgracia podría servir para tomar conciencia de cómo la tecnología está cambiando los hábitos de conducción (y no necesariamente a mejor). Según este periódico ha consultado a la DGT (Dirección General de Tráfico), «es habitual que muchas personas confíen ciegamente en el navegador, pero no es recomendable. Lo ideal es realizar un análisis previo de la ruta y planificar el viaje. Más aún con mal tiempo y sin conocer la carretera», recomiendan.
Los navegadores no han dejado de evolucionar en los últimos años y, además, se han democratizado. Google Maps o Waze (también propiedad de Google) son aplicaciones gratuitas que se pueden utilizar en los móviles sin necesidad de que el vehículo disponga de navegador integrado. De hecho, ahora nos parece más de otra época la compra de una pantalla GPS para el automóvil al estilo TomTom.
Hoy los sistemas no suelen registrar grandes problemas de obsolescencia de la red viaria, como ocurría antaño, pero aún no incorporan datos fiables de la situación meteorológica. Por ejemplo, en los peores días de la dana de Valencia, estas aplicaciones seguían fijando rutas por zonas inundadas o calles asoladas por la riada. El funcionamiento de muchos de estos navegadores se basa en los datos que comparten los propios usuarios. Si tres conductores marcan que en un punto de la autovía ha tenido lugar un accidente, el cuarto que transite por el mismo lugar recibirá el aviso. Por otra parte, reciben datos de la velocidad a la que van sus usuarios, de manera que pueden determinar si en un tramo hay atasco o si, por el contrario, el tráfico es fluido. El problema surge en zonas poco concurridas, donde la aplicación carece de información de otros usuarios.
«El GPS envalentona a muchos conductores inexpertos»
Desde Aesleme, asociación para educar en seguridad vial, hacen hincapié en el negligente uso que algunos VTC hacen de estas aplicaciones de movilidad. «No conocen el callejero de las grandes ciudades, lo fían todo al GPS, y no son pocas las veces que terminan en dirección contraria o perdidos, dando mil vueltas». Mar Cogollos, portavoz de Aesleme, indica que los navegadores también pueden «envalentonar» a personas inexpertas que «en la época de los mapas físicos» no se atreverían a coger el coche en según qué situaciones. Señala, además, que las pantallas se pueden convertir, per se, en una gran fuente de distracción y que es habitual que muchos conductores utilicen estas aplicaciones de movilidad «para evitar multas y tener localizados los controles de la Policía, pero no para optar por el camino más seguro», refiere.
Falsa sensación de seguridad
España es uno de los países de la Unión Europea que más recurre a estos sistemas de navegación. Según el Observatorio Europeo de Movilidad de la FIA (Federación Internacional del Automóvil), la amplia mayoría de españoles (un 97%) tiene alguna aplicación de movilidad en su móvil frente al 83% europeo. En este sentido, Ramón Ledesma, asesor de PONS Mobility, afirma que el extendido uso de los GPS podría estar provocando una «falsa sensación de seguridad generalizada. La tecnología debe ser un apoyo, pero nunca un sustituto del criterio del conductor». La industria, dice, estaría primando la eficiencia energética o la reducción de emisiones, pero, en algunos casos, esto deriva en rutas secundarias menos seguras. «Los sistemas de navegación deben primar criterios de seguridad vial en sus algoritmos, priorizando carreteras bien señalizadas y minimizando distracción al volante», considera Ledesma.
ABC ha preguntado a Google si se plantea que sus aplicaciones de movilidad incorporen datos de la DGT o de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) o si ya se están integrando, pero el gigante tecnológico ha declinado participar en el reportaje. En cualquier caso, los sistemas son susceptibles de mejora. Según informa la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (Astic), aunque la señal de los satélites geoestacionarios es la misma para los turismos y los camiones, los dispositivos GPS suelen ser mucho más sofisticados en estos últimos. Por ejemplo, los navegadores de los camiones que transportan mercancías peligrosas están adaptados según la RIMP (Red de Itinerarios de Mercancías Peligrosas del Ministerio de Transportes).
«Ni siquiera un vehículo con Inteligencia Artificial y cámaras puede obtener información de otros vehículos de forma sencilla», apunta Marcos U. Pérez, ingeniero experto en riesgo de accidente en carretera. Los siete sentidos del conductor son, aún en plena revolución tecnológica, el navegador más fiable.
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