En cuarentena
La Semana Santa del espectáculo
Echo de menos aquella Semana Santa en la que aún no se habían perdido los valores, la esencia, el respeto, la formación cofrade, la educación y evidentemente el sentido religioso
Programa de la Semana Santa de Sevilla 2025
YA lo decían los Compadres en una de sus divertidas viñetas audiovisuales en ABC: lo que nos queda por ver es que las agencias de viaje faciliten a los turistas, junto con la tarjeta de embarque, la papeleta de sitio de la hermandad que corresponda, ... y que -esto lo añado yo- lleguen a Sevilla como en la Feria: bajándose del AVE poniéndose los imperdibles de la capa, ajustándose el cíngulo y consultando cuál es el camino más corto para llegar a la capilla.
Sevilla, entre ensimismada y olvidada de sí misma, lucha por mantener sus tradiciones a la vez que se vende al mejor postor y la Semana Santa, como uno más de los pilares de la vida de esta ciudad, deriva hacia caminos inexplorados y horizontes azuloscurocasinegros. A pesar de la ilegalidad que supone, las sillas de la Carrera Oficial se «ceden» por módicos precios en las plataformas digitales de compra-venta y los turoperadores se frotan las manos con las múltiples posibilidades que una fiesta tan plástica, colorista y traspasada por la pasión como es la Semana Santa -por supuesto, el sentido religioso queda relegado a lo más profundo de las cavernas- ofrece al viajero ávido de nuevas sensaciones.
Un viajero que, con frecuencia, no se aplica ese refrán tan necesario como es el de «donde fueres, haz lo que vieres». No es que vayamos a pedirle al turista que se ponga corbata negra el Viernes Santo, pero los mismos operadores que los pasean, les buscan los palcos y les echan de comer las espinacas con garbanzos del Rinconcillo y las torrijas de La Campana, podían advertirles sobre qué se van a encontrar, cómo y en qué momento.
Y así, horrorizados por lo que se nos viene encima, muchos contemplamos agobiados el avance en el montaje de los palcos, los ensayos bajo lluvias torrenciales, los conciertos multitudinarios... La espectacularización en definitiva de una Semana Santa que, como decía mi compañero Pepe Trashorras en el cuarto episodio del podcast de Pasión en Sevilla y los dos hermanos mayores invitados, en gran medida se está convirtiendo en un producto turístico más dentro del paquete. Echo de menos aquella Semana Santa en la que aún no se habían perdido los valores, la razón última de por qué se pone una cofradía en la calle, la esencia, el respeto, la formación cofrade, la educación, y evidentemente el sentido religioso de una fiesta religiosa, no lo olvidemos. Quiera Dios que no tengamos que ver la papeleta de sitio grapada a una tarjeta de embarque, Compadres. Que «eso no es asín».
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