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patrimonio

La Sed presenta en el Ayuntamiento de Sevilla el gran estreno de la Semana Santa

El nuevo manto de salida de la Virgen de Consolación, proyecto de Fernando Prini y realizado por Charo Bernardino, estará expuesto hasta el 22 de marzo en la Casa Consistorial

El nuevo manto de salida de la Virgen de Consolación de la Sed JUAN FLORES
M. J. R. Rechi

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La Sed ha presentado en el Ayuntamiento de Sevilla el gran estreno para la Semana Santa de 2025, el nuevo manto de salida de la Virgen de Consolación, proyecto realizado por Charo Bernardino con diseño del malagueño Fernando Prini. Esta pieza viene a completar el conjunto del palio, ya que hace unos años eran estrenadas las bambalinas obras también del citado taller. Los bordados lo completará el techo, una propuesta a llevar a cabo por la actual junta de gobierno.

Este manto, debido a la complejidad de su ejecución, como así apuntaba el propio taller, ha tenido un retraso de terminación, estando previsto su estreno el pasado año. La hermandad acató la situación y el primer manto de salida bordado de salida de la Virgen de Consolación es una realidad.

La primera puntada del manto se realizó en 2018, aunque su proceso de ejecución enfrentó varios contratiempos, entre ellos, la pandemia, que impidió acudir a los Espolines de Garín, en Valencia, reconocidos por la elaboración del mejor tisú de Europa.

La obra podrá ser vista en la exposición organizada por la hermandad, bajo el título, 'La promesa cumplida', a desarrollar en el salón del apeadero y la sala capitular del Ayuntamiento de Sevilla entre el 14 y 22 de marzo, pudiendo ser visitada de lunes a viernes de 10:00 a 13:30 horas y de 17:00 horas a 20:00 horas, y los sábados en horario de mañana.

El manto

Se trata de una obra original en su diseño, ejecutada en tisú de oro, terciopelo y malla fina. El azul se erige como eje cromático de la pieza, en homenaje a la Inmaculada Concepción, cuya devoción estuvo presente en los orígenes de la hermandad de la Sed. Este simbolismo también justificó en su momento la destacada policromía aplicada por el imaginero en los bellos iris de la Virgen. Para la elección del color del manto, la corporación contó con el asesoramiento de Víctor José Rodríguez, del prestigioso sello Victorio y Lucchino. El manto cuenta con unas dimensiones de 520 centímetros en la embocadura y de 480, en la cola.

El terciopelo, traído de Italia, se adaptó a la perfección al tisú, con la particularidad de que fue dispuesto al revés para evitar destellos indeseados. Cada detalle del diseño ha sido cuidadosamente pensado, sin prescindir de bordados de marcado sello sevillano, que remiten al estilo del taller de Olmo y de Herminia Álvarez Udell. Además, se incorporaron elementos cargados de simbología para la hermandad, logrando así una obra maestra de gran originalidad.

Llena de simbolismo y concebida por un diseñador innovador, la nueva obra de Fernando Prini para la Sed destaca por su profundo significado iconográfico. El propio autor explicó que quiso «supeditar toda la configuración del diseño a las premisas solicitadas por la hermandad».

En cuanto a la inspiración, Prini señaló que tenía «muy claro el precepto central de trasladar a esta prenda la representación simbólica del Árbol de la Vida del Jardín del Edén, del que, según la tradición, se extrajo la madera de la Verdadera Cruz de Cristo». Una iconografía de raíces primitivas, presente en mosaicos de las basílicas más antiguas, como el ábside de San Clemente en Roma.

En el arte cristiano, este motivo suele representarse con una cruz flanqueada por ramas laterales profusamente desarrolladas, símbolo de la Iglesia viva. «Se trata siempre de figuraciones muy simétricas con un desarrollo axial, algo que se ha trasladado de forma natural a numerosas piezas textiles en los ajuares de bordado de las hermandades y cofradías, especialmente en los mantos de procesión», explicó el diseñador.

El manto presenta, según su diseñador, «un esquema ornamental concebido a partir de una premisa fundamental. Tanto en el espacio central como en los que lo rodean, he incluido ecos de esta iconografía mediante representaciones fitomórficas en simetría, que incluso evocan aspectos primitivistas. Toda la superficie del manto actúa como una remembranza de la iglesia —la iglesia viva de Cristo—, cuya madre es María. Ella comprendió la profunda relación entre la consolación y la cruz, intercediendo y cobijando bajo su manto a toda la humanidad».

Como elemento central y vertebrador, la pieza incorpora la representación del Árbol de Jesé, símbolo de la genealogía de Cristo. «El Árbol de Jesé es el árbol genealógico de Jesús, que comienza en el padre del rey David —Jesé— y culmina en María, la virga en la que florece el retoño, que es Cristo. 'Yo soy la raíz y el retoño de David' (Apocalipsis 22:16). La historia del arte ofrece numerosas representaciones de esta escena, desde libros miniados y vidrieras hasta relieves y textiles. En la mayoría de ellas, el árbol nace de la figura recostada de Jesé y se ramifica mostrando a sus antepasados, como David o Salomón, hasta culminar en la Virgen María», explicó Prini.

No obstante, el diseñador optó por una reinterpretación más simbólica. «Era necesaria una revisión de esos postulados iconográficos para perseguir un lenguaje más esquemático y simbólico, evitando figuras de medio bulto. Por ello, ideé una versión estilizada del Árbol de Jesé: una composición simétrica y arborescente, de resolución más naturalista que el resto de los elementos vegetales del manto. El árbol culmina en el anagrama mariano con una estrella central, flanqueado por el sol y la luna —Pulchra ut Luna, Electa ut Sole—, y rematado por una corona adornada con azucenas. De este modo, el símbolo de la estirpe del Señor se sitúa como eje principal y funciona como leitmotiv de toda la composición».

«Todo el manto es una paráfrasis visual de la genealogía de María, convirtiéndose en una alegoría de su papel como Madre de la Iglesia, segunda advocación de Santa María de Consolación». Esta denominación, proclamada por Pablo VI en el Concilio Vaticano II, ya era utilizada por San Ambrosio de Milán en el siglo IV.

Pablo VI la destacó como Modelo de la Iglesia, por su fe, amor y unión con Cristo, y como Madre de la Iglesia, por haber dado a luz a Jesús, cabeza del cuerpo místico. En recuerdo de este hecho, el manto lleva los símbolos heráldicos del sumo pontífice, como las tres flores de lis, las pequeñas montañas o colinas, y la tiara con las llaves, ubicados en las cartelas del manto.

Prini explica que, «lejos de los clásicos esquemas a candelieri, he trazado un entramado de cenefas que dividen la superficie del manto en campos delimitados, permitiendo la combinación de dos tejidos diferentes: terciopelo y tisú de plata, que ofrecen tonalidades de azul celeste». La composición sigue una estructura trilobular, que se adapta perfectamente a la silueta del manto en forma de ojiva, con reminiscencias de las tracerías góticas. Las cenefas, que evocan el palio, culminan en tres mandorlas mixtilíneas, con un triángulo central que enmarca el anagrama de María, rodeado por una línea similar a una roseta.

Para bordear la estructura, Prini diseñó una guardilla en malla de oro fino, con un perfil sinuoso y detalles minuciosos. Esta guardilla incluye once cartelas dispuestas en forma de corbatas, cada una con un motivo iconográfico. Tres de ellas llevan las armas del Papa Pablo VI, acompañadas de flores como azucenas, jazmines y margaritas, símbolos de la pureza, limpieza y modestia de María. Las otras ocho cartelas incluyen motivos como trigo, cebada, vides, higos, granadas, olivas, dátiles y piña, símbolos de la tierra prometida y de la iglesia. Esta simbología se resume en María como la tierra prometida, cuyo fruto es Jesucristo, según el Magníficat.

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