Los tres comisionados reunidos por ABC: «El Polígono Sur no avanza como queríamos»
2003-23: radiografía del barrio más pobre de españa
Jesús Maeztu, Mar González y Jaime Bretón, responsables del Comisionado en sus 20 años de historia, se reúnen por primera vez y hablan de sus experiencias... y frustraciones
Un día en la Oficina del Comisionado Polígono Sur
Vida y condena del Polígono Sur

Estamos en la Oficina del Comisionado Polígono Sur. Los tres llegan puntuales a la cita. Son las cinco de la tarde.
-Jesús Maeztu: El 'todos a uno' político se ha devaluado. Yo me reunía por igual con Susana, con Griñán, con Zoido, con ... Monteseirín, con los distintos delegados del Gobierno. No había color político. Por cierto, me funcionó muy bien; cómo se llamaba... ¡la subdelegada del Gobierno Felisa Panadero!
-Mar González: Fantástica.
Los recuerdos rebotan de uno a otro. Antes llegaron los abrazos, los besos. Con Añoño, Antonio Gómez, uno de los trabajadores del Comisionado, el cariño se multiplica. «Los tres hemos vivido muchas cosas con él», dice Jaime Bretón cuando nos invita a pasar a su despacho. En una cita histórica, con la presencia por primera vez de los tres comisionados, y en la misma mesa en la que antes se discutieron (y se discuten) infinitos temas para la recuperación del barrio, Jesús Maeztu (2003-2013), Mar González (2013-2019), y Jaime Bretón (2019-) buscan soluciones y recuerdan experiencias pasadas. Distintos, mucho, pero con el mismo objetivo, hacer una Sevilla más justa, y seguir creyendo en la mejora del barrio más pobre de España, los tres brindaron a ABC una jornada sin igual con una charla (porque no fue una entrevista) con reflexiones que quedan para el análisis.
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La primera, del primer comisionado, Maeztu: «Cada vez que había un tiro, un disparo, nos íbamos tres años para atrás. Todavía hoy, cuando oigo un disparo, cuando me dicen que ha habido un tiro en el Polígono, me pongo malo. Ese disparo, que viví siendo comisionado (silencio; pide agua)... Me dio una especie de ictus. Aquello fue tremendo, el fuego cruzado entre los Caracoleños y los otros. Mataron a un niña. ¿De qué se iba hablar en ese momento?».
Bretón y Mar observan a Maeztu. Lo escuchan detenidamente. Mar escribe. Bretón también pide agua. La tarde parece apacible en las calles próximas a la Oficina del Comisionado del Polígono Sur. Sigue Maeztu con su análisis: «Aquí se han hecho cosas que, de otra manera, sin el Comisionado, hubiese sido imposible. Aquí está normalizada La Oliva, Machado. Sí que es verdad que aquí hay unidades que había planteado de otra manera (otro silencio). A mí me llegaron a plantear Monteseirín y Torrijos tirar la parte última, lindera con Su Eminencia. Y en aquel momento... pues Epsa dijo que eran edificios muy buenos».
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El hoy Defensor del Pueblo Andaluz no titubea: «¿Sabe que pasa? Esta es una situación de gueto perfecta. Está cerrado por cuatro sitios, y aquí lo que se dice es 'evitar el Polígono'». Maeztu añade que «faltó continuidad. La ilusión se fue. El diseño del Comisionado, sinceramente, no estuvo mal. Pero faltó algo. La crisis lo paró todo». De la ilusión a la decepción en unos años: «Me parece que la fórmula valía. Pero la esperanza se fue yendo. Hay un fenómeno que yo llamo la desesperanza aprendida. Se le prometió al barrio una cosa, y otra, y otra, y otra.... La gente terminó perdiendo la esperanza, pero en el comienzo no fue así. Recuerdo que dos meses antes de la creación del Comisionado vino el Rey a visitar el colegio Polígono Sur. Fue una imagen significativa. De repente, mucha gente empezó a decirme: ¡Yo quiero ir al Polígono Sur'».
Maeztu rememora alguno de los que fueron sus sueños: «Yo quería que la gente del Polígono sintiera que estaba en Sevilla, en nuestra Sevilla, no fuera. ¿Sabe por qué hay aquí diez carrozas de los Reyes Magos, las mismas que salen en Sevilla?. ¡Las mismas! Costaba un buen dinero hacer un seguro, y al mismo tenía que dar yo la cara, pero, ¿sabe qué? ¿Qué perseguía con eso? ¡Que los niños del Polígono sintieran que veían a los mismos Reyes Magos que los niños, por ejemplo, del Centro de Sevilla. Era un gesto, un signo». El que fuera comisionado durante diez años no puede evitar sonreír al recordar otra de sus ideas: «La consejera de Fomento me llegó a traer a Victorio y Lucchino al Polígono. Nuestra idea era que pudieran hacer un traje de Feria, de sevillana, y venderlo luego con la firma de Victorio y Lucchino, y el Polígono. Les monté hasta una fiesta de flamenco para que se inspiraran. Los gastos los pagaría la Consejería, y la gente conocería también al Polígono por cosas positivas. Pero todo se cayó con la crisis». La inseguridad, apuntó, fue a más, y con ello el barrio entró en una fase delicadísima: «De 2003 a 2010 se invirtieron 42 millones de euros en control de viviendas, se hicieron unas 2.500 viviendas públicas. Fue un comienzo ilusionante. Pero faltó una cosa. Para nosotros, en un plan integral, la seguridad siempre debe ser la Fase 0. ¿Qué significa? La gente necesita salud, formación, educación, etcétera, pero tiene que trabajarse en un clima de seguridad. Por eso se llama Fase 0. La 1 sería salud; la 2, educación. Es un problema grave. Yo me tropecé mucho aquí. Yo creo, y lo digo con mucho cuidado, que el diseño del Polígono en temas de seguridad debe cerrarse más. Lo que está manchado debe estar controlado, pero no diseminado. Como dicen algunos policías, 'la avispa está en el avispero, pero como se mueve al avispero, la avispa vuela, y si vuela, ya no hay control posible'».
La última frase de Maeztu agudiza la mirada de Mar González, que hace un «no» claro moviendo la cabeza de un lado para otro. «No tiene sentido, y no voy a aceptarlo de ninguna de las maneras, aunque no tenga ninguna responsabilidad política , la 'teoría del avispero'. Con perdón, este barrio no puede ser un barrio mártir. No puede ser un gueto».
Mar mira las hojas que tiene en la mano izquierda. Escribe algo más, y comienza con su análisis, más pausado, recordando algunas de sus acciones como comisionada: «Yo me encontré un barrio que había perdido la esperanza por la lentitud con la que se acometían los cambios, y porque, en el punto álgido de la crisis financiera, la magnitud de las necesidades estaba desbordando la capacidad de los servicios en ese momento. Llegaban muy pocos recursos. ¿Qué fue lo mejor? Sobreponerse a la adversidad, hacer de la necesidad, virtud, y poner en marcha una corriente para volver a crear alianzas y abordar los problemas conjuntamente en mesas y redes colaborativas. Entre ellas, la Red de Empleo, que consiguió tener al 38% de los jóvenes en el Programa de Garantía Juvenil, o la Mesa de Vivienda, que ensayó formas novedosas de trabajar a la vez en lo urbano y lo humano, rehabilitando viviendas a la vez que se trabajaban buenos usos de ellas y de la vida en comunidad». De lo mejor a lo negativo: «Lo digo así. Nunca me he enfrentado a situaciones que me hayan generado mayor frustración y mayor impotencia. ¿Por qué? En un cargo como este tú ves el sufrimiento de la gente. Mi frustración también vino por comprobar que las administraciones no hacían la apuesta que necesitaba este barrio. Aquí ha habido siempre recursos insuficientes, inconsistentes, intermitentes, y se han incumplido compromisos que estaban en el Plan Integral. Yo era sensata, y mi equipo, también. En momento de crisis económica no íbamos a pedir que se hiciera el soterramiento del ferrocarril. Ahora se podría pedir. Pero sí podíamos pedir que se apostara por regularizar la vivienda. Y lo hicimos, claro. Eso no requiere tanto dinero. Pero no lo conseguí. Fue una de mis frustraciones, ver que no se apostaba de verdad. O ver que había una comisaría que estaba prevista dentro del barrio en el Plan Integral, aprobado por las tres administraciones, y que... se saca del barrio. En una reunión de la comisión interadministrativa hubo acuerdo y se aprobó un lugar para la comisaría dentro del barrio, pero después el Gobierno de España termina incumpliendo el compromiso y la saca fuera. Fueron momentos de mucha frustración para mí como Comisionada, pero sobre todo para el barrio, que vuelve a decir: 'Es que se ríen de nosotros'».
Mar insistió en este asunto: «Una de las cosas más duras que me tocó vivir fue verme en mitad de peleas políticas. Eso debería desaparecer. Yo creo que el Comisionado debe ser una figura fuera de la adscripción de partido. Lo veo así. Debería estar fuera para tener más independencia».
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En cualquier caso, Mar afirma que la creación del Comisionado ha servido para bien: «Seguimos estando a la cola en pobreza, pero cualquiera que entra en este barrio, constata que no entra en el barrio que había hace 20 años. Hemos evolucionado en urbanismo, en equipamiento, en servicios, hemos ensayado modos novedosos de trabajar colaborativamente. Se ha evolucionado de manera clara. Pero, ¿hemos llegado donde queremos? No, de ninguna de las maneras. Y una de las cosas que hay que cambiar es que no se puede admitir que haya barrios mártires y condenados al sufrimiento. Mi impresión es que hay una determinada clase política que acepta, que le viene bien aceptar que haya barrios condenados a la miseria. Hace falta un abordaje integral que combata la realidad inmensa de la exclusión. Para ello se requiere, de una parte, una inversión contundente, con recursos suficientes, estructurales, y a pie de calle. Y, de otra parte, recuperar las buenas e innovadoras prácticas de trabajo colaborativo que se pusieron en marcha en este barrio, que han servido de modelo para otras zonas».
Jaime Bretón, comisionado desde septiembre de 2019, atento al análisis de Jesús Maeztu y Mar González, y en concordancia con los temas hablados, comenzó su exposición centrándose en el que para él es el mayor problema del barrio. «Yo no diría que es la exclusión, no. Tampoco el absentismo escolar, ni siquiera el desempleo; no, no. Quien piense eso falla en el diagnóstico. El principal problema de este barrio es la droga. Estos barrios no avanzan lo suficiente por la droga. Si la droga no existiera, estos barrios avanzarían considerablemente. Hay mucha gente joven que no se apunta a una escuela-taller de Don Bosco porque su primo, con la droga, gana 3.000 euros y se ha comprado un Iphone, un coche, y una moto. Ahora se ha puesto de moda las plantaciones de marihuana. Dejan mucho dinero, y está muy poco penado. Desde mi punto de vista se ataja muy poco. Dónde está la Fiscalía, dónde están los jueces, dónde está la Policía Nacional; que me diga la Fiscalía, los jueces, y el subdelegado del Gobierno en los dos últimos años las aprehensiones que ha habido aquí, en el Polígono Sur. Sólo hay que dar una vuelta por el barrio... para oler a qué huele el barrio».
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Bretón insistió dando muestras de su malestar: «Cuando yo voy a una reunión con autoridades policiales políticas... No voy a decir nombres. Y me dicen: 'hombre, es preferible que estén plantando marihuana, que no estén robando bancos'. Bueno, esto está fallando. Yo se lo he comentado al alcalde, al anterior y a este; se lo he comentado al presidente de la Junta; y evidentemente al subdelegado del Gobierno. Es un asunto, para mí, capital. Lo grave de este asunto es que la plantación de marihuana está normalizada». Para el Comisionado, es hora de tomar decisiones firmes: «Indudablemente, hay muchas lagunas, y puntos negros. El primero es Martínez Montañés. Las administraciones tienen que pensar qué se hace con Martínez Montañés. Es que hay que concienciar, hay que hablarle a la gente... ¡También hay que exigirle a la gente! Es una asignatura pendiente que tenemos. Hay que decirlo. «'Vamos a ver; si usted va a cobrar el ingreso mínimo; si usted va a tener tal ayuda, usted tiene que hacer algo. La Administración no le pude dar todo. Y lo primero que tiene que hacer usted es llevar al niño al colegio. Y si usted no lo lleva, pues igual hay que quitarle la ayuda'».
Bretón, en cualquier caso, resaltó la idoneidad de la creación del Comisionado, con más luces que sombras: «Yo no comparto esto que pueden decir algunos de que el Polígono Sur está igual que hace unos años. En este barrio antes no había los equipamientos que hay ahora. El barrio avanza, no como todos quisiéramos. No comparto que esto está peor que nunca. Hay una implicación de un sector que no la había antes. Si no hubiese existido el Comisionado, yo creo que hubiese habido un freno. El Comisionado ha sido capaz, con todos sus problemas, de coordinar a las administraciones; ha sido capaz de poner al Polígono Sur en la agenda política de las administraciones, con mayor o menor acierto. El Comisionado ha hecho innovación social; es decir, lo que aquí se hace se copia y se replica en las 99 zonas de exclusión social que hay en Andalucía».
Bretón resaltó el esfuerzo de muchos para ayudar a la población del Polígono: «Lo bueno es la gente. La gente buena, que en el 90% hay en el barrio. Es por lo que al final trabajamos y no tiramos la toalla. Si no fuera así, te darían ganas de tirar la toalla permanentemente. Todos los días. ¿Lo malo? Yo creo que el Comisionado nació cojo. ¿En qué sentido? Esto no es una empresa pública. Esto no es una agencia pública. Esto no es una fundación. Esto no es nada. No tiene naturaleza jurídica. De hecho, nosotros no tenemos ni personal propio, ni presupuesto propio, ni nada. Yo, para encargar estas carpetas (señala las que hay encima de la mesa), necesito que Assda, que es la Agencia de Servicio sociales y Dependencia, sea la que me lo suministre. No tengo presupuesto para hacer nada. Yo comprendo que no se pudo hacer lo que el barrio al principio pidió, y que a mí, del 2003 al 2023 todavía me lo recriminan como institución. Yo lo digo. Lo entiendo: 'No puede existir una autoridad única'. Pero sí creo que una situación intermedia sí tenía que haber habido, donde el Comisionado y la Oficina tuvieran un mínimo de presupuesto para algunas cosas».
El actual comisionado habló desde la emoción: «Lo malo también es la soledad. ¿La soledad, en qué sentido? Cuando voy a visitar a un responsable público, sea un concejal de un Ayuntamiento, sea un consejero de la Junta, un viceconsejero, un alcalde, muchas veces me dicen '¿qué puedo hacer por ti?'. Es al revés. Yo le digo: 'no, no'. No queremos que se olviden del Polígono Sur. Estamos a sólo cuatro kilómetros del centro de la ciudad, de la Campana; Sevilla es una ciudad que se puede permitir el lujo de ofrecer grandes eventos, como la Semana Santa, la Feria, los Goya, pero no se puede permitir el lujo de tener los seis barrios más pobres de España. Eso requiere de un esfuerzo de las tres administraciones en especial. No se pueden olvidar del Polígono Sur».
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