Losada Villasante cumple 95 años: «Un científico sin conciencia es terrible porque puede hacer mucho daño»

-Tenía 7 años cuando estalló la Guerra Civil. ¿Qué recuerda de esa época?

-A mí me cogió en Carmona pero sólo fueron unos días. Yo realmente la Guerra Civil no la viví. Lo más triste de la guerra es que la hacen seres humanos, un hombre se enfrenta a otro y lo mata. Ahora tenemos la de Rusia y Ucrania, y la de Israel en Gaza. Debemos acabar con todas las guerras. Me preocupa mucho la educación de las personas.

-En la España actual vivimos desde hace años una época de gran enfrentamiento y polarización entre derecha e izquierda. ¿Le recuerda a alguna otra etapa de nuestra historia reciente?

-El enfrentamiento, especialmente si es sanguinario, como ocurrió en la Guerra Civil, es lo peor que puede ocurrir. Y veo que el enfrentamiento actual entre los políticos es muy negativo. Igual que los científicos, los políticos deben discutir y debatir, pero no enfrentarse con inquina. El hombre tiene dos brújulas, la inteligencia y la conciencia. En la época de Hitler y Stalin ambas cosas estaban separadas y la inteligencia sin conciencia es lo peor. La conciencia debe ser nuestra brújula.

-¿Y no le preocupa lo que pasa ahora en España?

-Me parece que las peleas de políticos son como los niños que se tiran piedras. A mí me molesta mucho que pierdan el tiempo en discusiones bizantinas. En los gobiernos debería haber gente muy preparada y humana, en el sentido de respeto y trato al prójimo. Y ahora mismo no existe eso sino el enfrentamiento.

-¿A los políticos actuales les falta humanidad?

-Les falta sobre todo educación y formación. Eso es lo primero.

-¿Hace treinta años teníamos políticos así, más educados y formados?

-Sí. Esto ha pasado en España y en toda Europa. También ha habido políticos que se han dedicado a hacer daño al rival.

-¿Qué le parece que el Gobierno conmemore los 50 años de la muerte de Franco?

-No creo que haya que celebrar la muerte de Franco, ni en un sentido ni en otro. Da igual que sean rojos o azules, cuanto más pronto se olvide todo eso y la Guerra Civil, mejor. Aunque sí hay que aprender de que el enfrentamiento de unos españoles con otros es lo peor.

-En su primer colegio de Carmona, su maestra le dijo a sus padres: «Manolito no sirve para estudiar». ¿Cómo pudo decir eso?

-Doña Isabel, que era muy amiga de mis padres, tenía toda la razón cuando les dijo eso. Yo tenía 7 años y esta señora fue la primera mujer que estudió en la Universidad de Sevilla y vino a Carmona de maestra. La verdad es que yo no estudiaba nada y me dedicaba a jugar a las bolas con mis amigos. Pero luego, gracias a sus explicaciones, empecé a entenderlo todo. Pasé de no entender nada a entenderlo todo. Fue como un chispazo como el de San Pablo. Y desde entonces fui ya un buen estudiante. En San Francisco de Paula ya era uno de los mejores estudiantes y allí tengo dedicado hoy un laboratorio.

-Ramón y Cajal también fue mal estudiante al principio y su padre lo puso de aprendiz en una barbería. ¿Sus padres se plantearon algo así con usted?

-También San Agustín fue un mal estudiante. Muchas grandes figuras de la historia fueron malos estudiantes en su infancia e incluso en su juventud.

-Ha contado alguna vez que en el colegio de San Francisco de Paula le pusieron un cero en Religión. Sin embargo, usted es creyente y se ha interesado mucho por esta materia.

-Es que puse en un examen que Caín mató a Abel de un tiro. Y me pusieron un cero. Ciencia y religión son complementarias, son como las dos piernas, sin una andarías cojo.

-¿Qué recuerda de Severo Ochoa, nuestro último premio Nobel científico?

-Coincidí con él en Estados Unidos. Cuando él vino a España, intimó mucho conmigo y con mi familia. Él no tenía hijos y se encariñó mucho con nuestros cuatro hijos, a los que les dedicó una carta preciosa. Vino aquí a Sevilla varias veces con otro Premio Nobel. Le enseñé la ciudad, a mí me trataba como a un hijo. Era un hombre bueno, serio y objetivo. Aprendí muchas cosas de él, pero sobre todo que en ciencia hay que buscar la verdad.

-¿Cree que algún otro español ganará el Nobel algún día?

-Yo creo que sí. Hay científicos jóvenes en España que son inteligencias privilegiadas y están haciendo cosas dignas de ser premiadas con el Nobel.

-España invierte el 1,5 por ciento de su PIB en investigación, menos de la mitad que Francia o Alemania. ¿Por qué los políticos no valoran su importancia para el desarrollo económico?

-Cuando yo estudié en la universidad, no se hacía investigación en España. Ahora sí se hace y hay muy buena investigación en España. En investigación todo el dinero que se invierta es poco. Es curioso que en la Universidad de Berkeley, que era una universidad riquísima, también se quejaran de que tenían poco dinero para investigación.

-¿Qué es lo más importante que aprendió en la Universidad de Berkeley?

-A hacer experimentos y a discurrir.

-Cuando llegó allí, venía de la España franquista, muy atrasada.

-Yo había estado antes en Alemania y Dinamarca y en Berkeley estuvo cinco años. Pero no estoy de acuerdo con que España estaba atrasada. Por aquella época se fundó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y eso nos colocó a nivel incluso internacional.

-¿Cómo conoció a Salvador Dalí?

-En un congreso dedicado a Severo Ochoa con motivo de su 70 cumpleaños. Vinieron varios premios Nobel y a Dalí se le ocurrió pintar lo que él se imaginaba la molécula del ADN. Nos regaló uno a cada congresista junto con una explicación del dibujo. Cuando veía a un periodista, tenía que llamar la atención y hacer algo extravagante.

-Fleming descubrió la penicilina por casualidad. ¿Eso es frecuente entre los científicos?

-Sí. Cuando yo estaba en Berkeley, me rompí una muñeca jugando al fútbol y no podía hacer experimentos. Mi profesor me dijo que fuera a la biblioteca, que era una de las mejores del mundo, para leer sobre lo que estábamos investigando. Y leyendo tuve la intuición de la clave de la fotosíntesis, que las plantas cogen la luz, la convierten en electricidad y rompen el agua. El origen fue que no podía hacer experimentos por culpa de esa lesión en la mano.

-Dijo antes que la conciencia debe ser nuestra brújula. ¿Es más importante ser buena persona que ser un buen científico?

-Desde luego. Y la ciencia sin conciencia es lo peor que puede haber. Un científico sin conciencia es terrible porque puede hacer mucho mal.

-¿A qué se refiere exactamente? ¿Teme que esto pueda ocurrir con el desarrollo de la Inteligencia Artificial?

-Una Inteligencia Artificial, si se fundamenta en la conciencia, hará mucho bien.