Rosario desata la fiesta en Sevilla con un frenético concierto lleno de pasión
La cantante brilló en el auditorio con una energía desmesurada y un sinfín de bailes
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Tras los cinco minutos de cortesía, las luces se apagaron y los músicos comenzaron a salir al escenario. El público, entregado desde el primer momento, rompió el silencio con palmas y vítores. Rosario apareció en lo alto de unas escaleras que coronaban el escenario, brillando con un vestido de lentejuelas que reflejaba la emoción de la noche. Con su característico baile de piernas y zarandeo de pelo, dio inicio al espectáculo con 'Mi gato', una canción que no fue la más cantada por los asistentes. «Sevilla, gracias por estar hoy conmigo, ¡olé mi público bonito!», exclamó emocionada. «Dios mío, me vais a emocionar un montón, hoy es una celebración de 33 años en la música». Palabras que resonaron con fuerza entre los asistentes, que respondieron con una ovación cerrada. «Vosotros me habéis hecho artista», añadió, visiblemente conmovida.
Desde el principio, su energía desbordante marcó el ritmo del concierto, aunque por momentos pareció excesiva. Sus bailes improvisados y su manera de recorrer el escenario sin coreografía definida le imprimieron un aire espontáneo al show, aunque también lo hicieron parecer un poco caótico. La puesta en escena, con una estructura elevada para los músicos cubierta con una simple tela blanca, tenía un aspecto algo descuidado, como si se tratara de una improvisada mesa de camilla. Todos los músicos, vestidos de manera uniforme con colores blancos y beige, recordaban más a una orquesta que a una banda de flamenco-pop. Con 'De ley', Rosario dejó que el público tomara el micrófono de manera simbólica, coreando la canción con fuerza. 'Ese beso' fue el siguiente tema en sonar, antes de hacer un homenaje a su padre, 'El Pescaílla', con 'Al son del tambor'. En este momento, el público no dudó en gritar su nombre al unísono, en un emotivo reconocimiento a la herencia musical de la artista.
Uno de los momentos más vibrantes llegó con 'Sabor, sabor', uno de los temas más cantados de la noche. Sin embargo, entre canción y canción, Rosario hablaba tanto que la continuidad del concierto se resentía. Pequeñas pausas, como el primer parón en el que dos bailaores hicieron retumbar el auditorio con su taconeo, sirvieron como respiro para la cantante, pero desconcertaron al público por lo inesperado. Este parón marcó un antes y un después en el concierto. A partir de ahí, Rosario redujo sus interacciones y el espectáculo tomó un tono más íntimo. Con el escenario dispuesto como un tablao, sillas en círculo y una atmósfera más recogida, la artista interpretó 'La gaviota' y 'Rosa y miel', en un formato más cercano que contrastó con la energía inicial.
Un repaso por sus éxitos
La sorpresa de la noche fue la aparición de Soleá, hija de El Farru y representante de España en Eurovisión Junior 2020 para interpretar 'Gloria a ti'. Tras este momento especial, los músicos volvieron a sus posiciones originales y Rosario interpretó 'Siento' a dúo con una de sus coristas. Aprovechó este momento para abandonar el escenario y hacer su primer cambio de vestuario, dejando que los bailarines y coristas tomaran el protagonismo momentáneamente. Cuando volvió, lo hizo con 'Mucho por vivir', recuperando la energía desbordante con sus constantes idas y venidas por el escenario. Presentó a sus músicos, dando a cada uno su momento para brillar, y se mostró especialmente orgullosa al destacar a su hijo Pedro Antonio, que la acompañó a la guitarra flamenca.
Con «Estoy aquí», toda la platea se puso en pie, entregada a la energía de Rosario, que se desató en un frenético baile. La intensidad bajó con 'Agua y sal', una canción especial para ella, seguida de «Qué bonito», un tema que, aunque le duele, siente que le debe su carrera, ya que nació tras la muerte de su hermano Antonio Flores. «Gracias, Sevilla, por este recibimiento», dijo, antes de besar el escenario en señal de gratitud.
Después llegó 'Como quieres que te quiera', uno de los momentos más esperados de la noche. Aunque Sebastián Yatra no estaba presente, su voz sonó en la grabación y la canción desató la euforia del público, que saltó y cantó a pleno pulmón. Luego, un nuevo parón permitió a los coristas y bailaores brillar, mientras Rosario realizaba su último cambio de vestuario. El tramo final del concierto fue pura fiesta. Con 'Escucha primo' y 'La casa en el aire', el auditorio se transformó en una celebración colectiva, culminando con 'Muchas flores' y su emblemático «Marcha, marcha». Fue un momento de puro gozo, con Rosario bailando con su hijo, un niño del público e incluso con El Farru y sus hijas, que se unieron al desenfreno del cierre.
Cuando los músicos dejaron el escenario, el público clamó por más. Los gritos de «¡otra, otra!» no cesaron hasta que Rosario volvió, emocionada y confesando que le costaría dormir tras una noche tan especial. Como broche final, interpretó 'Te quiero, te quiero' y el clásico 'No dudaría', que fue coreado de principio a fin por un auditorio en pie, palmeando al ritmo de la música. Rosario, frenética, recorrió cada rincón del escenario, saludando y agradeciendo. «Gracias, que viva Andalucía, la tierra del arte», exclamó antes del redoble final. «¡No os voy a olvidar, voy a volver prontito!», prometió antes de despedirse entre ovaciones. Un concierto lleno de altibajos, pero con la fuerza y autenticidad que solo Rosario sabe imprimir en el escenario.
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