Sevilla Al Día
Extraña libertad
Cuántas veces hemos escuchado la trascendencia de un buen profesor en la vida de un niño; pues en el mismo grado influye un desacertado en la trayectoria de un alumno
Con sinceridad, no sé si entronca en las normas de la cultura 'woke' de poner en cuestión los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad o simplemente está en el decálogo del 'profe' que quiere hacerse el guay ante lo que en ... otra época y etapa educativa supondría un cateado. Prefiero no conocer la motivación del docente que no sólo hace la vista gorda ante faltas ortográficas, algunas seguro que groseras, sino que lo defiende en aras de una extraña libertad del alumno.
No sin estupor lo explicaba una catedrática de Lingüística de la Universidad de Sevilla en las siempre interesantes entrevistas de Jesús Álvarez de los domingos en ABC. Con más de cuarenta años de carrera académica, Catalina Fuentes exponía una realidad difícil de entender en un país que pretende llamarse del progreso y otras tantas etiquetas insignificantes. Ella usaba el adjetivo «escandaloso», y no exagera, porque entrar en una universidad con una media altísima pero con muchas faltas de ortografía esconde, más allá de un grave defecto del sistema educativo que lo permite, un entorno docente previo dócil que lo consiente y no corta esa sangría. Pero todo puede ser aún peor en esta historia. La explicación, porque a esas palabras no se les puede etiquetar bajo el concepto de razón, que daba tal profesor era que imponer las reglas de ortografía o corregir las faltas iba contra la libertad del alumnado.
Sin haber sido testigo de esa escena, una disparatada conversación sin apenas gracia y sí mucha gravedad, me imagino el rostro de la catedrática. Cuántas veces hemos escuchado la trascendencia de un buen profesor en la vida de un niño, de un joven. Pues en el mismo nivel influye un desacertado en la trayectoria educativa de cualquier alumno.
El problema que esconde esta realidad trasciende al ámbito docente, pues no son pocos los documentos judiciales que han pasado por mi escritorio con las comas tiradas en el texto con un salero, por poner un ejemplo. O un cirujano que cosió la hache al asta del toro. Hay para todos, incluidos los periodistas y los profesores, aunque el grado de influencia en el receptor es mayor en estos últimos. Y lo que viene no es para ser entusiastas con un cambio. En definitiva, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
La cuestión es que si en el sistema educativo español se normaliza lo que ha de verse como un error del alumno, estamos, además de desvirtuando el lenguaje, dando salida a generaciones burbujas bajo el mantra de la libertad del niño, no vayamos a causarle un trauma.
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