Sevilla Al Día
Cómo evitar Nervión
La rotonda inventada en la confluencia de Eduardo Dato, San Francisco Javier y Luis de Morales es un caos. Da igual cuando leas esto
Los proyectos urbanísticos en Sevilla llevan aparejados un apéndice para las quejas de los ciudadanos que se ven de una manera directa o indirecta afectados por el desarrollo de las obras. Pocos, o ninguno, son los que tienen la capacidad de pensar a largo plazo. ... Aquí el corto y medio no se espera, las grandes intervenciones casi nunca cumplen sus plazos. Nadie atisba en la lontananza las ventajas que dichas transformaciones de la ciudad supondrán para dichos entornos. Hay un ejemplo que se viene a la memoria colectiva cuando de levantar calles hablamos. Los vecinos de Asunción se rebelaron contra la peatonalización de una de las principales arterias de Los Remedios. Muchos años después, nadie admitiría en público que fue uno de los que protestó por aquellas obras porque han ganado vida, el barrio y las personas.
Algo parecido les está ocurriendo a los residentes en Pino Montano con las molestias de la línea 3 del metro. Llegan tarde, hay que admitirlo, pero son imprescindibles. El barrio gana. Y si no que se lo pregunten a los propietarios de los pisos en la zona cómo están notando la revalorización de sus inmuebles. Otro punto negro de cabreo por las obras está en Kansas City para el futuro tranvibús, o lo que es lo mismo, un autobús eléctrico. Los conductores se acuerdan a diario del árbol genealógico de los que mandan.
Y por el mismo diván de desesperación pasaron los que viven en el entorno de Nervión, sobre todo, los vecinos de San Francisco Javier, a quienes incluso les impidieron acceder a sus garajes durante meses. Recogidos los bártulos de los operarios, las máquinas y en marcha el metrocentro, todo hacía indicar que lo peor había pasado, pero parece que no. Apetece dar un paseo por los nuevos acerados, si no tenemos en cuenta los yerbajos que van creciendo asilvestradamente diseñados en los grandes parterres, la carencia de sombras o la invasión motera de cualquier rincón. Otro cantar es la circulación. La rotonda con señales semafóricas inventada en la confluencia de Eduardo Dato, San Francisco Javier y Luis de Morales es un caos. Da igual cuando leas esto. Colas, cláxones a todo trapo, frenazos de última hora, coches atrapados en el centro, el tranvía pasando... Todo hace que la presencia policial se haya convertido en un clásico para evitar males mayores, o quiero pensar eso. Al principio todo se vinculó a las compras navideñas en este foco comercial de la ciudad, pero Papá Noel descansa desde hace semanas en Laponia y los Reyes volvieron a Oriente, y por Nervión seguimos igual. Aún están a tiempo de enmendar algo que a todas luces, la de los semáforos, no funciona.
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