todo irá bien
Su puño cerrado
Redondo antepuso su protagonismo a la construcción española
Ha muerto Nicolás Redondo, uno de los hombres que más daño hizo a la democracia española en su fase más tierna. El franquismo se suicidó. Felipe renunció al marxismo. ETA no le dio ninguna oportunidad a las libertades y los sindicatos, en cabeza de UGT ... y de su líder, nos hicieron todos los chantajes posibles. La huelga general de 1988 fue una bajeza, como lo fue el mezquino papel de Fraga en el referendo de la OTAN y no tuvo nombre lo de Aznar contra el GAL; una parte de mí fue a prisión con Rafael Vera y Pepe Barrionuevo, la parte de mí –aunque no sea decir mucho– por la que más respeto siento.
Nicolás Redondo antepuso su protagonismo a la construcción española, arruinó a sus afiliados con inversiones demenciales y defendió unos postulados contrarios a la creación de riqueza y a los intereses de la Humanidad. Sabía que sus exigencias conducían a un fracaso irreparable pero prefirió defender su parcela de poder que la viabilidad de los puestos de trabajo en una economía creciente y sólida.
El sindicalismo pudo haber tenido un protagonismo en la recuperación de la democracia pero renunció a la grandeza por una siniestra mezcla de vanidad de sus líderes y la brevedad mental inherente a su ideología. Ni la muerte puede blanquear semejante incompetencia y deslealtad. UGT y Redondo padre hicieron cuanto pudieron por dinamitar la izquierda razonable que el PSOE desplegaba, cuando Felipe intentaba ser el pegamento de una España que se abría paso entre las naciones del mundo libre. Lo que Carlos Solchaga cosía de día, Redondo lo reventaba de noche, siempre desde el matonismo sindical del piquete y la amenaza. Nuestro sindicalismo ha tenido a José María Fidalgo como único líder razonable: pertinaz en sus convicciones pero siempre anclado en realidad y la buena voluntad.
Luego, Zapatero, Pedro Sánchez y la excrecencia de Podemos –con todas sus metástasis– han sido la funesta herencia de Redondo Urbieta, equivocado en todo, egoísta, consciente del daño que hacía, y arrogante como los tiranos que ni ante el más desoladora devastación que provocan tienen humildad de disculparse. No me alegro de la muerte de nadie, y guardo el debido respeto a sus familiares, pero con él se va un cínico y su derrota fue la victoria de España. Piensa en la democracia que tenemos y es lo que salvamos de personajes como el flamante finado. Su puño cerrado fue el garrote que sobrevivió a Franco. Que la Guerra no fuera deseable no significa que la ganara el peor bando. Si hubiéramos caído bajo la influencia del Pacto de Varsovia hasta Pablo Iglesias nos parecería un demócrata.
El franquismo hizo una transición a la democracia que buena parte de la izquierda tiene pendiente. Felipe pareció el camino pero si sumas los años en el poder de la izquierda empieza a ser una excepción. Nicolás Redondo fue un tanque contra cada una de nuestras esperanzas. El único buen dato de su biografía es que le ganamos.
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