la pisabién
Viejo barrio
Nostalgia hasta de los enanos de Gurruchaga
De la España mansa (16/8/2023)
Honrando Zaragoza (13/8/2023)
He vuelto al viejo barrio, como en el tango de Carlos Gardel. He vuelto al viejo barrio a ver a las hembras ganar el Mundial, en el mismo televisor donde los machos ya abrieron el camino del éxito contra Italia, que ya quisiéramos que ... fuera nuestro espejo europeo. Y el viejo barrio sigue igual, con sus calles que huelen a jazmín, con el caserón vasco que no me cobra por su lema 'Gure Ametsa' bajo las hiedras en ese idioma del que los 'jeltzales' se creen propietarios; dueños de traductores y razas ahora que nos tienen de nuevo –y más– cogidos por el alma y las partes.
En el viejo barrio y en el mismo televisor de la gloria femenina de ayer, vi, antes, casi un milenio antes, a Sánchez salir con cara pálida de aquel escarnio necesario de Ferraz cuando aún el PSOE tenía alma, y se curaba los tumores con tambores, broncas y unas líneas que se pisaban y no se franqueaban. Cuando aún había líderes que se infartaban ante la infamia. Ya del viejo barrio quedan los despojos, sigue oliendo a jazmín y en el cemento sigue grabado aquel corazón de cuando perdí, entre otras cosas, la inocencia de creer que todo era inocente: el primer amor, las primeras ideas.
Ahora es momento de volver a mis cuatro esquinas cotidianas, de recluirme en esa bandera antigua de Tabarnia que no sé ni de dónde me saqué pero ahí sigue, en mi ciudad fenicia, mora, seductora. Una bandera que ya ha deshilachado el sol blanco del Mediterráneo en la terraza mínima desde la que se ven los delfines de Manuel Alcántara, las lagartijas del sur, los brillos de Argel la blanca.
La nostalgia es la patria de un hombre. Y la mía es hasta de Felipe y los enanos de Gurruchaga.
Aquí, en lo que unos llaman la zona de confort y otros la casa natal, aparecen apuntes y libros. Subrayados previos a aquel octubre catalán que viví de Norte a Sur en un tren. La España de los balcones que al 'opositor a opositor', digamos Alberto Núñez de la Ó, tampoco le entusiasmó demasiado.
Hay días que la memoria embriaga y la siesta trae resabios dichosos que se van cuando el ventilador se apaga.
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