LA ALBERCA
Presupuesto 2050
Sánchez está tan preocupado por su paso a la posteridad que no puede perder el tiempo en el presente
La cal de los ERE
La almohada de Mazón
Bolaños estuvo a punto de cantar como la célebre melopea de los aficionados del Cádiz en el Carranza: «Hemos venido a gobernar, el presupuesto nos da igual». Toda la artimaña sanchista sobre las partidas de Defensa, enmarañada ayer por el presidente en su nueva ... sesión de charlista, se basa en una falacia retórica. Por delante de la verdad coloca siempre un velo disuasorio, un cendal de argumentos peregrinos que durante los días de máxima tensión interna desvía la atención hacia un punto de fuga casi siempre surrealista. El intento de colar el gasto para combatir el cambio climático como inversión militar es una mera trampa. Ilusionismo dialéctico para que el público esté distraído cuando el feriante acometa el truco. La verdad de todo esto es que Sánchez no puede presentar los presupuestos porque está obligado a incluir el incremento en Defensa que le exige Europa y sus propios socios de Gobierno, ni siquiera la oposición, se lo van a tumbar. Y eso le abocaría a una cuestión de confianza que por efecto dominó podría terminar en un adelanto electoral. Toda la homilía del Congreso fue una maniobra de despiste. La muleta izquierdísima del Gobierno tiene al presidente cogido por las armas, por lo que el siguiente triple mortal para intentar seguir cayendo en la lona de pie es quitarle importancia al presupuesto. Bolaños y Alegría lo calificaron como una «pérdida de tiempo». Mentira podrida. Es todo lo contrario. Intentan ganarlo a la desesperada. Están dilatando las cuentas porque al chantaje de Junts con las exigencias catalanas más allá de la propia Constitución se le ha sumado ahora el pacifismo entrañable de Yolanda Díaz. Es imposible encajar tantas concesiones en una hoja de Excel. Y como Sánchez ya avisó de que podía gobernar sin el Legislativo, también ha decidido huir hacia delante sin presupuestos.
Recordar su frase a Rajoy sobre este asunto es absurdo porque está más que acreditado el doble rasero sanchista, que se yergue sobre la mentira impune, es decir, sobre su superlativa capacidad para engañar a todos permanentemente. Lo que antes era saltarse la Constitución ahora es perder el tiempo. Lo que antaño fue un golpe de estado en Cataluña ahora es una forma de hacer de la necesidad virtud. Pero esta vez el túnel no tiene salida. El presidente se engríe de que hará «pedagogía» con sus socios para que entiendan que el rearme es una obligación ineludible. Usa citas en el Congreso de escritores que probablemente ha buscado en Google. Marea la perdiz socavando un poco más los resortes de la democracia porque no puede salir de este atolladero más que con embustes, triquiñuelas y abusos de poder. Y así seguirá hasta que el cúmulo de tropelías sea tan insoportable que cualquier anécdota le acabe derrumbando. Pero no deja de ser curioso que el presidente que nos presentó el plan 'España 2050' con cierta aspiración de eternidad, es decir, autocrática, no haya hecho los presupuestos de este año. Es probable que, como le preguntó a Maxim Huerta, esté tan atareado en pasar a la posteridad que no pueda perder el tiempo en el presente.
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