Horizonte
Hace falta tener muy poca vergüenza
¿Por qué Sánchez es tan cobarde como para no atreverse a querellarse contra Javier Chicote y contra ABC?

Javier Chicote ofreció ayer una nueva entrega sobre las obras completas del doctor Sánchez, que hoy continúa y que esta vez se supera a sí mismo. Concedamos el que, aunque sea un delito, plagió la tesis cuando era una ciudadano casi de a pie y ... no tenía los asesores adecuados. Pero en lo referente a «su» libro «Manual de resistencia», que igual que su tesis no escribió él -en este caso fue un miembro de su Gobierno-, se gestó el original con Sánchez sentado en el Palacio de la Moncloa con todo el cuerpo de abogados de Estado a su servicio. Va a resultar que el presidente del Gobierno tiene que darnos pena porque de verdad se cree que él es doctor y que ese (falso) título lo ubica por encima de quienes han hecho años de duras oposiciones para formar parte de uno de los cuerpos más respetados de la Administración. Él no tiene ni que consultar con los abogados del Estado. Picapleitos. Eso es lo que son para él.
La degeneración de la democracia en España está llegando a extremos inigualados en Occidente. Carmen Calvo nos asegura la consolidación que representa para el sistema -ninguno sabíamos que estuviera amenazado- la exhumación de un muerto olvidado desde hace décadas. Pero al mismo tiempo somos la única democracia de Occidente en la que se mantiene en la Presidencia de su Gobierno un político que ha plagiado su tesis doctoral. Y, si lo que digo es falso, con la inmensa gravedad que tiene semejante acusación ¿por qué Sánchez es tan cobarde como para no atreverse a querellarse contra Javier Chicote, contra ABC y, se lo brindo voluntario, contra mí por lo que aquí digo? Porque sabe muy bien que un juicio sería su ruina: la verdad está de este lado.
La denuncia de la violación de la legislación vigente que acompañó la aparición de «Manual de resistencia» fue recibida ayer por la mayoría de los medios con referencias menores. Hace mucho frío y hay que estar a bien con el Estado, lo más cerca posible de su ubre. Especialmente relevante fue la intervención del exdirector de un diario considerado por muchos como de referencia -que él mismo había fundado- y que ahora es pensionado en La 1 de TVE. Se refirió a las informaciones de ABC -el plagio y el contrato ilegal del libro- como temas secundarios. Claro. Que un presidente del Gobierno viole la ley desde La Moncloa es un tema secundario si no es él quien lo descubre.
Este uso sin matices de la mentira para arropar a la figura del doctor Sánchez es una manifestación incuestionable de la degeneración de nuestra sociedad. Cualquiera puede entender que una sociedad en la que se pueda medrar faltando a la verdad conscientemente es una sociedad que no puede acabar bien. Todos hemos visto cómo durante un siglo Estados Unidos se vanaglorió de perseguir la mentira. Clinton tuvo un impeachment por haber mentido sobre Monica Lewinsky. Ted Kennedy arruinó su carrera presidencial por mentir sobre el puente de Chappaquiddick en 1969... En la Unión Soviética la mentira era parte esencial del discurso oficial. Así le fue a unos y otros. En España, ahora también lo es. Lo malo es que nuestra sociedad no parece suficientemente preocupada por ello y el doctor Sánchez y su equipo se aprovechan de este estado de cosas.
El Reino de la Mentira se impone sobre nosotros. La censura a los medios ya no es necesaria porque en el mundo de la información instantánea vía teléfono, explicar la violación de la ley por el presidente del Gobierno es algo demasiado complejo. Mejor algo que quepa en un pantallazo, por favor.
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