Scholz aprueba unos engañosos presupuestos generales para 2025
Es más que probable que no se cumplan y que parte del gasto evitado quede cargado a partidas presupuestarias futuras
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Ya en dos años anteriores, 2023 y 2024, el Tribunal Constitucional alemán tumbó los presupuestos generales alemanes, redactados por el Gobierno de Olaf Scholz. El problema de la 'coalición semáforo' es que tres partidos tan diferentes son difíciles de calzar en el mismo ... zapato y la única manera de gobernar juntos es el café para todos. Sin embargo no hay dinero suficiente para saciar todas las ansias presupuestarias y el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, se ha negado siempre a prescindir del freno a la deuda, por lo que ha optado, como último recurso, por soluciones creativas que no pasaron el examen del tribunal. Ahora vuelve a firmar unos presupuestos que, si no tramposos, rozan la trampa, en el sentido de que es más que probable que no se cumplan y que parte del gasto que evitan queda cargado a partidas presupuestarias futuras.
A primera vista, Lindner despacha las cuentas con mucho menos dinero que en años anteriores y elimina los antiguos préstamos de la pandemia, destinados después al fondo climático. Sin embargo, casi ningún departamento del Estado se verá obligado a ahorrar significativamente: Alemania mantiene el nivel de inversión y sigue reduciendo su ratio de endeudamiento. Y todo esto respetando el freno a la deuda.
Pero una mirada más profunda revela un par de trucos. En primer lugar, el presupuesto de 2025 supone un crecimiento económico impulsado por el mismo paquete de estímulo que contiene y que tendría para ello que llegar necesariamente a buen término en todos sus objetivos. Y eso es mucho suponer. Las dos docenas de paquetes legislativos relacionados con la iniciativa de crecimiento deberían pasar los suficientemente rápido por el Bundestag y el Bundesrat y ya se escuchan voces críticas de los grupos parlamentarios del semáforo sobre aspectos concretos. Cuenta además con supuesto crecimiento del producto interior bruto alemán de 0,5 puntos porcentuales, cuando el Instituto IFO prevé un 0,4%, el Bundesbank un 0,3% y el FMI un 0,2%. El margen de error es más que evidente y obligaría a modificaciones presupuestarias sobre la marcha a lo largo del año, encaminado ya hacia las elecciones de otoño de 2025.
En segundo lugar, hay 17.000 millones de euros que el Estado alemán tendrá que ir ingresando sobre la marcha, para que el final cuadren las cuentas, y que no están garantizados. Lindner quiere acceder a los supuestos excedentes del banco para el desarrollo Kreditanstalt für Wiederaufbau (KfW) y convertir las subvenciones a Bahn und Autobahn GmbH en préstamos antes de final de año. Estos préstamos no estarían sujetos al freno de la deuda, pero son en realidad deuda adquirida y está por ver si pasa la supervisión. También es incierto que no todos los fondos sociales y dinero para programas de apoyo se utilicen en su totalidad y se produzca el excedente.
Lindner anota además una reducción del gasto de 5.000 millones de euros en subvenciones a personas que no trabajan, confiando en un nuevo endurecimiento de las prestaciones y en un aumento de los incentivos para trabajar que están todavía por demostrar su efectividad. El mismo cálculo hace en el Ministerio de Asuntos Exteriores, que recibe en 2025 menos dinero para ayuda humanitaria. Ante cualquier catástrofe, sin embargo, se deberían añadir fondos adicionales en un presupuesto suplementario. Y además está la situación del Ministerio de Defensa, con un déficit en 2025 de 28.000 millones de euros. En pleno proceso de rearme, el ministro Boris Pistorius solamente ha obtenido en estos presupuestos generales el 18% de la partida solicitada. A cambio, el Gobierno le permite seguir firmando acuerdos de compra y encargando la fabricación de nuevo armamento que se comprometerá a pagar a partir de 2027, fecha en la que es posible que este gobierno ya no exista. Y todo esto sin contar que el Gobierno alemán deberá añadir al menos 11.000 millones de euros al presupuesto de 2024 para cubrir su propio agujero.
Los últimos presupuestos de la 'coalición semáforo', basados en el optimismo económico y en instrumentos alternativos inestables, apenas sobrevivirán si no se producen acontecimientos imprevisibles, cumplen con el freno de la deuda, anclado en la Ley Fundamental alemana, sólo sobre el papel y tensarán la ya de por sí complicada relación entre los socios de gobierno.
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